Te encuentras en el mundo de los hechiceros de jujutsu y las maldiciones, haciendo tu mejor esfuerzo para mejorar tanto tú misma como tu técnica de onda de choque, todo por tu objetivo de hacer del mundo un lugar mejor.
Esta historia seguirá la tram...
Como este libro ha alcanzado un millón de lecturas, decidí agradecerles a todos con un capítulo extra para esta historia. Por favor, disfruten. <3
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Pequeñas rayas de luz solar se colaban a través de las cortinas de tu dormitorio, aterrizando suavemente en tu rostro. Podías sentir el calor del sol, lo que indicaba que ya era de mañana.
Abriendo los ojos lentamente, sentiste dos brazos alrededor de tu torso mientras te apoyabas en algo. Después de parpadear unas cuantas veces, recordaste los momentos anteriores: Toge y tú habíais dormido en la misma cama.
Con tus brazos presionados contra su pecho, podías sentir cómo subía y bajaba con su respiración mientras seguía profundamente dormido. Eso te hizo sonreír, y miraste al chico que aún dormía frente a ti, debatiendo si era hora de despertarlo o no.
Mirando por encima de él hacia la pequeña mesita de noche junto a tu cama, viste el reloj digital. Marcaba las 11:02 a.m. No había problema en haber dormido tanto; al fin y al cabo, era sábado.
Decidiste dejarlo dormir, pero tu estómago se opuso. De repente, sentiste hambre y querías bajar a desayunar algo fresco, pero no sabías cómo salir de su abrazo sin despertarlo.
Sin hacer ningún ruido, te bajaste e intentaste escabullirte de sus brazos. Pero sin éxito: aunque Inumaki seguía dormido, apretó su abrazo tan pronto como comenzaste a moverte, casi por instinto.
Ahora tu pecho estaba presionado contra el suyo y tu cabeza bajo su barbilla, ambos brazos rodeando tus hombros, lo que te impedía irte.
Gruñó en su sueño, y tú te alejaste un poco para mirarlo. El chico de cabello blanco entrecerraba los ojos, despertándose lentamente.
El cabello de Inumaki caía desordenado sobre sus ojos. Extendiste un brazo hacia su cabeza y pasaste los dedos por su cabello, apartando un mechón detrás de su oreja.
Tus ojos recorrieron su rostro y lo viste sonriéndote con los ojos entreabiertos. Hablaste, "Buenos días, Toge", mientras retirabas el brazo de su cabello.
Él apretó su abrazo una vez más y te acercó más a su pecho. "Buenos días...", dijo con una voz soñolienta mientras respiraba profundamente, despertándose lentamente.
A medida que te acercaba más, inclinó su rostro hacia tu frente y presionó sus labios contra ella, dándote un dulce beso en la frente.
Sus labios eran suaves y disfrutaste del calor que irradiaban. Cuando se apartó, aún podías sentir el calor persistente en ese lugar.
Las comisuras de tu boca se curvaron hacia arriba por su gesto anterior. Decidiste devolverle el beso y levantaste la cabeza hacia él.
Le diste un rápido beso en la mejilla, justo en el tatuaje circular alrededor de su boca. "Deberíamos desayunar", dijiste en voz baja, pero lo suficientemente fuerte como para que tu novio adormilado te escuchara.
