Año 2400: trescientos años después de la Revolución Tecnológica.
Me llamo Conejo Blanco, pero todos me conocen por mi seudónimo en la red "Kerny". Tengo veintiséis años y nunca he destacado por mis habilidades sociales; sin embargo, los ordenadores siempre han sido mi segunda piel desde que tengo memoria.
Me crie en los suburbios de Neo-Tokio, donde los desechos electrónicos y los neones inundaban las calles. De no ser por la basura, hubiera podido tener su atractivo. El día no se apreciaba demasiado y las enormes construcciones de cincuenta o más pisos no dejaban pasar mucho los rayos de luz, pero de noche se convertía en un espectáculo de colores y neones. Era como si todos los días fueran Navidad o el Año nuevo Chino. Cualquier puesto de comida, tienda, baños públicos o señal estaban iluminados con sus respectivos colores. Aun así, no todo era tan bonito como parecía, aquél espectáculo sólo era un poco de felicidad dentro de la desgracia que rodeaba al mundo entero.
Durante mi infancia temprana, uno de mis pasatiempos favoritos fue crear pequeños dispositivos electrónicos; recogía chips, placas base y otros componentes que me encontraba por las calles e intentaba crear lo que pudiera; era como montar un puzle pero sin saber cómo iba a ser una vez terminado. Eso era lo que más me gustaba, aquella curiosidad de ver "¿qué es lo que podré crear esta vez?". Sin embargo, mis padres no le prestaron mucha atención a aquello, pensaron que era un mero pasatiempo que abandonaría tarde o temprano. Fueron pasando los años, y se dieron cuenta de que aquél hobby más que cesar, iba en aumento. Mis padres estaban muy orgullosos de lo que creaba, aunque no tanto de la parte que implicaba que llenase la casa de "inventos".
Por mi octavo cumpleaños, decidieron hacer un sacrificio y regalarme mi primer IN (Implante Neuronal). No eran nada baratos y a mi familia le supuso muchos años de ahorro y sudor. Un mes después de la cirugía, aquél IN se adaptó tan bien a mi cerebro, que parecía que siempre había formado parte de mí. En aquél tiempo era tan pequeña, que jamás iba a ser consciente de las consecuencias que sufriría por el hecho de tener un implante en mi cabeza, pero eso os lo contaré más adelante.
Actualidad: Año 2426, dieciocho años después.
Una mañana como otra cualquiera, estaba discutiendo con idiotas en el foro atChannel sobre la existencia de John Titor, hasta que de forma inesperada, apareció un pop up que indicaba que había un mensaje directo en mi bandeja de entrada:
Usuario: Anónimo
¿Serías capaz de resolver el acertijo que hay detrás de este enlace?
ftp://536f79/4164616d/656e63616e7461646f.arpa
Miré con los ojos entrecerrados aquél mensaje. Había algo que no me cuadraba: el enlace.
Qué raro, nunca había visto un link semejante a este. Me dije a mí misma mientras intentaba analizar el origen de su procedencia. Sin embargo, había algo que me sonaba, pero no era capaz de darme cuenta de qué era.
Hace siglos que dejó de existir la red que se conocía como "Internet". Por primera vez en la historia, todos los países del mundo se pusieron de acuerdo en una cosa: ¿Para qué desencadenar un conflicto mundial que podría costar miles de millones de dólares, si ya existía la red?
Y así fue como estalló Internet, con una guerra en el ciberespacio. Después de tantos años aún no se sabe muy bien la causa, mientras algunos creen que colapsó debido a que los satélites y servidores no fueron capaces de soportar semejante flujo de datos, otros viven convencidos de que los gobiernos decidieron clausurarlo.
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Hasta que mis dedos sangren
Science FictionNunca te hagas un perfil en una red social. Nunca des tus datos a una corporación. Nunca compres un asistente virtual. Y por último, nunca tengas un dispositivo inteligente, porque yo lo sabré todo sobre ti. Sabré quién eres, donde trabajas, que te...