Chapter 34

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Roseanne

Corro.

Lo hago durante horas o un día, no estoy segura.

Corro hasta que no me quedan respiraciones en los pulmones. Corro hasta que todo se desdibuja.

La lluvia cae sobre mí, empapando mi ropa y mi cabello. Mis dedos se ponen rígidos con el frío y mis zapatos se llenan con agua. Las palpitaciones de mi corazón se vuelven más aterradoras por minutos pero no me detengo.

No puedo parar.

No salen lágrimas, no importa cuánto quiera llorar. Gotas de lluvia caen por mi cabeza y mis mejillas como si me estuvieran limpiando.

Pero no hay limpieza del pasado.

Todo volverá. Todo me golpeará de nuevo.

Trago aire pero casi nada llega a mis pulmones.

Hay un monstruo en mi pecho, un monstruo oscuro y feo que araña mis paredes.

El monstruo quiere ser liberado.

Es uno de los monstruos de las pesadillas. Un monstruo que me comerá viva.

El mismo monstruo que se llevó a Félix.

Mi corazón late con fuerza ante el pensamiento.

Félix.

Mi hermano Félix. Mi madre Abigail. Mi padre Ethan.

Mi familia.

¿Cómo no puedo siquiera recordar sus caras correctamente?

Son borrosas. Una sombra. Maldito humo negro ¿Es eso lo que me ha pasado todo este tiempo? La picazón, las pesadillas, todos los desencadenantes han sido una forma de hacerme recordar, ¿no? Entonces ¿por qué demonios no puedo recordarlos?

Me detengo abruptamente, recuperando el aliento. Mi corazón late en mi pecho a ese ritmo irregular y aterrador.

El corazón que Jonathan salvó solo para poder destruirlo cuando fuera mayor.

El corazón al que le dispararon.

¿Quién me disparó? ¿Quién demonios le dispararía a una niña de siete años?

La lluvia nubla mi visión. Los edificios que me rodean comienzan a duplicarse y luego a triplicarse.

Me apoyo contra una pared, respirando con dificultad.

No me siento bien.

Mi corazón late muy rápido. Tomo inhalaciones profundas y libero largas exhalaciones.

No funciona.

Voy a tomar mi teléfono y luego me detengo. Dejé la mochila con mi teléfono en casa.

Con manos temblorosas, me echo el pelo hacia atrás y trato de caminar.

Me tropiezo y casi me caigo. Agarro la pared con dedos rígidos y húmedos. Busco a mi alrededor, pero está desierto, probablemente debido a la lluvia.

Suena un zumbido en mis oídos y mis ojos se cierran. Me apoyo contra la pared, inhalando fuertes respiraciones ahogadas.

—Llorona—La voz de Félix suena en mi cabeza—Ven conmigo.

Mi ritmo cardíaco se ralentiza hasta que ya no da miedo pero tampoco está allí.

—¿Por qué fuiste, Félix?—susurro y me siento como esa niña de seis años a quien le soltó la mano—¿Por qué me dejaste sola?

Deviant Queen II (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora