Capítulo 5, ¿Eso es... un Dragón?

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Después de dos horas aquí, ya no puedo más. El aire cerrado, sofocante, denso. El ruido de la gente rebotando en las paredes. No puedo más. necesito respirar.

-Gente, -me dirijo a mis padres y abuelos- necesito ir al baño. Llevo el móvil.

A mi padre no le gusta la idea de que vaya sola, pero tampoco me impide ir. Aprovecho la distracción y me escabullo hacia el jardín. Necesito respirar, aunque sea un segundo.

La noche, al cruzar el umbral, me recibe con una extraña calma. No hay sonidos de coches, ni farolas encendidas. El apagón ha cubierto todo el jardín en sombras, y al levantar la vista, me sorprende el cielo. Estrellas. Infinitas, como diminutos cristales repartidos en el cielo, y, entre ellas, la Vía Láctea, como un río que divide la noche. Me siento pequeña ante esa inmensidad, como si el universo en silencio me mirara de vuelta... y entonces veo algo. Una sombra. Moviéndose despacio entre las estrellas, como un intruso.

Sacudo la cabeza, apartando la idea de que puede ser algo más que un pájaro, algo grande y oscuro. Pero el pensamiento persiste, como una espina en la piel. No puede ser.

Parece moverse lentamente por el cielo. ¿Un ave? No, no puede ser tan grande.

Sacudo la cabeza, sin darle más vueltas, y miro a mi alrededor. El jardín, que hace unas horas estaba lleno de luces cálidas y la suave cascada de la piscina, ahora se siente frío, sin vida. Todo está oscuro, apenas puedo distinguir el reflejo de la luna en el agua.

Camino con cuidado, intentando no tropezar. Cada paso es como sumergirse en algo desconocido, y empiezo a sentir una inquietud latiendo en mi piel.

-¡Aish !

Rápidamente saco el móvil y enciendo la linterna. La luz blanca y fría, añade una sensación inquietante al ambiente, con sombras alargadas sobre el suelo. Como un guiño siniestro, el ambiente parece transformarse en algo amenazante.

Sigo avanzando con la vista fija en el suelo. Entonces me fijo en un ligero brillo húmedo. Agua. Hay una capa delgada y densa cubriendo el césped. El olor a tierra mojada me inunda los sentidos y al mover el pie, la superficie del agua se agita creando ondas.

La quietud empieza a transformarse en algo más oscuro y empiezo a inquietarme. Una sensación de de opresión me aplasta el pecho y una chispa de ansiedad me araña por dentro.

Vuelvo a pensar en esa sombra en el cielo. Se parece demasiado a la que he visto en mis sueños. Pero no puede ser, debe ser mi mente jugando conmigo.

El frío del agua me cala hasta los huesos, subiendo por la columna con un escalofrío. La sensación de ahogo y ansiedad crece. Todo esto, la oscuridad, el agua, la sombra... No puedo evitar sentir que algo está terriblemente mal, que algo me observa.

Respiro rápido, y aunque sé que es mi propio aire el que entra y sale, empiezo a sentir pánico. El miedo me está controlando, pero algo me puede más que el miedo. Curiosidad.

Me esfuerzo por encontrar una explicación lógica. La piscina... Sí, seguramente la piscina se ha desbordado. Pero, ¿por qué no he escuchado nada?

A pesar del miedo y la curiosidad, siento algo más fuerte tirando de mí. Algo que no sé describir, pero es una sensación vagamente familiar.

Empiezo a caminar hacia la piscina, empapándome más a cada paso. El vestido se me pega al cuerpo, y con el viento helado, tiemblo.

El agua me llega hasta las rodillas. Después de tropezar un par de veces con las sillas y mesas, llego a la piscina. De repente, pierdo el equilibrio y caigo en el agua.

Luna de DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora