El set de Monsters estaba en su apogeo. Se preparaba una de las escenas más emocionantes del día, y el equipo entero estaba concentrado. Nicholas Chávez estaba interpretando a Lyle Menéndez, un papel que requería no solo empatía, sino también una profundidad emocional que no todos los actores lograban alcanzar. Desde tu posición al fondo, observabas en silencio cómo Nicholas navegaba las emociones con maestría, cada expresión y cada movimiento perfectamente calculados.
Sabías que no era un papel fácil, y aunque él lo hacía parecerlo, estabas consciente de todo el trabajo que implicaba. Habías sido testigo de sus ensayos, de sus momentos de duda y, sobre todo, de esa intensidad que ponía en cada escena. No era solo un actor; era alguien que realmente se conectaba con la historia de Lyle y Eric, buscando transmitir la verdad detrás de su historia.
La cámara finalmente se apagó, y el set explotó en aplausos. El director se levantó de su silla, evidentemente satisfecho con la toma. Nicholas, sin embargo, permaneció en su lugar por un momento más, respirando profundamente, aún inmerso en la emoción de la escena.
No podías evitar admirarlo, pero también había algo más, una especie de atracción silenciosa que había ido creciendo entre ustedes desde que comenzó el rodaje. Lo habías notado en sus miradas prolongadas, en sus bromas sutiles entre tomas, y en esa forma especial que tenía de dirigirse a ti cuando nadie más estaba prestando atención.
Nicholas caminó hacia ti, todavía recuperándose de la intensidad de la escena. Su cabello estaba algo desordenado, y su respiración aún era pesada. A pesar de su evidente agotamiento, sus ojos brillaban con una chispa traviesa, esa que siempre te hacía preguntarte en qué estaba pensando.
—¿Qué tal? —preguntó, su voz un poco ronca por el esfuerzo, pero su tono relajado.
—Muy bien. Cada vez lo haces mejor —dijiste con sinceridad, sin dejar de observarlo.
Nicholas sonrió de lado, su mirada fija en ti de una manera que te hacía sentir un poco expuesta. Sabías que podía ser encantador cuando quería, pero esa tarde había algo más. Algo en la forma en que te miraba te tenía nerviosa, como si hubiera algo no dicho entre ustedes, algo que ninguno estaba dispuesto a admitir aún.
—Eres la única que me dice eso con honestidad. Los demás solo lo dicen para quedar bien —comentó, acercándose un poco más. La distancia entre ambos se reducía rápidamente, y aunque el set seguía lleno de gente, te sentías como si el mundo a tu alrededor se hubiera reducido a los dos.
—Bueno, alguien tiene que mantenerte con los pies en la tierra —intentaste bromear, pero tu voz salió más suave de lo que querías.
Nicholas soltó una risa, esa risa grave que siempre lograba hacerte sonreír. Pero esta vez no se detuvo ahí. Dio un paso más, y ahora su proximidad era innegable. Podías sentir el calor que irradiaba de su cuerpo, el aroma de su colonia mezclado con el sudor después de la intensa grabación.
—¿Y cómo vas a hacerlo? —preguntó, inclinándose ligeramente hacia ti, sus ojos brillando con esa chispa que te tenía cautiva—. Porque últimamente parece que eres tú la que me está escapando.
Te quedaste sin palabras por un segundo, tratando de procesar lo que había dicho. ¿Escapando? ¿De él? Nicholas había sido el que jugaba, el que siempre mantenía las cosas ligeras entre ustedes, pero ahora estaba llevando las cosas a otro nivel, y tú no estabas segura de cómo reaccionar.
—¿Escapando? —repetiste con una sonrisa nerviosa, intentando mantener la calma—. No todo gira a tu alrededor, Nicholas.
Él arqueó una ceja, claramente disfrutando de tu incomodidad. Sabía que te tenía justo donde quería, y eso solo parecía divertirlo más.
—¿No? —preguntó en un tono bajo, inclinándose aún más, hasta que casi podías sentir su aliento en tu piel—. Porque últimamente, cada vez que trato de acercarme, parece que te desvaneces.
Tu corazón latía desbocado en tu pecho, y tu mente estaba buscando desesperadamente una respuesta ingeniosa. Pero Nicholas no te dejaba espacio para pensar con claridad. Sus palabras eran un desafío directo, y su cercanía solo hacía que todo se sintiera más intenso. Era como si el aire se hubiera vuelto más denso, y cada segundo que pasaba hacía que la tensión entre ustedes creciera.
—Tengo trabajo que hacer —dijiste finalmente, intentando apartarte, pero Nicholas no te dejó ir tan fácilmente.
—Siempre tienes trabajo que hacer. —Su sonrisa se amplió, y aunque su tono era ligero, había una seriedad en sus ojos que no podías ignorar. Dio otro paso hacia ti, acorralándote suavemente contra una de las mesas del set—. Pero hoy no te vas a escapar tan fácilmente.
Te tragaste las palabras que ibas a decir. Estabas atrapada, y Nicholas lo sabía. La cercanía entre ambos era abrumadora, y no había manera de salir de esa situación sin enfrentar lo que realmente estaba pasando. Lo que estaba pasando entre ustedes.
Antes de que pudieras responder, uno de los miembros del equipo pasó cerca, llamando a Nicholas para la siguiente escena. Él te lanzó una última mirada, una que prometía que esto no había terminado, y se apartó lentamente.
—Esta conversación no ha terminado —dijo en un susurro antes de alejarse, su sonrisa llena de promesas.
Te quedaste allí, con el corazón latiendo frenéticamente y la mente revuelta, intentando procesar lo que acababa de pasar. Nicholas Chávez había hecho que todo tu mundo se sacudiera en cuestión de minutos, y ahora te preguntabas qué sería lo próximo. Porque una cosa estaba clara: esa tensión entre ustedes no iba a desaparecer tan fácilmente.