Capítulo 3: Secretario

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Haruki

Antes de la reunión de las 10 a.m.

La noche había sido un torrente de pensamientos y desvelos. Las ojeras que llevaba eran testigos de mi insomnio y de la ansiedad que me consumía. Frustrado, me senté en el pequeño rincón del balcón, encendí un cigarrillo y dejé que el humo se perdiera en el aire frío de la mañana. Fue entonces cuando Kuro, mi nueva mascota, apareció. Apenas llevaba dos días en casa, pero ya parecía más grande. Se acercó ronroneando, buscando mi atención.

-¿Qué pasa, amiguito? ¿Tienes hambre?

-Miau -respondió, reclamando su desayuno.

Apagué el cigarrillo y le serví comida. Miré el reloj: 6 a.m. Aún tenía tiempo antes de la reunión, pero la ansiedad me consumía. Era una empresa de alto prestigio, y hacía tiempo que no trabajaba como secretario. La simple idea de regresar a ese mundo me llenaba de nervios. Recordé una época oscura que prefería olvidar.

Cansado, me dejé caer sobre la cama. Con la música envolviéndome a través de los auriculares, entrecerré los ojos y, sin darme cuenta, caí en un profundo sueño.

De repente, un sobresalto me devolvió a la realidad. Miré el reloj: 8:30 a.m.

-Mierda, llegaré tarde en mi primer día.

Abrí el armario y saqué el único traje que tenía, algo desgastado, pero serviría.

-¿Cómo pude dejar que esto sucediera? Soy un idiota.

Me puse los zapatos y me despedí rápidamente de Kuro. Tenía que tomar el tren, que siempre estaba abarrotado, y no sabía si llegaría a tiempo. Al final, la suerte estuvo de mi lado; unos segundos más y habría perdido el tren. Exhausto por la carrera, me dejé caer en una silla, observando la multitud de mi alrededor: jóvenes, mayores, trabajadores. Me gustaba pensar que llevaban vidas más plenas que la mía.

Finalmente, llegué a la estación de Nara, era el distrito donde se encontraba la empresa, estaba rodeado de barrios lujosos de Tokio. El lugar brillaba con gente vestida de marca y coches de alto standing. La envidia me invadió.

-Unos tienen tanto y otros tan poco -suspiré.

Finalmente, llegué a TR+. A pesar de todo lo que había pasado, me sentía aliviado de estar allí a tiempo. Fui a la oficina del CEO como me habían indicado, toqué la puerta y, al escuchar su respuesta, entré con determinación. Al cruzar el umbral, su presencia dominante me envolvió. Sus ojos, afilados como cuchillas, me atravesaron y, a pesar de la incomodidad, sabía que debía causar una buena impresión.

-Buenos días, soy Haruki, el nuevo secretario -dije, tratando de infundir valor en mis palabras.

Sin embargo, la confianza se desvaneció al ver su mirada helada. Tras unos segundos de silencio, preguntó:

-He visto en tu currículum que trabajaste en PyM.

-Sí, estuve allí seis años como oficinista.

-¿Por qué dejaste esa empresa? -inquirió, su tono firme no admitía evasivas.

Al escuchar el nombre de PyM, recuerdos dolorosos me asaltaron. No quería hablar de eso, menos aún con un desconocido que me miraba así. La voz se me quebró.

-Solo... fueron asuntos personales.

-Debes saber que PyM es nuestra mayor competencia. Necesito a alguien con determinación para este puesto.

Recordé de inmediato mis deudas y la urgencia de conseguir ese trabajo.

-Haré todo lo posible para que usted sea el mejor del mercado -respondí, tratando de sonar convincente.

Tus Cicatrices Son Mías Donde viven las historias. Descúbrelo ahora