Tenemos esa extraña manía de querer sorprender a la gente, buscamos cualquier excusa (Un cumpleaños, que vuelven de un sitio, que se van...) Pero lo cierto es que es solo una proyección de lo que queremos que nos hagan a nosotros. Nos sentimos solos, faltos de cariño, y por eso queremos que los demás se sientan cómodos consigo mismos. Como pidiéndoles indirectamente que nos devuelvan el trato, que nos hagan caso y nos mimen. Pero la dura verdad es que nunca se dan cuenta de eso, su ego es demasiado grande como para ver lo que esa persona necesita. Y las que si lo ven, acaban siendo manipulados, la gente se aprovecha de ellos para su propio interés. Así que, ¿De verdad queremos que nos sorprendan? Porque muchas veces las sorpresas no indican algo bueno, sino todo lo contrario, pueden traer dolor, sufrimiento y ganas de abandonar. Pero el ser humano es así, nunca se cansará de sufrir.
Como cada mañana, Meredith se había levantado, duchado, vestido y desayunado. Estaba dispuesta a abandonar su casa cuando algo llamó su atención, una carta en su entrada. Ella tenía buzón así que no entendía esa necesidad de ponerla justo ahí.
Era blanca y tenía los bordes dorados, en el centro tenía escrito en unas brillantes letras doradas: "Meredith, médico y futura viajera", ella no entendía muy bien a qué se refería el sobre, así que lo abrió. No había forma de que pudiera ver venir lo que ponía en esta.
Justin acababa de llegar a su casa, era domingo a las 7 de la mañana, la noche de antes había sido bastante entretenida así que se había retrasado más de lo que tenía previsto. Al entrar, vio también un sobre, pero negro y rojo -Digamos que el escritor conocía muy bien a todas sus correspondencias- Este la cogió y la leyó. tras esto se dedicó una mirada satisfecha en el espejo, se cambió de ropa, hizo la maleta y se fue a la estación.
Os podría contar como Ellen tuvo que dejar su puesto de trabajo porque le llegó un correo electrónico o como Josh se fue a mitad de una clase sobre la anatomía de los artrópodos. Seguro que os interesaría que os contara qué estaba haciendo Mike justo antes de recibir el e-mail. Pero no serviría para nada en la trama. Centraos en que ya conocéis a cinco de nuestros viajeros. Los otros no aparecerán hasta la próxima parada.
Ellen llevaba una maleta con todo lo necesario para cuando te vas de viaje y no tienes el gusto de saber a dónde o porqué. Llevaba incluso in kit de primeros auxilios que, sorprendiéndole hasta a ella, acabó usando, aunque de poco le sirvió ya que sino yo no hubiera estado allí para verlo.
Al llegar a la estación se encontró con otras cuatro almas con la confusión escrita en sus caras, ninguna de ellas sabía a donde iba ni que tenía que ver con esas personas que estaban junto a ella esperando a un tren sin destino aparente. Quiero decir, esto era Europa, con la globalización podrían ir a cualquier lado, si ya existe un túnel que conecta Francia y Reino Unido.
Todos esperaban en silencio, por miedo a que alguno supiera a donde se dirigían y la respuesta no les gustara.
Al cabo de veinte minutos de espera, llegó un tren, era un tren extraño. No se veía al conductor y solo tenía un vagón. Al entrar, vieron que el interior tampoco se adaptaba a los estándares de ningún tren convencional. Los asientos estaban en las paredes y en el centro no había nada, además tenía un toque a los trenes de las películas del siglo pasado.
Se sentaron y el tren se puso en marcha. No había nadie salvo ellos cinco y por fin alguien o algo rompió el silencio:
-¿Qué buen día para coger el tren, verdad?
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Historias de un viaje cualquiera
FanfictionUn vagón de tren, diez personas, varias historias y suficiente tiempo como para escucharlas todas. ¿Te atreves a descubrir el verdadero interior de estas personas a las que la vida las ha tratado a cada una de una forma diferente?