PARTE Nº 2 (Punto de vista de Fina):
Ambas, nos paramos al costado de la cama, para dejar nuestros torsos desnudos a los pocos minutos de las últimas palabras.
Mientras mis labios estaban imantados a su cuello, mis manos recorrían su vestido buscando cada uno de los botones que me separaban de su piel, ansiosa por desprenderme de la tela que me impedía conocerla como nunca antes había podido.
Su aroma, no puedo describirlo con palabras pero estoy segura que podría ser el mejor perfume que se exhiba en la tienda. Dulce, en exceso, yo estaba dispuesta a embriagarme con su fragancia durante cada hora que pasáramos en esa cama, y toda una vida, si ella me lo permitía.
Tras algunos movimientos torpes y apresurados, como si el tiempo nos apremiara, nos despojamos de nuestros vestidos para poder movernos con más libertad, manteniendo solo las bragas para conservar un atisbo de intimidad.
Volvimos a la cama.
Llevé una de mis manos hasta su cintura para invitarla a girarse. Ella quedó sentada mirando hacia la puerta, y yo detrás. Mis piernas, la rodeaban, mientras simulaban abrazarla. Mis pechos reposaban en su espalda. Mi cuerpo, sobre su cuerpo.
Nuestras caricias eran suaves y lentas como el deshielo de montaña. Mis manos estaban conociendo cada uno de los ríos de su piel.
Marta acariciaba mis piernas, que era lo que tenía a su alcance. Constantemente reclinaba su cabeza hacia atrás apoyándola sobre mi hombro y dejando su cuello a mi merced.
Mi mentón se apoyaba en su hombro para besar su oreja suavemente mientras mi respiración húmeda erizaba su piel.
Separé mis labios de los suyos por un instante y abrí mis ojos para mirarla, no podía creer tener a Marta así.
Ahora fue ella, quien me preguntó cómo me sentía.
—Marta, hace un tiempo te dije que me sentía en una nube; ahora, prácticamente estoy en el cielo —le respondí.
—Entonces, déjame que esta noche pueda bajarte el cielo a la tierra —me dijo, sellando sus palabras con un beso.
Despejé sus rizos y mis labios encontraron la perfecta curvatura de su espalda, trazando historias con mi lengua, despertando todos sus sentidos.
Prácticamente dejé de respirar aire para respirar su aroma, aroma que se convirtió en mi adicción y me hizo viajar con mis manos hasta su pecho para explorar cada rincón de su piel, la cual se tensó inmediatamente ante mi contacto.
Acariciaba todo su frente con ambas manos de forma simétrica como si estuviese pintando mi mejor obra de arte. Marta continuaba invitándome a besar su cuello, y yo, sin dejar mis manos quietas, seguía el compás de su deseo.
Mis dedos acariciaban una y otra vez su intimidad por sobre su ropa interior. Esperaba una señal para continuar, y llegó cuando ella mordió mi labio inferior, acariciándolo con su lengua.
No podía creer que estábamos haciendo el amor por primera vez, aunque hacía tiempo que dentro nuestro lo hacíamos. Amor en palabras, en gestos, en sonrisas, en miradas. Amor que entró sin pedir permiso y se quedó a vivir dentro nuestro y hoy florecía de nuestra piel.
En ese momento, ya no podía esperar más para sentirla y ella se dejaba guiar por mí en todo momento. Nos giramos para pasar de estar sentadas a acostarnos. Ella boca arriba, yo sobre ella. Esto hacía que el calor que irradiaba nuestra intimidad se fundiera en uno sólo, en el centro de nuestros cuerpos.
Con mi muslo derecho, separé sus piernas y así pude dejarme espacio suficiente para explorarla. Mis dedos, temblorosos por los nervios, la excitación y el miedo de hacer las cosas mal a pesar de mi poca experiencia, iniciaron su viaje, sumergiéndose en aquella zona que deseaba tocar y satisfacer puntualmente.
Marta asintió con sus ojos un par de veces como aprobando mi accionar. Al parecer aún no sabía cómo hacérmelo saber en palabras.
En escasos minutos encontré el punto exacto donde los gemidos comenzaron a nacer, donde cada vez eran más altos y más largos y me quedé justo ahí.
El leve sonido de mis dedos contra su humedad me excitaba a sobre manera.
Su respiración se aceleró súbitamente, su bello rostro y sus piernas se tensaron y soltó un gemido mientras los músculos de su vientre y su cadera se endurecían espasmódicamente al compás de sus primeras contracciones internas. En ese mismo momento me detuve por completo, simplemente para apreciar esa obra de arte. Marta rendida ante al placer.
Jamás la imaginé así. Bueno, tal vez sí, en alguna fantasía de esas que llegan en algunas noches de soledad.
-No soñé jamás en mi vida que esto se pudiese sentir dentro.- expresó casi sin aliento.
Su respiración no quería volver a la normalidad y el placer todavía inundaba su cuerpo por completo. Un cosquilleo en mi estómago me recordó dónde estaba y qué acababa de pasar. La miré nuevamente y descubrí su semblante tan tranquilo y feliz como nunca antes. Le devolví esa sonrisa cómplice acercándome a ella aún más.
Me giré y me recosté sobre ella. Nos miramos a los ojos pero viendo más allá de ellos, sentí que de esa forma tratábamos de recuperar los años que la vida nos mantuvo en caminos distintos.
Después de unos minutos así, terminamos recostadas de lado frente contra frente. Simplemente cruzábamos miradas y acariciábamos nuestras mejillas la una a la otra.
No tengo noción de cuánto tiempo pasó pero Marta se colocó sobre mi cuerpo y me dijo con un voz algo ronca y sensual a la vez:
—Acabo de conocer una nueva forma de amar. ¿Puedo ser yo la que te haga sentir lo mismo?
Me besó apasionadamente, sin darme tiempo para responder.
Miré sus ojos, intentando ver su alma, y le dije:
- Marta, si por mí fuera me encantaría hacerte el amor cada día de mi vida y poder disfrutar la sensación más hermosa que un ser puede experimentar... quedar así, EN LA NADA MISMA POR HABERTE DADO TODO DE MÍ.
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El diario de MARTA
Fiksi PenggemarFanfic sobre Marta y Fina. - CAPÍTULOS CORTOS- Soy: X: MaiFin Busca contar la historia de esos capítulos con los que nos quedamos con gusto a poco a través de lo que sería el diario de Marta, quien relata sus sentimientos y las escenas que que ya vi...