Capítulo 14

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  "Los secretos pueden corromper todo tipo de relaciones y más si en ellas existe el amor"

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Jungkook salió del edificio, el aire fresco de la noche le dio un respiro después de la reunión de protocolo que se había extendido por horas. Su mente aún estaba llena de los detalles del evento, la presión y la tediosa formalidad. Al llegar a la entrada, una figura familiar lo esperaba. Sohee, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, lo abordó.

— Oye, necesito hablar contigo.

Jeon sintió un nudo en el estómago. Solo podía pensar en Jimin, solo en casa, esperando su regreso. El día había sido largo y agotador, y la noche ya se cernía sobre la ciudad. No tenía tiempo para charlas innecesarias, especialmente con Sohee.

— No tengo tiempo ahora.

— Es importante. Por favor, solo unos minutos — insistió ella, casi suplicando.

No quería ser grosero, pero tampoco podía ignorar la creciente angustia que sentía por el rubio — Está bien, nos reuniremos pronto — prometió, tratando de sonar convincente.

Sohee pareció aceptar a regañadientes, y Jungkook se apresuró a alejarse, dejándola en el pasillo, con una expresión de decepción en su rostro.

— Hijo de puta... — murmuró antes de dar la vuelta y seguir.

  La puerta se cerró con un suave clic, y el pelinegro respiró hondo, dejando atrás el peso de la noche. En la sala, Jimin estaba sentado en el suelo, un cuaderno abierto frente a él, con un lápiz en la mano. Dibujaba, con una concentración que le hacía no darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Jungkook sintió pesar al verlo, siempre ahí, encerrado en ese pequeño mundo, sin conocer la vida más allá de las paredes de la casa.

— Jimin... — susurró, acercándose con pasos lentos. El contrario levantó la mirada, sus ojos se iluminaron con una alegría que le llenó el corazón — Te traje esto — dijo, extendiéndole un ramo de flores que había comprado en el camino.

El rubio sonrió — Son hermosas, Kook — Las olfateó como si realmente pudiera sentir su olor. Una imagen bastante triste de ver.

— ¿Te gustan?

— Me encantan, muchas gracias.

—Te quiero, bebé — susurró, sintiendo algo intenso por el pequeño robot.

—Yo también te quiero, cariño — respondió, con una voz tan dulce que le hacía sentir mariposas en el estómago.

Jeon se agachó y lo ayudó a levantarse, guiándolo hasta su habitación. Abrió el clóset y buscó entre las prendas, hasta que encontró una chaqueta con capucha. La tomó con cuidado y se la puso a Jimin, ajustando la capucha sobre su cabeza.

— ¿Por qué me pones esto? — preguntó, con una mirada curiosa.

— Porque vamos a dar una vuelta — respondió, sonriendo.

Lo abrazó con fuerza, sus brazos delgados rodeando el cuello de su creador — ¿¡De verdad!?

— Pienso que es hora.

— ¡Ah! — dio un gritito de felicidad.

— ¿Puedes apagar la luz de tus ojitos? — le sostuvo el rostro con ambas manos — tu aspecto es realmente humano pero si tus ojitos brillan y alguien los ve, llamaría atención innecesaria.

Lentamente la luz se apagó — Listo.

— Gracias, precioso.

Jungkook lo tomó de la mano y salieron de la casa, subiendo al auto. Jimin se asomó por la ventana, absorbiendo cada detalle del mundo exterior. El tráfico, las luces, los árboles, todo era nuevo para él. El científico condujo con cuidado, disfrutando de la compañía del más bajo, de su inocencia y su alegría. La noche se extendía a su alrededor, llena de un romanticismo nostálgico, como si el tiempo se hubiera detenido para ellos.

INTELIGENCIA ARTIFICIAL - KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora