1.-10 de Mayo de 1999: hablamos y limpiamos

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22 de Octubre del año 2XXX.

Se consideraba realmente una persona olvidadiza e indiferente cuando se trataba de fechas; no recordaba con exactitud momentos inolvidables según al criterio de cualquier individuo. Su aniversario de bodas, el cumpleaños de sus hijos...nunca los recordaba. Pero todo lo que vivió con Chuuya lo plasmaba con el calendario grabado debajo de sus vendas.

¿No era una mala persona por eso? —se preguntaba cohibido, admirando el humo en su taza de café.

Lo era.

La razón por la que existían malos padres y malos amantes eran por los sentimientos reprimidos.

No podía amarlos libremente, porque les recordaba el fracaso en el que se había convertido.

Se levantó de todo su jodido sentimentalismo, ignorando como su esposa limpiaba los restos del almuerzo. Al caminar por su hogar con la chimenea dando calor a todo el lugar, admiró sus premios, sus fotografías, había una en especial que llamó la atención, ya que era su hija en su infancia llorando por haber caído de una bicicleta.

Quería amarlos.

Quería ser todo lo contrario a lo que Chuuya le recriminó; quiso comprobarle que había estado equivocado, que sería un hombre ejemplar, un hombre a admirar, sin saber que se sentiría indigno de ser llamado un ser humano más.

Sí era sincero con él mismo, odiaba esa rutina que marcó por mero ego: levantarse agotado, almorzar frente a su esposa que se esforzaba a diario, sus hijos discutiendo sobre banalidades (¿cómo podría decir eso cuando él vivió lo mismo?), encerrarse en su despacho escribiendo manuscritos, todos inspirados en el mar de octubre y en su corazón prohibido.

Cada libro que alcanzó el éxito merecido, había sido únicamente hecho para Chuuya Nakahara.

Cada respirar y cada suspiro era dedicado a Chuuya Nakahara.

Cada lamento y cada arrepentimiento eran guiados por Chuuya Nakahara.

Temblaba.

Era 22 de Octubre.

Los pasos de su esposa resonaron sobre el piso de madera, sabiendo que no era él; que no se escuchaban bruscos ni que le golpearía en el hombro por no haber ido a la junta de padres el día anterior. Solo obtuvo una mano suave, cuidada, con uñas decoradas en mate.

—Osamu—susurró su nombre cuando su olor a perfume inundó sus fosas nasales.

No le gustaba que alguien que no fuera él le llamara por su nombre.

Giró su rostro, con los años cargando el dolor, sabiendo que no podía seguir más ese absurdo camino. Que no era lo que había prometido, que no sería un esposo ejemplar ni un padre capaz de cuidar.

Era un jodido egoísta de mierda—se repetía al saber que le estaba dando un padre de mierda a sus hijos.

No, odiaba admitirlo, pero dentro de él mismo no amaba las navidades ni los cumpleaños. No amaba las sonrisas, porque sentía que eran provocadas base a su jodido dolor, pero no era tan inhumano para decirlo, solo callaba, trataba de convertirse en la imagen de la verdadera realización, sabiendo que con cada gesto fingido mataba su alma un centímetro.

—Necesito el divorcio, Sasaki—era escritor, sabía la interpretación de las palabras en un contexto irreal como el que estaba plasmado ahí mismo.

Necesitaba escapar. Necesitaba renacer. Necesitaba ir con él. Necesitaba recuperar todo lo que perdió. Necesitaba dejarlos ir. Necesitaba que ellos encontraran algo mejor. Necesitaba ser más sincero con él mismo.

Good Luck, Babe - SKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora