Chapter 5

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Me deshice del pantalón que me oprimía, liberando mi erección tensa y dolorosa. Me recosté en la silla, con las piernas abiertas en una postura relajada, y empuñé firmemente mi Falo, moviéndolo con ritmo suave para saciar mi necesidad.

En mi mente viajaron imágenes de escenas de fantasías, de deseos prohibidos. Lo que iba incrementando mi deseo de poseerlo, saborearlo, explorar cada parte de su ser, hasta destruirlo por completo.

Me sumergí en una espiral de placer, cada vez más intenso, con suspiros profundos que escapaban de mi garganta. La tensión crecía, mi cuerpo se arqueaba, y mi respiración se volvía agitada. Llegué al límite, y con un último estallido, me dejé llevar. Mi cuerpo se liberó, y mi mano se tiñó de calor, sintiendo una sensación de alivio y satisfacción.

Me dirigí al baño de mi despacho, ansioso por refrescarme. La ducha fría fue un bálsamo para mi cuerpo cansado, lavando las tensiones del día. Me vestí rápidamente, sintiendo el peso del agotamiento. Eran más de las 2 de la madrugada y mis ojos pesaban, como si estuvieran llenos de plomo. El día había sido interminable: revisiones de documentos, juntas sin fin y viajes de un lado a otro, sin un momento de respiro. Mi cuerpo clamaba por descanso.

Me desperté con una sensación de renovación, como si la noche hubiera lavado todos mis cansancios. Después de satisfacer mis necesidades básicas, me dirigí al gimnasio de mi residencia, un ritual matutino que me ayudaba a clarificar mi mente y tonificar mi cuerpo. Sin embargo, hoy decidí tomarlo con calma, permitiéndome disfrutar del silencio y la soledad.

Las llamadas persistentes de mis socios y empleados me recordaron que mi imperio empresarial no se detenía. Decisiones y presupuestos exigían mi atención, incluso en mi día de descanso.

Mi mirada se desvió hacia la pantalla de mi móvil, donde un mensaje reciente me esperaba. Al leer el remitente, mi expresión se tornó de fastidio y mi cabeza se inclinó hacia atrás, en un gesto de exasperación. Decidí ignorarlo, centrándome en mi tarde de descanso. Pero la cadencia de mensajes siguientes fue incesante. Cada notificación me irritaba más, hasta que finalmente cedí, incapaz de resistir la avalancha de spam que inundaba mi pantalla.

Con un tono neutro, respondí: 'Estaré ahí en 20 minutos. Sin perder un instante, me dirigí al baño para una refrescante ducha. El agua caliente resbalaba sobre mi piel, lavando cualquier rastro de cansancio. Me envolví en una toalla y me vestí con una camisa negra de botones, que dejé entreabierta, revelando un atisbo de mi pecho. Mi pantalón negro, ceñido y elegante, se adaptaba a mi silueta, realzando mi figura atlética.

Listo para partir, crucé el umbral de mi residencia y me dirigí hacia mi Corvette, un símbolo de elegancia y potencia. La luz de los faros iluminó mi camino mientras me subía al interior, donde el lujo y la tecnología se fusionaban en armonía. El sistema de navegación ya había calculado la ruta, guiándome hacia mi destino. El motor V8 vibrando bajo mi piel con una gruñido salvaje. Con una aceleración suave pero firme, me integré en el flujo del tráfico, siguiendo la ruta que mi móvil me marcaba.

Al llegar, estacioné mi Corvette en el estacionamiento exclusivo del restaurante. Sin perder un instante, me dirigí hacia la entrada, donde un maître me recibió con una sonrisa discreta y me guió hacia mi mesa reservada. La habitación estaba iluminada con una luz tenue y cálida, y mi mesa estaba estratégicamente ubicada en un rincón apartado, lejos del bullicio de los demás comensales.

Mi acompañante ya estaba allí, esperándome con paciencia. Era un hombre imponente, con hombros anchos, y masculinidad presente, siendo ligeramente menos alto que yo, con una estatura que alcanzaba los 1.84 metros.

Tenía un rollo único, y su presencia se notaba a leguas. Llevaba un traje de cuero negro y blanco que se ajustaba a su silueta muscular, con una abertura en V qué relevaba un destello de piel bronceada. Sus gafas oscuras lo completaban haciendo que su presencia irradiara una atmósfera de lujo obsoluto.

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