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—¡Quieto! —Gritó el Sheriff Qian. Ante él podía ver a un hombre inclinado sobre un cuerpo tendido en el suelo del pequeño supermercado campestre desde donde había sido llamado. Apuntó al hombre con su arma y repitió la orden.—¡Quieto! ¡Sheriff! No mueva ni un músculo.

Para su asombro, el hombre continuó haciendo algo sobre el cuerpo que tenía debajo de él. Kun no podía entender por qué. Todo lo que sabía es que había recibido una llamada, en la que le daban aviso de que se había producido un asalto a mano armada en el supermercado campestre de Choi, con disparos incluidos.

—¡Dije quieto! ¿Quieres recibir un disparo?

Kun no podía decir quién estaba más sorprendido, si él mismo, ahora que estaba mirando a los más sensuales ojos verde musgo que haya visto en su vida, o el bonito hombre de cabello rubio miel mirando el arma que apuntaba en su dirección.

El hombre pestañeó mirando hacia el arma un par de veces antes de levantar los llamativos ojos verdes hacia Kun. Para sorpresa de Kun, le hizo señas con la mano para que se aproximara, luego se volvió hacia el hombre que sangraba en el suelo y continuó trabajando en él.

Kun dio algunos pasos cautelosos en la tienda para tener mejor visibilidad del hombre en el suelo. ¡Maldición! Era el viejo Choi. Estaba cubierto de sangre. Escuchando los súbitos pasos de sus ayudantes entrando por la puerta, Kun metió el arma de vuelta en su funda y se agachó al lado de Choi.

 —¿Qué pasó? ¿Has visto quién hizo esto?. —Miró hacia abajo al hombre herido. —¿Se salvará? —Percibió varias cosas al mismo tiempo. El hombre tenía guantes de goma cubriendo sus manos, y sus ropas estaban salpicadas de sangre.

El hombre levantó la vista para mirarle sobre lo que estaba haciendo, la exasperación estaba escrita en su rostro, mientras aplicaba presión a la herida de bala en el pecho del viejo Choi. Mientras lo hacía, se podía escuchar el sonido de la ambulancia que estaba aparcando. El hombre levantó la mirada en cuanto llegaron los paramédicos con la camilla.

Se apartó rápidamente del camino de los paramédicos cuando levantaron a Choi sobre la camilla y se lo llevaron fuera del edificio hacia la ambulancia. El hombre miró la sangre en sus manos enguantadas pareciendo horrorizado con lo que veía. Miró hacia Kun interrogante.

—Supongo que te gustaría lavarte un poco ¿Cierto?.

Cuando el joven asintió con la cabeza, Kun lo llevó al baño en la parte posterior de la tienda. Esperó fuera mientras el hombre se limpiaba, preguntándose quién infiernos era y qué sabía sobre el asalto y el tiroteo.

Cinco minutos más tarde la puerta se abrió y el hombre salió un poco más limpio. Respiró profundamente mirando a Kun que permanecía apoyado contra la pared con los brazos cruzados. Finalmente movió la cabeza mientras caminaba hasta pararse frente a Kun.

—Tengo algunas preguntas qué hacerte.

 El guapo hombre asintió con la cabeza y mantuvo su cabeza inclinada hacia abajo. 

 —¿Te gustaría un poco de agua primero?, imagino que te apetecería, considerando… —Gesticuló con la mano abarcando todo el rededor de la tienda. Nuevamente el hombre asintió.

 —Creo que podremos encontrar algo. —Kun respondió mientras lo invitaba con un gesto de la mano a ir delante de él. Giró siguiéndolo por una puerta de vuelta a la sala principal de la tienda. Llegaron a una pequeña estancia con una nevera, cogió una botella de agua y se la entregó.

Luna | KunsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora