22 de Octubre del año 2XXX, Japón.
Sus clases en la universidad de Tokio habían terminado.
Se sentía agotado, suspirando pesadamente al haber terminado que una de sus tantas clases durante el día como profesor de literatura universal y filosofía. Guardaba sus libros en su maletín, admirando la ciudad de Tokio frente a sí.
Había estado evitando durante todo ese día mirar el calendario. Prefería pasarlo por alto, sin embargo, entre la vulnerabilidad de ser un humano, miró la hora en su celular: 20:03. Podría apostar que en Londres estaba amaneciendo, seguía siendo 22 de Octubre en hemisferios separados, algo que no duraría mucho tiempo.
Tronó su cuello con pesadez y caminó hacía la salida de la universidad. Habían algunos estudiantes estudiando, otros riendo, algunos escapando. Había un aura juvenil, rebelde, sin saciedad que debían de buscar en ellos, tal lo fue él en algún momento. Estaba esa ingenuidad y el valor de pecar que solo esa edad se te podría perdonar.
—¡Buenas noches, Nakahara-sempai!—se despedían de él con emotividad.
Alzó su mano en son de despedida, viendo como uno de sus estudiantes corría hacía el estacionamiento cuando el frío del otoño golpeó su cuerpo. Subió a su motocicleta roja, usando su casco, no sin antes presenciar como el mismo alumno que se despidió de él besaba a su pareja...un hombre, con amor, riendo, subiendo a un coche deportivo.
No pudo evitar que sus ojos se bañaran en nostalgia.
No sabía que año era, no le importaba mucho realmente, porque al pensarlo se recriminaba diariamente sobre la época cruel en la que tuvo que nacer.
Tenía dieciséis años en la primavera de 1999, donde en Japón era un acto de discriminación la orientación sexual, al igual que era normal la xenofobia por el orgullo nipón. Los extranjeros eran mal vistos, criticados, juzgados a diferencia de ese actual, donde había admiración a lo desconocido. El amor siempre fue un aspecto difícil a tratar, porque nació en la época equivocada donde ser él mismo era humillante y vomitivo. Recordaba todas las noches que pasó sintiéndose mal con él mismo por ver de otra manera a un hombre, deseando un poco de amor, cosas estúpidas como risas entre besos y dedos entrelazados. Muchos años después, había personas que podían amar con tanta libertad.
No prendió su motocicleta inmediatamente, solo bajó su mirada con un jodido nudo en la garganta. De su chamarra de cuero sacó una cajetilla de cigarros, seleccionando uno, colocándolo cuidadosamente en sus labios, pasando un encendedor, ahuecando el interior, permitiendo que las brasas quemaran parte de su jodida alma.
Era 1999 cuando descubrió que amar a un hombre era un pecado con el cuál debía de caminar.
Algunas veces se preguntaba qué tan diferente hubiera sido su propia historia de haber nacido en una época adecuada, donde la liberación sexual no era un delito más.
No servía recordar un hubiera porque quedaría estancado, aún así, nadie podía culparlo: era 22 de Octubre.
11 de Mayo de 1999.
Se encontraban en la biblioteca estudiando, había pocos estudiantes, las primeras evaluaciones ya habían pasado.
Chuuya miraba cuidadosamente los elegantes kanjis que Dazai había escrito en su libreta, tratando de leer fluidamente, no incomodando a los fantasmas de los estudiantes que estuvieron solo minutos atrás. Sus labios vocalizaban erróneamente algunas palabras, recibiendo una pequeña negación del castaño cuando lo hacía mal, volviendo a iniciar.
Las luces de esa tarde traspasaban las ventanas, iluminando las estanterías, declarando una calidez existente en el ambiente.
—El emperador desterró a todo aquel que se ave-avergonzaba—paró, apretando sus labios al ver que había titubeado—avergonzaba de sus actos. Comían arroz y pescado, prendían incienso en su honor y guardaban los pergaminos de una vieja generación.
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Good Luck, Babe - SKK
Fanfiction-¡Cuando te despiertes a su lado en medio de la noche con la cabeza entre las manos, no serás más que su esposo! Y cuando pienses en mi y todos esos años atrás, estarás cara a cara con un "te lo dije". Despertaría un día recordando el año de 1999 en...