🔐 CAPÍTULO 8 🔐

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ABBY

Me pesa el cuerpo entero, pero lo que más me molesta es el martilleo que siento en la cabeza y las nauseas que me han despertado hace tan solo unos minutos.

Me incorporo con dificultad sobre la cama y agarro la botella de agua que tengo en la mesita de noche. Intento darle un sorbo despacio, pero la primera arcada aparece y apenas me da tiempo para llegar al baño y vomitar. Me retuerzo sobre el váter echando todo el alcohol que aún sigue en mi estomago después de tantas horas. Bueno, en realidad, no sé a qué hora llegué, pero no recuerdo que fuera de día. Sin embargo, ahora es bien entrada la mañana porque los rayos de sol están justo encima de nuestras cabezas y traspasan las ventanas dejándome molesta y muy ciega.

La puerta del baño se abre con lentitud y me recompongo de inmediato. Pero cuando veo que se trata de Charlie, me dejo caer otra vez sobre el suelo y apoyo mi frente sobre la taza del váter, respirando entrecortadamente.

– Fue bien la fiesta, por lo que veo – se ríe.

– Pues seguro, pero no me acuerdo de nada – gimoteo.

– ¿Cómo volviste?

– No lo sé – me levanto a duras penas. Me meto en la ducha, cierro la mampara y me despojo de toda la ropa sucia y apestosa. Abro el grifo y dejo que el agua templada me empape de pies a cabeza. Mi hermano suelta una carcajada mientras empieza a hacer pis – Supongo que me trajeron mis compañeras. Fui con ellas.

– ¿Y tus compañeras de piso tenían llaves para abrir la puerta?

Cierro la ducha de inmediato. Asomo mi cara por una ranura y lo miro confusa.

– ¿Me abriste tú?

– ¿Yo? - se señala y niega – Yo estaba en el quinto sueño. Habrá sido Colin.

– No lo recuerdo – frunzo el ceño – No me suena. Además, dudo que él...

– Entonces, hermana, ahora eres capaz de atravesar puertas. Mira que suerte.

– Bueno, tampoco me vaciles – vuelvo a cerrar y a terminar de ducharme – En realidad no me importa como llegué. El caso es que estoy sana y salva.

– Sana, sana... la verdad es que yo no te describiría así – vuelve a reírse. Se acerca a la puerta y antes de cerrar, me dice: – Si no te bebieras hasta el agua de los floreros... quizá podrías recordar tus fiestas al día siguiente. No tardes, mamá y papá nos esperan para salir a desayunar juntos.

– Mierda – apoyo mi frente contra la pared húmeda – El puto desayuno.

– ¡Creo que en todas las cafeterías tienen manzanilla disponible! - grita.

– ¡Gilipollas! - le grito de vuelta.

Mientras me envuelvo en la toalla para secarme, saco del armario pequeño una aspirina para tomármela antes de que me siga aumentando el dolor de cabeza. Sigo teniendo náuseas, pero como no tengo excusa para explicar porqué me encuentro así, me temo que me voy a tener que aguantar y plantarle cara al día.

– ¡Abby, Colin, vamos! - grita mi padre desde abajo.

– ¡Sí, sí, voy, dos minutos! - jadeo agobiada.

Saco el primer vestido que pillo y me lo coloco junto a unas sandalias. Muy pronto empezará a cambiar el tiempo y ya no podré ponerme estos atuendos. Me gustan demasiado como para no aprovecharlos hasta el último momento.

Me atuso el pelo con los dedos hasta verme bien y cojo una chaqueta fina. Podría entretenerme a maquillarme y tapar estas ojeras, pero no tengo ni tiempo ni ganas.

LA VENGANZA DEL DESTINO (#3 SERIE DESTINO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora