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El británico se deja llevar tan tranquilamente que le irrita al punto de hartarse de verlos «Siempre me dejan de lado ¿Arruinaría tanto el plan si yo lo sé?» piensa fastidiado, y decide ir con la chica de vuelta al banquete. Aunque sigue molesto con el calvo y por más que lo piensa no puede pasar de ello, puede ignorar a Ega, Ci y las niñas, pero a Uno no, por alguna razón ser dejado ahí por él es...

— ¿Tanto querías ir? — Tiara roza su entrecejo — Lo siento ¿quieres que los alcancemos? — propone alegre, mientras el par de niñas vuelven al banquete, sin mirarlos

Él niega rápidamente — No, no importa vendrán pronto — sonríe, ella lo observa suspicaz — ¿Qué querías contarme? — pregunta, animado al recordar cuán guapa es su acompañante

— ¡Ah! Ya sé — exclama ella, recordando algo — ¿Crees que nos dé tiempo antes de que vuelvan? — le susurra confidente, muy cerca del oído, colgándose de su brazo. Totalmente aturdido entre el dulce sonido de su voz, el agradable aroma e incluso el leve calor que su cuerpo desprende no sabe qué responder

— Espera — le pide la líder a Khiing llamándola sin dejarlo avanzar, la chica parece comprender al instante y corre ante su compañEra, dejando el cuenco de comida en sus manos

— Gracias — sonríe Tiara, al sujetarlo — Vamos — susurra para el chico, adelantándose, con una mirada traviesa, casi pícara que insta a Chad a seguirla — No te regañarán ¿cierto? — ella duda dulcemente, esperando a que la alcance

— No importa — le sonríe él, llegando a su lado, en este momento no hay nada que le importe menos. Ella sujeta su brazo acercándolo, caminando juntos, el corazón de Chad se acelera pero es normal, una hermosísima chica va con él del brazo ¿Qué más puede pedir?

Se adentran a la selva alejándose notoriamente de la aldea, y es claro que cuando baja el sol este lugar es más sorprendente, los huecos entre las copas parecen abrirse únicamente para las pequeñas flores de las enredaderas en los árboles, en toda la obscuridad solo ellas son iluminadas por la menguante luz, apenas dejando ver el camino

— Es muy bello este planeta — murmura Chad mirando a su alrededor, la vista es tan fantástica que lo pone nervioso

— Claro — ríe ella aferrándose a su brazo — De hecho, te quiero mostrar algo más hermoso — asevera mirándolo algo dudosa

Sus preciosos ojos casi destellan o al menos Chad siente que lo harán en cualquier instante, los mira demasiado inmerso casi delineando cada pequeño trazo de color, sin embargo, pronto se detiene confundido — ¿Qué pasa? — pregunta ella parpadeando extrañada

— No, nada... no lo sé, creo que olvido algo — contesta inseguro, tiene de nuevo esa sensación, mirando esa mezcla de verde con suaves trazos de azul le recuerda algo más grande, importante incluso. Su corazón se agita añorando esos azules ojos que está seguro de haber visto, pero no lo logra, no, no los puede reconocer

Agitado mira arriba viendo ese inusual cielo rosado, comparándolo con el azul de la tierra, y entonces lo nota — ¿No nos alejamos mucho de la aldea? — considera mirando atrás, con toda esa vegetación es imposible ver aunque sea un rastro

Así que, ella afirma su brazo — Un poco, pero quiero que veas algo — responde con inquietud, muerde sus redondeados labios con una adorable inseguridad que lo hacen olvidarse de ese "recuerdo" — Es... casi un secreto — susurra ella, acercándose lo más que el cuenco de frutos le deja

Chad no puede estar seguro, ya que la pintura azul en su rostro no le permite asegurarlo pero la siente ruborizada. Cada chica que alguna vez le ha dicho algo con ese tono y de esa increíblemente tímida forma ha estado roja hasta las orejas, igual que está él ahora

Planeta ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora