6. malentendido

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Tomas no regreso hasta las 6 de la mañanas. No voy a mentir, me hizo sentir mal, se que estaba con julieta pero no se. Nunca había cruzado palabras con julieta, solo la conozco artisticamente como cazzu.

Ahora mismo estoy en el baño a punto de bañarme. Tomas seguía dormido, no se iba a despertar a esta hora, apenas eran las ocho y media de la mañana.

Me quedé bajo el agua caliente del baño, intentando relajar mis pensamientos y mis músculos tensos. La ausencia de Tomás durante la noche había sido un golpe para mí, y no podía evitar preguntarme qué había pasado entre él y Julieta.

Al salir del baño, me envolví en una toalla y me acerqué a la cama donde Tomás seguía durmiendo. Lo observé durante un momento, su rostro tranquilo y relajado. Me sentí un poco celosa, pensando que quizás había pasado la noche con Julieta.

Me acerqué a la cocina para preparar un café, necesitaba algo para despertarme y sacudir la sensación de inseguridad que me invadía. Mientras esperaba que el café estuviera listo, miré mi teléfono y vi que no había mensajes.

Regresé a la habitación y me senté en la cama junto a Tomás. Lo miré fijamente, esperando que se despertara y me explicara qué había pasado.

Después de unos minutos, Tomás abrió los ojos y me miró.

-¿Qué pasa?- preguntó, con voz somnolienta.

Me encogí de hombros.

-¿Dónde estuviste anoche?- pregunté, intentando mantener la calma.

Tomás se sentó en la cama y se frotó los ojos.

-Lo siento, Isabella. Tuve que ayudar a Julieta con un problema.-, dijo.

Me sentí un nudo en el estómago.

-¿Qué problema?- pregunté.

Tomás suspiró.

-Hablaré contigo sobre eso más tarde, ¿de acuerdo?- dijo y solo asenti cabizbaja.

Tomás se levantó de la cama y se vistió. Me miró y sonrió débilmente.

-¿Quieres desayunar?- preguntó.

Asentí, aún sin hablar. Tomás me tomó de la mano y me llevó a la cocina.

Mientras desayunábamos, Tomás intentaba hablar de cosas triviales, pero yo no estaba interesada.

-Isabella, lo siento mucho por anoche. - dijo de repente.

-Me duele que no me hayas dicho la verdad. - respondí.

Tomás suspiró.

-Julieta es una amiga de hace años, me ayudo a superarte en su tiempo. Su hermana está enfermo y necesitaba ayuda para encontrar un médico especializado. - explicó.

Me sentí aliviada.

-¿Eso es todo?- pregunté.

Tomás asintió.

-Sí, eso es todo. No hay nada más. - dijo.

Me sentí un poco tonta por haber pensado lo peor.

-Lo siento por no confiar en ti.- dije.

Tomás me sonrió.

-No hay nada que disculpar. Entiendo que estuvieras preocupada.- dijo.

En ese momento, sonó el timbre de la puerta. Era Julieta.

-Hola, Tomás. Hola, Isabella. - dijo, sonriendo.

Me sentí un poco incómoda, pero Tomás me tomó de la mano y me dio un apoyo.

-¿Quieres entrar?- preguntó Tomás.

Julieta asintió y entró.

Me sentí incómoda con la presencia de Julieta.

Aunque Tomás me había explicado que Julieta era solo una amiga, no podía evitar sentir una pequeña incomodidad al verla allí, en nuestra casa.

Julieta se sentó en el sofá y comenzó a hablar sobre su hermana y su enfermedad. Tomás la escuchaba atentamente, y yo me sentí un poco apartada.

Después de un rato, Julieta se levantó para irse.

-Gracias por todo, Tomás. - dijo, sonriendo.

Tomás se levantó y la abrazó.

-No hay problema, Julieta. Estoy aquí para ti. - dijo.

Me sentí un poco celosa al ver el abrazo, pero intenté controlar mis emociones.

-Adiós, Isabella. - dijo Julieta, sonriendo.

-Adiós.- respondí, intentando sonreír.

Cuando Julieta se fue, Tomás se sentó junto a mí.

-¿Estás bien?- preguntó.

Asentí.

-Sí, estoy bien. - respondí.

Tomás me tomó de la mano.

-Isabella, te juro que no hay nada entre Julieta y yo. Solo somos amigos.- dijo.

Me sentí un poco mejor al escuchar sus palabras.

-Lo sé. - respondí. -Pero no puedo evitar sentirme un poco incómoda.

Tomás me sonrió.

-Entiendo. - dijo. -Pero te prometo que siempre serás la primera en mi vida.

Me sentí aliviada y le sonreí.

- enserió perdón.- me acerqué para abrazarlo y el me subió arriba de el, me abrazo poniendo su cabeza en mi pecho.

- No importa, isa.- beso mi cuello y rei por las cosquillas que me causaba.

- Basta, tomi.- dejo de hacerlo y volteo a verme.

Nos quedamos viéndo fijamente. Veía sus lindos tatuajes de la cara. Baje mi vista a su labios y luego a sus ojos.

No aguantamos un segundo más y cortamos la distancia de nuestros labios.

En medio de nuestro beso sonreí y el también, pegue más nuestros cuerpos y el se dejó caer en el sillón y yo arriba de el.

Nos separamos y nuestras respiraciones estaban agitadas. No vimos a los ojos y reímos.

Me recosté sobre su pecho mientras el acariciaba mi cabello.

Había un silencio, pero no incómodo, con el el silencio no sería incómodo para nada.

- Te quiero mucho, isa.- me dijo y no evite sonreír.

- Yo también, tomas.- me abrazo y de repente mis ojos pesaban, hasta que finalmente me dormí

- me abrazo y de repente mis ojos pesaban, hasta que finalmente me dormí

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