Todos nos hemos sentido presionados por nuestra familia en algún momento de nuestra vida. Todos hemos sentido alguna vez que nos han exigido algo por encima de nuestra posibilidades o que les hemos defraudado, y duele, pero el dolor siempre acaba yéndose y todo vuelve a la normalidad. El problema aparece cuando hagamos lo que hagamos, nunca es suficiente, siempre nos exigen más, nunca hacemos suficiente, nunca hacemos lo correcto, siempre lo hacemos todo mal y cuando hacemos algo bien, no parece importante o incluso, nos buscan un fallo. Cuando eso ocurre, podemos hacer dos cosas, quedarnos y sufrir, o huir.
Ocho de la tarde en un tren cualquiera con rumbo a ninguna parte, llevan ya varios días en él y lo único que han hecho ha sido comer, dormir y hablar un poco para intentar pasar la espera. Algunos han aprovechado el tiempo más que otros.
-Chicos, necesito que miréis todos el ordenador un momento- Alexandra no era tonta, sabía que si tenían cámaras vigilándolos también habría micrófonos. Lo que no se esperaba es que habían hackeado todos y cada uno de los dispositivos de la sala.
Estamos vigilados por 7 cámaras que enfocan el 100% de la sala, aquí podéis ver las fotos de dónde se encuentran todas. Creo que deberíamos desenchufarlas.
-A la cuenta de tres, una, dos...
Si alguien osa tocar algunos de los dispositivos de seguridad que se encuentran en la sala, probablemente no comerá en una temporada, gracias. Por cierto ha comenzado la hora de bañarse, el conductor se ha quejado del horrible hedor que desprenden algunos. En el compartimento del baño se ha instalado un ducha, para ir lo único que tienen que hacer es dejar su ropa en su asiento e ir al aseo. Que disfruten.
-¿Es esto siquiera legal?-Preguntó Mike. Pero la verdadera pregunta era: "¿Cómo habían instalado una ducha sin que nadie se diera cuenta?"
Debían desnudarse delante de todos, alguno de ellos no tenían demasiados problemas, estaban acostumbrados a ello, vestuarios del gimnasio, después de trabajar... Pero había una muchacha a la que poco habían visto desnuda. Ariana empezó a temblar y a pensar una forma de pasar inadvertida, pero nunca lo conseguiría y tendría que hacer una de esas cosas por las que estuvo casi esclavizada toda su vida.
Era la segunda hija de una gran familia en la que la mujer se encargaba del trabajo del hogar, y con mujer me refiero a ella. Era la encargada de limpiar, cocinar, hacer la compra y criar a sus cinco hermanos como si fueran hijos suyos. Pero sin que esto influyera en su carrera para convertirse en médica para complacer a sus padres.
Todo esto lo estuvo llevando bastante bien hasta que entró en bachillerato, donde tienes que comprometerte en cuerpo y alma si quieres llegar a algo grande. Adrien puede daros mejores detalles del precio a pagar. La cosa es que estaba sobresaturada, no tenía tiempo de nada, y mucho menos tiempo para vivir y disfrutar de su juventud. En varias ocasiones pensó en acabar con todo, pero conseguía encontrar una causa en los pequeños placeres de la vida, soporte en sus ídolos los cuales poco sabían de su existencia pero ella todo de ellos, para seguir luchando. Contaba los días para poder irse de su casa para ser libre y poder disfrutar de todo. Pero no contó con que podía estudiar la carrera viviendo en su casa y que medicina son muchos años.
Cuando acabó tenía 24, nunca había tenido una pareja y mucho menos había ido de fiesta a disfrutar como si no hubiera un mañana. Empezó a ver como la juventud se le escapaba de las manos que le faltaba mucho por vivir, así que peleó por conseguir una beca para hacer el internado e irse. Lo consiguió.
-Ariana, eres la última, te toca- La pobre muchacha se quedó en blanco, mirando a la nada, pensando en como iba a salir de allí sin deshonrarse.
Al mes de llegar a Canadá, ya había recuperado gran parte del tiempo perdido. Solo le faltaba una cosa, la cual había intentado seguir conservando, pero un día, estando de fiesta, le echaron algo en la bebida de manera que no respondía de si misma. Y conoció a un chico que no estaba drogado pero tampoco tenía muchos problemas en divertirse un poco, así que fueron a casa de ella. Con la mala suerte de que sus padres habían decidido ir a visitarla porque era fiesta en su país.
Cuando se vieron cara a cara solo su padre fue capaz de decir:
-Nos has deshonrado, a nosotros como padres y a ti como musulmana.
La pobre muchacha se quedó paralizada mientras veía a sus padres lo que ella creía que sería la última vez de su vida mientras aquel hombre le intentaba quitar esa camiseta que tan poco abrigaba.
Ariana no se sentía capaz de volver a deshonrarse como hizo aquella vez, había aprendido su lección y se sentía fatal, por eso huyó a Estados Unidos donde estaba haciendo su internado cuando recibió la carta. En su caso su "incentivo" para que fuera estaba bastante claro.
"Tu familia o tu integridad"
A esto se referían con ello. Así que Ariana recordó perfectamente la razón por la que estaba allí y decidió seguir las órdenes de aquella fría voz metálica. Porque por mucho que odiara deshonrar a su Dios, quería mucho más a su familia. Porque a pesar de lo mucho que había sufrido y lo mal que lo había pasado, no podía evitar llorar al acordarse de sus hermanos pequeños peleándose por llamar su atención, de la cara de su familia cuando cocinaba algo que le encantaba a todo el mundo, o cuando sus profesores le felicitaban especialmente a ella porque sabían que sus notas eran muy altas teniendo en cuanta la situación en la que se encontraba.
Así que aquella muchacha que nunca hablaba y siempre estaba tocándose sus largos y suaves cabellos volvió a sorprender a todo el mundo por tercera vez, pero no sería la última.
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Historias de un viaje cualquiera
FanfictionUn vagón de tren, diez personas, varias historias y suficiente tiempo como para escucharlas todas. ¿Te atreves a descubrir el verdadero interior de estas personas a las que la vida las ha tratado a cada una de una forma diferente?