El hombre comenzó su charla con una calma que llenaba el ambiente. Miró a todos los presentes con una expresión de comprensión, como si reconociera el peso invisible que cada uno cargaba.
—A menudo, nos enseñan a dividirnos en partes, a creer que hay una versión de nosotros que es digna y otra que debe ser rechazada. La "luz" y la "oscuridad" de nuestro ser. Nos pasamos la vida buscando esa luz, intentando huir de lo que consideramos oscuridad, de las partes que no queremos reconocer. Pero esa es la paradoja más grande de todas. Al ignorar o rechazar nuestra sombra, en realidad, estamos negándonos a nosotros mismos.
Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran hondo. Luego continuó:
—La vida es un equilibrio constante entre ambas cosas: luz y sombra. Ambas existen en nosotros y tienen un propósito. La sombra guarda nuestros miedos, nuestras heridas y también nuestra vulnerabilidad. Y es esa vulnerabilidad la que nos hace humanos. Nos pasamos tanto tiempo tratando de encajar, de ser "buenos", de mostrar solo lo que creemos que los demás quieren ver, que olvidamos que esas sombras también tienen algo que enseñarnos.
El hombre tomó un sorbo de agua antes de proseguir, y el silencio en la sala era absoluto.
—En nuestra sombra están nuestros secretos, nuestros miedos más profundos, y a veces, cosas que no comprendemos o que desearíamos dejar atrás. Pero al reprimir estas partes de nosotros mismos, solo estamos ocultando el dolor, acumulándolo hasta que se convierte en un peso insoportable. Lo irónico es que en esa oscuridad también se esconde nuestra fuerza, porque cada una de nuestras heridas, cada miedo y cada tristeza es una prueba de todo lo que hemos atravesado y, aun así, seguimos adelante.
Se inclinó ligeramente hacia la audiencia, hablando con una suavidad que transmitía comprensión y esperanza.
—Aceptar nuestras sombras no significa resignarnos a ellas, sino reconocer que forman parte de quienes somos. La paz no se encuentra en destruir la oscuridad, sino en abrazarla. Porque solo al aceptar lo que somos completamente, con nuestras luces y nuestras sombras, podemos avanzar. La felicidad verdadera no surge de rechazar nuestras heridas, sino de entenderlas, de aprender de ellas y, al final, de reconciliarnos con ellas.
La sala permanecía en silencio, pero era un silencio profundo, de reflexión. El hombre finalizó con una sonrisa tranquila:
—Así que, mi invitación para cada uno de ustedes es esta: dejen de luchar contra su sombra y empiecen a escucharla. Háblenle, aprendan de ella, permitan que sea parte de su historia. Porque al final, la vida es todo eso: luz, sombra, y el misterioso equilibrio que encontramos entre ambas. Y es allí donde reside nuestra verdadera paz.
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la búsqueda infinita de la felicidad
Fiksi RemajaAna ha pasado gran parte de su vida buscando una felicidad que siempre parece estar fuera de su alcance. Atrapada entre el dolor de su pasado y la desesperación de su presente, se siente perdida en un mundo que no parece tener lugar para ella. Su me...