Capítulo 2: Frío

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Takeshi


El perro ladró impacientemente, rompiendo el silencio de la mañana.

—Guau, guau -exclamó, su tono cargado de preocupación.

Mis ojos se abrieron lentamente, despertando de un sueño profundo y pesado.

—Tranquilo, chico, no me pasa nada —balbuceé, tratando de sacudirme la pereza.

La resaca me apretaba la cabeza como un yugo.

—Dios mío, no debí beber tanto —murmuré, recordando vagamente mi enojo de la noche anterior.

Con un suspiro, me levanté de mi cama lujosa. Busqué mis gafas en la mesita de noche y me vestí con un traje azul marino, un color que siempre había reflejado mi personalidad.

Me despedí de mi fiel perro con una caricia y salí hacia la empresa. Como CEO, no podía permitirme faltar. Debía dar ejemplo a mis subordinados.

Arranqué mi coche negro, brillante como el azabache, y aceleré rumbo a la oficina. Al llegar, encontré a Ryu, el director de Recursos Humanos y mi amigo de la infancia, esperándome en la entrada.

—Hola, boss —dijo con un tono burlón mientras me abría la puerta.

—Lo que hay que aguantar... —respondí, tratando de ocultar mi malestar.

—Vamos, no te pongas así. Estaba preocupado; no respondiste mis llamadas —su sinceridad contrastaba con su habitual tono burlón.

—Lo siento, tenía el móvil apagado —dije, aún con pereza.

—Es algo común en ti. Nunca quieres que nadie se te acerque demasiado —replicó con frialdad.

Mientras entrábamos al edificio, un grupo de tres mujeres nos miró, y entre susurros escuché:

—¿Nuestro jefe siempre ha sido tan guapo? —dijo sonrojada.

—Tonta, no te enamores de él, como se nota que eres nueva aquí.

—Eres demasiado ilusa —añadió otra.

—Oye y ¿eso por qué? —dijo indignada.

—¿No lo sabes aún? Le llaman el príncipe de hielo.

—Sí, así que más vale no meterte con él, no estás a su alcance —añadió la otra mujer.

—Es un amor imposible entonces.... —dijo decepcionada de aquella respuesta.

—No hagas nada que le pueda molestar o podrías sufrir las consecuencias.

La mujer asintió como un signo de respuesta a lo que sus amigas le habían aconsejado.

—Chhsss, cuidado viene el jefe, sonreír —murmuró con miedo, debido a la mirada tan fría que hice hacia su dirección.

Pero era demasiado tarde, pude escuchar aquella conversación, ya que sus cuchicheos se convirtieron en un susurro más alto, y mi carácter no toleraba aquel apodo que tanto odiaba: "el príncipe de hielo".

—No soy un príncipe de hielo —interrumpí, con firmeza.

—Oye, Takeshi, tampoco lo dicen en serio —dijo Ryu, intentando calmarme.

—Estoy harto de la incompetencia —respondí, sintiéndome atrapado entre mis responsabilidades y mis emociones.

—Tienes un corazón demasiado duro —replicó.

—Deja de decir tonterías. Solo me gusta ser responsable. Aquí estamos para trabajar, no para jugar.

—Vale, su alteza —se rió.

Tus Cicatrices Son Mías Donde viven las historias. Descúbrelo ahora