Alina estaba sentada en el asiento del pasajero mientras se limpiaba los muslos, aún le temblaban las piernas, estaba hecha un desastre.
Caesar la miró por el rabillo del ojo, con una pequeña sonrisa en sus labios. "Lo hiciste bien", dijo con voz profunda y satisfecha. Él se acercó y colocó una mano sobre su muslo, dándole un suave apretón. "Me hiciste perder el control."
Alina dejó escapar un pequeño gemido cuando el líquido blanquecino se deslizó por su piel hasta el asiento, luego miró a Caesar avergonzada. "Esas manchas... se quitan, ¿verdad?" Preguntó ante su pequeño desorden.
Caesar se rió entre dientes ante su pregunta, sus ojos brillaban de diversión. "Oh amor, si tan solo esas manchas fueran lo único en este auto", bromeó. "No creo que un poco de semen en el asiento sea lo peor que este auto haya presenciado".
Alina se sonrojó ante sus audaces palabras y detuvo sus movimientos. "Suena asqueroso si lo dices así..." murmuró un poco molesta por la vergüenza.
La risa de Caesar se convirtió en una carcajada ante su reacción. "Lo siento, amor. No puedo evitar burlarme de ti", dijo, con la voz llena de diversión. Se inclinó y le dio un beso en la comisura de la boca.
Alina se quedó quieta por un momento antes de su beso y miró la pila de pañuelos sucios y su agujero ahora rojizo todavía goteaba sus fluidos, él se había corrido varias veces dentro de ella.
Caesar la observó mientras ella se sentaba quieta a su lado. Podía ver el cansancio y la satisfacción en sus ojos, y eso hizo que una pequeña sonrisa apareciera en sus labios. Él se acercó y tomó un pañuelo de papel, extendiéndolo suavemente sobre su dolorido agujero mientras ella se recostaba.
"¿Crees que existe el olor a sexo?" Preguntó de repente mientras aceptaba la ayuda de Caesar para limpiarse.
Caesar se rió entre dientes de nuevo, su aliento rozando su oreja. "No lo sé, amor. Tal vez sí y tal vez no exista, pero puedo decirte que este auto ciertamente huele a sexo ahora", dijo, abrazándola cerca.
"No quiero volver a casa oliendo así..." Dijo mirando el desorden entre sus piernas, todo su agujero estaba rojo hasta sus muslos y nalgas, las cuales estaban manchadas de Caesar. "¿Crees que podría ducharme en tu casa o no hay olor después de hacer... esto..."
Caesar sonrió ante su inocencia y la repentina pregunta. "Oh, te aseguro que el olor persiste, pero ciertamente podría permitirte una ducha en mi casa", dijo, pasando su mano por su cabello con un toque suave, mientras la ayudaba a recoger su ropa para vestirse nuevamente.
Alina recogió sus bragas de debajo del asiento y Caesar le entregó la blusa y el sujetador, su falda solo le había subido hasta la cintura por lo que todavía la llevaba puesta. "Dios... supongo que extraño el condón." Murmuró al ver el desastre que habían hecho dentro del auto. Al parecer el implante tenía sus desventajas.
Caesar volvió a reírse mientras la veía limpiarse, sin dejar de mirar su rostro. "Siempre puedes usar uno si quieres", dijo en voz baja, antes de continuar, "pero prefiero la libertad de no usarlo contigo".
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Los Deseos de mi Papi | Libro I
Romance"Voy a preguntar esto una vez más y no quiero confusión. ¿Te acuestas con mi hijo?" Le preguntó el padre del chico que le gustaba, tampoco le gustó la mirada que le dio que recorrió todo su cuerpo, inmediatamente se arrepintió de usar un lindo vest...