♚ Capítulo 06 ♚ [Sin editar]

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Philippe Fernsby estaba acostumbrado a la puntualidad. Tenía un cronograma para absolutamente todo. Desde el comienzo del día hasta el fin de este. Todo se cumplía estrictamente al tiempo estipulado. Y hoy, esperaba que no fuera la excepción. Todo tenía que salir bien. A la una de la tarde comenzaría la boda, lo que significaba que ambos novios tendrían que salir exactamente a las doce y cincuenta y cinco.

Eran las doce cincuenta y seis y ya le temblaba un ojo.

—Amelie está tardando —le dijo con impaciencia a su padre, quien estaba a su lado bebiendo una copa de champagne.

Aquello le irritó, pues aún no era momento de celebrar. Pero se quedó callado para no arruinar la tensa tregua entre su progenitor y él.

—Aún faltan algunos minutos, Philippe. Deja de ser tan impaciente —gruñó el hombre.

El sol del verano junto con la pajarita ajustada en su cuello lo estaban asfixiando.

—Estoy nervioso —admitió luego de un momento. Su padre era la última persona a la que quería admitirle sus sentimientos, pero su madre, quien era la persona que quería a su lado ese día, había muerto hace diez años, dejándolo sólo con un padre desinteresado y ausente.

—Estarás bien. Eres un Fernsby.

Como si esa fuese razón suficiente.

Philippe había vivido veinte años escuchando cómo los Fernsby eran conocidos por sus matrimonios largos y fructíferos. Nunca hubo un divorcio en la familia. Eso creó una rara superstición en el pueblo. Cualquiera que se casara con un Fernsby, lo hacía sabiendo que era para toda la vida. Pero ¿Matrimonios felices? Eso era algo que desconocía. Para él, era casi imposible pensar que su familia fuera tan perfecta.

Pero estaba decidido a que su matrimonio con Amelie funcionara.

La amaba.

Como nunca había amado a nadie.

Y estaba seguro que era recíproco. Por eso jamás dudó en pedirle matrimonio después de tres meses de noviazgo. Ella aceptó enseguida cuando él se arrodilló a la luz de la luna. Lucía tan feliz. Eran felices. No quisieron esperar mucho. No había razón para ello.

Además, sabía de los problemas económicos de los Kent. Sus padres en cualquier momento la casarían con un hombre rico para salvarse de su deuda. Philippe era heredero del banco de la ciudad y amigo de la familia de toda la vida. Era como matar dos pájaros de un tiro.

—Escucha… —comenzó a decir su padre. Philippe lo miró, curioso por saber lo que diría—, a pesar de lo que cree nuestra familia, es normal estar nervioso en un momento así. No es fácil. Pero te aseguro que la recompensa valdrá la pena.

Philippe casi sintió ganas de abrazarlo. Pero no se movió de su sitio. Se limitó con asentir y su padre con darle unas ligeras palmadas en la espalda.

Era el momento más cercano que habían tenido en años. Y, en realidad, sus palabras habían calmado sus nervios e impaciencia.

Pero solo era la calma antes de la tormenta de sentimientos que pronto se desataría en su interior.

Algo llamó la atención de Philippe por el rabillo del ojo. Creyó que se trataba de su hermosa novia, pero se equivocó.

Un jadeo de sorpresa proveniente de la abuela de Amelie en seguida hizo girar la cabeza del muchacho. Y, al ver lo que la había sorprendido tanto, imitó la expresión de la mujer mayor.

En el mismo momento que la recién llegada intentaba decir algo, la madre de Amelie salió de la casa alterada y con una expresión consternada que hizo que el corazón de Phillipe latiera a mil. Algo no iba bien.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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