Capítulo 6: Licor

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Takeshi


Terminé la reunión con los proveedores, sintiéndome satisfecho y aliviado. Mi inglés había fluido con naturalidad, y eso siempre me daba confianza. Al salir de la oficina, el aire estaba impregnado de humedad; corrí hacia mi coche, maldiciendo la falta de paraguas y temiendo que la lluvia comenzara de nuevo.

Mientras conducía, con el sonido de las gotas resonando contra el techo del auto, de repente vi una sombra negra cruzar de forma inesperada frente a mí. Mi corazón se detuvo. Asustado, frené bruscamente, el chirrido de los frenos rompió el silencio. Un grito involuntario escapó de mis labios; temía haber atropellado a alguien. Sin pensarlo dos veces, salí del coche.

Me acerqué a la figura que yacía al borde de la carretera. A medida que me aproximaba, la sombra se fue volviendo más familiar. Era Haruki, el nuevo secretario. Al reconocerlo, una mezcla de sorpresa y preocupación me invadió. ¿Por qué él?

Recobré el aliento y, tratando de controlar mi nerviosismo, le pregunté:

-¿Qué estás haciendo? ¡Podría haberte atropellado!

Él no respondió. Su silencio solo aumentó mi frustración.

-¿Por qué eres tan imprudente? ¡Tienes que mirar por donde cruzas!

Su mirada parecía perdida, como si estuviera atrapado en sus propios pensamientos oscuros. Una sensación de inquietud me recorrió.

-Oye, ¿estás bien? -insistí, inclinándome hacia él. Parecía aturdido, como si el susto lo hubiera dejado en shock.

-Ah, sí... -respondió, su voz apenas un susurro, como si no supiera dónde estaba.

-¿Necesitas que te lleve en coche? -pregunté, sintiendo un impulso inexplicable de ayudarlo.

-No, gracias. Puedo ir solo -dijo con tono decidido pero tembloroso.

-¡No ves lo que está lloviendo! Acepta mi ayuda.

-Lo siento, pero declino la oferta. Es mi responsabilidad llegar a casa.

Me exasperé, poniendo los ojos en blanco. Era un chico extraño, tan diferente al que había conocido en la secundaria. ¿Qué le habría pasado para transformarse de esa manera?

Haruki se levantó con dificultad, tambaleándose ligeramente, empapado de pies a cabeza. No pude evitarlo.

-Toma, al menos llévate esto -dije, ofreciéndole mi chaqueta, pues era la única barrera entre él y la lluvia.

-Pero no...

Lo interrumpí, colocando la chaqueta sobre sus hombros.

-Ya me lo agradecerás.

Asintió, visiblemente confundido, y se alejó, cruzando la calle mientras se ajustaba la chaqueta. Lo observé mientras se marchaba, preguntándome qué tormentas internas podría estar enfrentando.

Al llegar a casa, me duché rápidamente, el agua caliente ahuyentaba el frío que había sentido en la lluvia. Me cambié de ropa y le di de comer a Yuki, mi perro, que movía la cola con entusiasmo. Mientras él devoraba su comida, saqué un sobre de mi maletín que contenía el informe sobre Haruki que le había solicitado a Ryu.

Limpié mis gafas, empañadas por la humedad de la ducha, y encendí la lámpara de mi escritorio, creando un ambiente cálido y acogedor. Al leer el informe, noté algo inquietante: había un parón de un año en su trayectoria laboral en PyM. Esa anomalía despertó mi curiosidad. ¿Qué podría haberle sucedido a Haruki para justificar un año de ausencia? Rebusqué entre las páginas, pero no encontré más pistas. Era evidente que algo había cambiado en él, y nadie transforma su vida de manera tan drástica sin una razón poderosa.

Suspiré, sintiendo que mi mente se llenaba de preguntas y dudas. Exhausto, dejé mis gafas sobre la mesa y cubrí mis ojos con las palmas de mis manos, tratando de ahuyentar el cansancio. Había sido un día largo, lleno de sorpresas inesperadas. De repente, escuché el sonido de una notificación en mi teléfono.

-Clink-clink.

Era un mensaje de Ryu: "Hazme un favor. ¿Puedes reservar mesa en el Ress and Ramen? Taro quiere hacerle una fiesta de bienvenida a Haruki. Creo que sería una buena idea para conocerlo mejor."

No esperaba que Ryu me pidiera eso. Siempre había evitado ir a las fiestas de bienvenida, prefiriendo que él fuera en mi lugar. Esa situación social me resultaba incómoda y agobiante. Recordé cómo, en Estados Unidos, Ryu había sido mi único apoyo en un mundo que me parecía hostil. Sin él, me habría sentido completamente perdido, como un niño asustado en un lugar extraño. Pasé la mano por la cicatriz en mi frente, una marca de un pasado que no podía olvidar.

Sin más dilación, levanté el móvil y marqué el número del restaurante. La línea sonó varias veces, hasta que por fin una señora amable respondió. Confirmé la fiesta de bienvenida, pues había decidido que a las 7:30 p.m era la hora ideal, así podría irme pronto a casa. Solo de pensar en aquello me agotaba demasiado, pero tenía que estar en la fiesta, ya que así podría indagar más sobre la vida de Haruki.

-Ahh -suspiré, recordando el día que había enfrentado, pues la aparición de Haruki hizo que en un instante mi mente se pusiera patas arriba. ¿Por qué las heridas del pasado parecían volver en los momentos más inesperados? Creía que todo había quedado atrás, pero ahora esas memorias resurgían con más fuerza, como fantasmas que no querían dejarme en paz.

Me levanté de la silla y decidí que necesitaba un trago. Fui a la cocina en busca de una botella de whisky. El alcohol siempre había sido un refugio, aunque sabía que no era la solución. Llené un vaso y bebí un sorbo; no necesitaba mucho, ya que no soportaba bien el alcohol.

-Penoso -me dije a mí mismo, sintiendo cómo la debilidad me acechaba. ¿Cómo había llegado a este punto? Esa pregunta resonaba en mi mente, y no podía evitar preguntarme si esta fiesta podría ofrecerme alguna respuesta sobre Haruki, o si, en cambio, sería un recordatorio de mis propias inseguridades.

 ¿Cómo había llegado a este punto? Esa pregunta resonaba en mi mente, y no podía evitar preguntarme si esta fiesta podría ofrecerme alguna respuesta sobre Haruki, o si, en cambio, sería un recordatorio de mis propias inseguridades

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