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Jisung miró al enorme hombre que conducía a su lado mientras atravesaban la pequeña ciudad hacia el despacho del sheriff. Parecía que no podía apartar los ojos de él. Él era, en una palabra, impresionante.

El sheriff era varios centímetros más alto que Jisung, un hecho que había percibido enseguida cuando el sheriff le ayudaba a salir de su cama en el hospital. La cabeza de Jisung apenas llegaba a la parte superior del pecho del sheriff.

Su piel bronceada y largo cabello espeso insinuaban su herencia nativa americana que estaba en completo contraste con sus ojos de color del humo gris. Su pelo estaba sujeto en una trenza en aquel momento, pero Jisung se preguntaba cómo se vería extendido a lo largo de una almohada.

Jisung podía verse a sí mismo seguro contra el fuerte y ondulado pecho del sheriff, su cabeza acomodada debajo de su mandíbula, y los musculosos brazos envueltos a su alrededor. Solo imaginarlo fue suficiente para enviar un escalofrío por todo su cuerpo.

Nunca había deseado a nadie en toda su vida. Realmente había empezado a pensar que no estaba en absoluto interesado en el sexo. En el lugar del que venía, había visto a sus compañeros estudiantes y al personal yendo a ello como conejos, pero él nunca había sentido la tentación… hasta ahora.

Él nunca se había sentido así en toda su vida, y no sabía como manejarlo. El abrumador deseo que sentía combinado con la paz que le daba el contacto del Sheriff le tenía asustado. Jisung se preguntaba si se trataba de algún nuevo juego que hubiera ideado el Profesor.

Jisung volvió la cabeza para mirar por la ventana del coche mientras sus dedos jugueteaban con una pequeña rotura en el muslo de sus desteñidos vaqueros. Tenía que descubrir una manera de salir de ese lío en el que se había metido. Si el Profesor lo encontrara ahora, estaría acabado y lo sabía.

—Tengo que hacer una pequeña parada antes de llegar a la comisaría. ¿Te importa?. —Preguntó Kun rompiendo el silencio en la cabina de la camioneta.

Jisung miró al Sheriff, moviendo la cabeza negativamente. Cuanto más tiempo tardaran en llegar al despacho del Sheriff, mejor para él. Todavía estaba tratando de encontrar la manera de escapar antes de que el Sheriff tomara sus huellas dactilares. Sabía sin lugar a dudas que en el segundo en el que el Sheriff comprobara sus huellas, cualquier esperanza que tuviera de escapar habría terminado. El Profesor tenía ojos y oídos en casi todas las agencias de la ley en el país. Una vez que tuviera una pista del paradero de Jisung, tendría pocas esperanzas de huir.

Observó con curiosidad mientras se detenían en el camino de entrada de una casa estilo hacienda, blanca y de gran tamaño. Parecía antigua, pero en buenas condiciones. A Jisung siempre le habían gustado las casas de ese estilo, especialmente cuanta más antigua fuera.

Kun se bajó de un salto de la cabina de la camioneta y caminó alrededor del vehículo hacia el lado de Jisung. Abrió la puerta y miró a Jisung con una ceja enarcada interrogativamente

—¿Vienes?.

Jisung se encogió de hombros. Salió de la camioneta y siguió a Kun hacia la casa. Se quedó un poco sorprendido cuando Kun simplemente abrió la puerta y entró, hasta que gritó en su profunda y áspera voz.

 








***

 







—¿Mamá?. Soy Kun ¿Dónde estás?.

—En la cocina, cariño. —Dijo una voz suave como la de un pájaro desde la parte posterior de la casa. 

Luna | KunsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora