Naruto se recostó en el sofá de su departamento, observando el techo mientras la suave luz de la tarde comenzaba a teñirse de tonos anaranjados. Hacía meses que había decidido darle a Sasuke una segunda oportunidad, y aunque a veces se sentía en paz con su decisión, había días como este en los que esa pequeña espina en su interior volvía a punzar. Era un dolor tenue, una sombra constante que se mantenía en el fondo, esperando el momento exacto para hacerle dudar.
Miró el techo, perdido en sus pensamientos, y su mente volvió a aquellos días que habían provocado esta montaña rusa de emociones. Su relación con Sasuke siempre había sido complicada. Desde el inicio, ambos parecían destinados a chocar, como dos fuerzas opuestas que se atraían y se repelían a la vez. Naruto recordaba las discusiones intensas, los momentos de tensión donde una sola palabra podía hacer estallar todo. Pero también recordaba las risas, los pequeños detalles que Sasuke le mostraba en sus momentos de vulnerabilidad, y el latido fuerte de su propio corazón cada vez que Sasuke lo miraba con esos ojos oscuros y profundos. Sasuke, con todo su misterio y sus defectos, había logrado ganarse un espacio en su vida que nadie más podría llenar.
Y, sin embargo, aquí estaban, intentando sanar, intentando reconstruir lo que una vez fue quebrado.
Naruto cerró los ojos, dejándose llevar por el torrente de recuerdos. Recordaba claramente aquella noche en la que todo se había roto, la revelación de la traición de Sasuke, el golpe brutal que había sido para él darse cuenta de que, por algún motivo que jamás podría entender del todo, Sasuke había dejado que alguien más llenara un espacio en el que él confiaba plenamente. En ese momento, Naruto se sintió vacío, como si la confianza que había construido con tanto esfuerzo y amor se hubiese roto en un instante. Se había apartado, intentando protegerse, pero había sido inútil. El dolor, la rabia, y la inseguridad lo habían perseguido en cada rincón de su vida, como una sombra que se negaba a desaparecer.
Al principio, Sasuke había intentado acercarse con insistencia, disculpándose y rogándole una oportunidad para explicarse, pero Naruto estaba demasiado dolido como para escuchar. No obstante, los días pasaron, y poco a poco, su furia fue dando paso a la tristeza y a una soledad abrumadora. Incluso en sus momentos más oscuros, Naruto no podía negar que había algo en Sasuke que no lograba borrar. Una voz en su interior le susurraba que, tal vez, Sasuke aún era la persona que podía entenderlo mejor que nadie. Fue en ese momento que Naruto decidió, por primera vez en su vida, que iba a arriesgarse otra vez, a pesar de la herida que aún latía en su pecho.
Con el tiempo, se dio cuenta de que Sasuke había cambiado, que la culpa lo había golpeado como pocas veces había visto en él. Aunque Sasuke rara vez expresaba sus sentimientos abiertamente, Naruto notaba pequeños gestos, detalles casi imperceptibles que antes pasaban desapercibidos. Sasuke ahora se detenía a observarlo con una mirada que mezclaba arrepentimiento y una necesidad de enmendar el daño que había causado. A veces, de la nada, se disculpaba, como si aún le costara creer que Naruto lo había perdonado. Había noches en que Naruto despertaba y veía a Sasuke a su lado, con el rostro tranquilo, pero sus dedos entrelazados con los de él como si temiera que desapareciera al despertar. Esos momentos de vulnerabilidad en Sasuke eran raros, pero cuando sucedían, hacían que Naruto quisiera aferrarse a él, querer creer que esta vez sería distinto.
A pesar de todo, Naruto no podía negar que el miedo aún seguía allí, siempre acechante, aguardando cualquier error, cualquier pequeño desliz de Sasuke para recordarle lo que había pasado. Había días en que esa sombra se hacía tan pesada que le costaba respirar, y aunque Sasuke no lo sabía, Naruto tenía que salir a tomar aire, a despejarse, porque temía que si se quedaba, podría explotar y perder el control. La espina del miedo, como él la llamaba, era una constante, un recordatorio cruel de que la confianza podía quebrarse en un solo segundo. Aunque tratara de no darle poder, esa espina nunca desaparecía del todo.
Pero, a pesar de todo, había algo que lo mantenía en pie junto a Sasuke: la esperanza. Naruto se daba cuenta de que ambos eran unos idiotas para amar, dos personas torpes y cabezotas que nunca habían aprendido a expresar lo que sentían sin enredarse en malentendidos, orgullo y errores. Sabía que Sasuke era su propio enemigo, atrapado entre su frialdad y su necesidad de mantener el control, pero Naruto lo entendía de una forma que probablemente nadie más podía. Y, aunque la herida aún estaba allí, había algo en Sasuke que le hacía querer intentarlo una vez más.
Naruto sonrió con amargura. Sabía que no era fácil para ninguno de los dos, él y Sasuke no eran perfectos, que ninguno de los dos tenía una idea clara de lo que era amar sin herir. Ambos estaban aprendiendo, y el aprendizaje dolía. Pero quizás esa era la naturaleza de las relaciones difíciles, pensó. Quizás era así como se construían los vínculos fuertes, con lágrimas, con errores y disculpas repetidas, con el miedo y el amor siempre entrelazados. Quizás, precisamente por todo eso, la relación que compartían se sentía tan real, tan viva.
En el fondo, él mismo era un idiota que, a pesar de todo, siempre se lanzaba al vacío, confiando en que la caída no sería tan dolorosa. Quizás esa era la razón por la que aún estaba allí, porque aunque las sombras intentaran alcanzarlo, aunque la inseguridad y el miedo estuvieran siempre presentes, la luz de esa esperanza le daba la fuerza para quedarse. Y Sasuke, aunque no fuera perfecto, aunque tuviera sus defectos, estaba intentando, y eso significaba mucho para Naruto.
Recordó una noche reciente en la que habían tenido una conversación honesta, uno de esos raros momentos en que Sasuke le había confesado su miedo a perderlo de nuevo. "No merezco que me perdones, lo sé", había dicho Sasuke, mirándolo directamente a los ojos, su expresión seria y vulnerable. Naruto había sentido que, por primera vez, Sasuke entendía realmente el dolor que le había causado. Y en ese instante, Naruto supo que tal vez esa era la única forma en la que ambos podrían seguir adelante, aceptando que las cicatrices estarían ahí, pero también aceptando que ninguno de los dos podía cambiar lo que sentían.
Abrió los ojos y respiró profundamente, dejando que esa paz momentánea se asentara en él, como una promesa silenciosa de que estaba haciendo lo correcto. Naruto se dio cuenta de que amar a Sasuke era como caminar al borde de un precipicio, pero en lugar de sentir vértigo, sentía que esa caída podía llevarlo a un lugar que valiera la pena. Era el amor más complicado que había conocido, lleno de tropiezos, de silencios incómodos, de disculpas y de perdones, pero también de momentos de risa y consuelo que nunca había tenido con nadie más.
En ese instante, comprendió que el amor verdadero no era perfecto ni lineal. Y tal vez ambos eran idiotas para amar, tal vez ninguno de los dos había aprendido aún cómo expresar todo lo que sentían sin herirse mutuamente. Pero ese amor, con todos sus defectos y sus intentos fallidos, también era lo que los hacía únicos, lo que hacía que cada segundo juntos, por incierto que fuera, valiera la pena.
Naruto suspiró y sonrió para sí mismo, en paz con su decisión.
Entonces, una pequeña vibración llamó su atención. Ni siquiera tuvo que pensarlo tanto para saber quién era. Solo sonrió mientras leía su mensaje. Corto con una sola pregunta.
"¿Cómo estás? No duermas tan tarde si no quieres quejarte de las ojeras. ¿Ya comiste?"
Respondió con calma, y apagó la pantalla.
Aún había sombras, y la espina en su corazón podría nunca desaparecer por completo. Pero sabía que Sasuke estaría allí, esperando, dispuesto a intentarlo una y otra vez. Porque, al final del día, ninguno de los dos sabía cómo amar de una manera diferente, y, aunque eso significara tropezar, caer y levantarse, también significaba que ambos seguirían eligiéndose, incluso cuando el amor no fuera sencillo.
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Enamorado del idiota; SasuNaru.
FanficNaruto siempre supo que amar a Sasuke Uchiha no sería fácil, pero nunca imaginó cuánto dolería. Después de años de amistad, y sentimientos no correspondidos, por fin parecía que las cosas iban a cambiar. Sin embargo, el destino tenía otros planes. A...