Chapter 14

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Desconocía completamente el
transcurso del tiempo, sumido en
una oscuridad absoluta y un silencio
que parecía tener vida propia. Los
días se confundían con las noches,
y mi único reloj era el dolor que latía en mi cuerpo.

Los cardenales violáceos que cubrían mi piel parecían pinturas macabras, recordándome la brutalidad con la que Choi me arrastró por el departamento.

Cada movimiento era una agonía, mi cabeza latía con un dolor punzante que me hacía sentir como si estuviera a punto de estallar. Mis articulaciones crujían con cada flexión, como si fueran a romperse en cualquier momento. El mareo era constante, y mi estómago estaba vacío, hueco y dolorido.

La sed era una tortura adicional, mi boca estaba seca y pegajosa, y mi garganta parecía estar llena de arena. Mi cuerpo estaba débil, exhausto por la falta de comida y agua. Mi mente estaba nublada, llena de pensamientos confusos y temores que me atormentaban.

Y aún así, no había señales de Choi. No sabía si había abandonado el departamento, o si simplemente se divertía observándome sufrir en silencio. La incertidumbre era una tortura adicional, un peso que me aplastaba y me hacía sentir como una criatura desamparada.

Mi cuerpo comenzó a temblar, sacudido por convulsiones que me dejaban sin aliento. Mi mente se estaba desmoronando, y yo lo sabía. No podía aguantar mucho más. La oscuridad parecía cerrarse sobre mí, y yo estaba a punto de ser consumido por ella.

Mi existencia se reducía a un ciclo de dolor y somnolencia. Dormir era mi única escapatoria, mi refugio temporal de la agonía que me consumía. Pero incluso en mis sueños, el dolor persistía, como una sombra que me acechaba en la oscuridad.

Choi parecía disfrutar de mi sufrimiento, como si fuera un espectáculo macabro que le proporcionaba placer. Me recordaba los castigos que mi jefe me infligía cuando no vendía lo suficiente, como si quisiera revivir aquellos momentos de humillación y dolor.

Desde pequeño, mi vida había sido una serie de castigos y privaciones. Mi jefe me mantenía en lugares bajos y oscuros, sin luz, sin esperanza. Me enviaba a habitaciones sin ventanas, donde la oscuridad era total y el tiempo se perdía en la eternidad.

Recuerdo las noches en que me dejaba sin comida, sin agua, sin nada. Me obligaba a dormir en el suelo, sin una manta, sin un lugar donde refugiarme. Y cuando las lágrimas brotaban, su crueldad se transformaba en palizas inhumanas que me dejaban sin sentido, con huesos rotos y con moretones qué se dibujaban por toda mi piel.

Después de cada sesión de tortura, Wang me envolvía en sus brazos, susurrándome al oído: 'Es por tu bien". "Yo soy tu único refugio en este mundo cruel". Sus palabras eran como un veneno que se infiltraba en mi mente, convenciéndome de que su violencia era un acto de cuanto me apreciaba. Cada golpe, cada insulto, cada gritó, cada lágrima era prueba de su devoción.

Mi mente estaba distorsionada, mi percepción de la realidad estaba alterada. Comencé a depender de él, a creer que sin él no podía sobrevivir en este mundo. Su violencia se convirtió en mi única realidad, y yo me sometía a ella con resignación. Que si alguien me va a torturar, prefiero mil veces que esa persona sea Wang.

Un ruido seco me arrancó de mi sueño profundo, y mi cuerpo reaccionó de manera instintiva. Me desplacé hacia la esquina de la habitación, mi espalda pegada a la pared como si intentara fundirme con ella. Mis rodillas se doblaron hacia mi pecho, adoptando una posición fetal, como si buscara protegerme de un golpe inminente.

Mi corazón latía con fuerza, mi respiración se había vuelto agitada. Mi mente aún estaba nublada por el sueño, pero mi cuerpo estaba en alerta, listo para reaccionar ante cualquier amenaza.
La oscuridad de la habitación parecía cerrarse sobre mí, y mi sentido de orientación se había perdido. Solo podía sentir el frío de la pared contra mi espalda y la tensión en mis músculos.

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