02. Petrificado

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Una noche cualquiera Amelie esperó a que todos estuvieran profundamente dormidos. Salió de su dormitorio. Se colocó la capa de Gryffindor que tiene pero que nunca ha usado en la realidad porque es de Ravenclaw.

Caminó de puntillas tratando de no hacer ni el más mínimo ruido y caminó hasta la sala de estar de la Casa Común de Ravenclaw.

Como es una torre, con grandes ventanales abiertas, es frío debido a las ventiscas que arremeten contra la torre. Y es ruidosa también debido a que el viento hace mover las cortinas y los colgijos que hay en todo el salón. Al menos, eso le da a Amelie una ayuda para que nadie note.

Eran ya pasadas de la media noche pero a Amelie esto no le preocupó en lo más mínimo.

Salió por el hueco del retrato y este la miró nada contento de que ella estuviese saliendo a esas horas. Pero no le dijo nada. Él siempre sabía que ella salía a estas altas horas de la noche hacia la Biblioteca y que volvería al cabo de una hora con algún libro en manos.

—Gracias —ella le susurró al retrato dándole una pequeña sonrisa. Se acomodó la capucha de la capa en su cabeza para ocultar su rostro y comenzó a bajar las escaleras en forma de caracol de la torre de Ravenclaw. La punta de su varita iba iluminada para poder ver los escalones.
Existía una escasa luz que entraba por los ventanales de la torre pero no era suficiente como para tener una visión clara.

Continuó desciendiendo hasta que llegó al piso principal de Hogwarts. Allí comenzó a caminar tranquilamente tratando de que sus pasos fueran silenciosos.

La Biblioteca se localiza al extremo sur del castillo. Muy cerca de la entrada de las escaleras que van a sótano que es de donde se encuentra la Sala Común de la Casa de Slytherin.

Ella nunca ha pisado ese sótano. Lo único que sabe es que está justamente tocando con el lago del castillo y que debe de ser húmedo y frío. Un entorno totalmente contrario al ambiente que ella tiene en su Sala Común de Ravenclaw, ya que de día allí hace calor pero siempre es una sala ventilada que no deja cabida alguna para la humedad.

Ella debe ir a allí. Relativamente cerca de los de Slytherin. Pero no le molesta la idea. Aunque, ella sí sabe que los de Slytherin muchas veces rompen las reglas y merodean por los pasillos oscuros del castillo al igual que ella.

Subió unas escalinatas y llegó al segundo piso en donde se encuentra la Biblioteca. Se acercó a la puerta y sacando su varita entonó:

—Alohomora.

La cerradura se abrió y ella entró a la librería.

La Biblioteca es inmensa. Es todo un bastó lugar lleno de conocimiento. Aquí hay de todo lo que te puedas imaginas. El olor a libro viejo es el mejor. Es un lugar relajante y ameno.

Caminó por varios pasillos, buscando lo que fuera. Ella realmente no tiene idea de qué sucede con ella. No tiene realmente una dirección a la cual embarcarse.

Pero por mientras, ella solo buscó por los pasillos que hablan de maldiciones.

Un libro ha llamado su atención y lo toma para ojear las páginas. Es un libro pesado con las tapas de cuero. Como le parece que quizá le puede ayudar en algo, lo esconde dentro un bolsito escondido debajo de la túnica. Camina hacia la salida de la Biblioteca y una vez afuera cierra la puerta.

—Colloportus—dice en un susurro apenas inaudible.

Se acomoda mejor la túnica y la capucha para taparse el rostro mejor. Camina unos metros más. En eso se escuchan unos pasos y eso hace que se paralice del miedo. Por un momento desea volverse a meter a la biblioteca pero ya la había cerrado, así que lo que hace es entrar discretamente por un espacio oculto entre la piedra de los muros.

Amelie Collins y El Despertar De la Bruja Antigua Donde viven las historias. Descúbrelo ahora