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Mientras el bosque exterior permanecía sepultado bajo un manto de nieve inmaculada, yo me encontraba en la cocina, rodeado del calor y el aroma dulce de los pasteles que acababa de hornear. La mezcla perfecta de azúcar, harina y especias había creado una delicia que hacía agua la boca.
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Pero a pesar del calor y la comodidad de la cocina, el frío viento invernal se colaba por la ventana, haciéndome temblar ligeramente cada vez que una ráfaga particularmente fuerte azotaba el cristal.
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En los últimos días, había experimentado un torrente de creatividad y productividad, como si mi mente hubiera sido liberada de todas las cadenas que la habían estado reteniendo. Realmente nunca pensé que podría tener la oportunidad de merecerme algo como ésto.
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Y lo más sorprendente era que no sentía la más mínima preocupación o ansiedad. Todo parecía estar en su lugar, y mi corazón estaba lleno de una sensación de paz y contentamiento.
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Una de las razones por las que me sentía tan bien, era por las constantes llamadas que hacia con la señora Yui. Todos los días, me tomaba un momento para llamarla y ponerla al tanto de mi estado. Ella siempre respondía con una voz cálida y alegre, escuchando atentamente todo lo que tenía que decir.
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Sus palabras de aliento significaban mucho para mí, y me hacían sentir como si estuviera haciendo algo importante y valioso. La señora Yui tenía un don especial para hacer que las personas se sintieran vistas y escuchadas, y yo me sentía afortunado de tenerla en mi vida.
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Sin embargo, la realidad me golpeó, cuando me di cuenta de que la despensa estaba a punto de quedarse vacía. Era hora de salir al supermercado y reabastecer mis provisiones.
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Me preparé para la salida, eligiendo ropa cómoda y práctica para el día. Me puse una camisa negra, junto con unos pantalones grises pegados, una cardigan blanca suave y una chaqueta negra que me llegaba hasta la cintura. La chaqueta era tan grande que me hacía parecer una bolita de ropa, con mi cara apenas visible bajo la capucha.
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Después de un largo y helado trayecto en motocicleta, finalmente llegué a la aldea cercana, con los dientes castañeando y el cuerpo entumecido por el frío. El viento cortante me había azotado sin piedad mientras conducía, y estaba ansioso por refugiarme en el calor del supermercado.
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Me estacioné apresuradamente y me apresuré a entrar en el supermercado, trayendo conmigo un carrito de despensa. Mi intención era clara: comprar lo necesario y salir lo antes posible. No me gustaba la idea de salir, mucho menos en mi situación actual.
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Mientras mi mirada escaneaba los pasillos, mi manos se movían con rapidez, empaquetando diferentes productos en mi carrito. Estaba decidido a encontrar lo necesario lo más rápido posible y regresar a casa.
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Después de recorrer varios pasillos, solo me faltaba un producto: ramen. Caminé hasta el pasillo correspondiente, y me encontré con una vista impresionante: estanterías repletas de ramen de diferentes sabores y etiquetas. Había desde clásicos sabores como pollo y verduras, hasta opciones más exóticas como curry y kimchi.
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Me acerqué hasta el espacio donde se encontraba el estante más alto, y mi mirada se dirigió directamente hacia el último paquete de ramen que quedaba de mi marca favorita. Ese que había sido mi comida principal y única en todos los años que llevaba vivo. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ