Capítulo 4: Un Café

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El sonido de las cucharillas tintineando contra las tazas de cerámica llenaba la cafetería, mezclándose con el murmullo de conversaciones suaves y el aroma a café recién molido. Marta estaba sentada en una mesa al fondo, junto a una ventana. Observaba el ajetreo de la gente que pasaba por la calle, pero su mente estaba lejos, perdida en pensamientos sobre su galería y las decisiones que había tomado en los últimos meses.

Mientras removía lentamente su café, vio una figura familiar entrar por la puerta. Era Fina, la artista cuyo trabajo había expuesto hace unas semanas en su galería. Marta se sorprendió un poco al verla, ya que no había tenido mucho contacto con ella desde entonces. Su exposición había sido todo un éxito, pero sus caminos no se habían cruzado desde la clausura del evento.

-Fina, ¿qué sorpresa? -Marta alzó una mano en un saludo casual cuando la vio buscando una mesa vacía.

Fina, quien al principio no había notado la presencia de Marta, sonrió al verla.

-¡Marta! -exclamó con un gesto amigable-. No esperaba encontrarte aquí.

-Yo tampoco, pero me alegro de verte. ¿Te gustaría sentarte un rato? -Marta señaló la silla vacía frente a ella.

-Claro, me vendría bien un descanso -respondió Fina, con una sonrisa sincera.

Pidió un café al camarero y se sentó, acomodando su chaqueta sobre el respaldo de la silla. Por un momento, ambas se quedaron en silencio, como si el ruido de la cafetería les ofreciera una excusa para no hablar de inmediato. Pero finalmente, Marta decidió romper el hielo.

-La verdad, me quedé pensando mucho en tu exposición -comenzó Marta, mirando a Fina con una mezcla de curiosidad y admiración-. El uso del color, la energía... fue diferente a lo que suelo ver en la galería. ¿Cómo fue para ti?

Fina tomó un sorbo de su café antes de responder, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.

-Fue una experiencia intensa -admitió-. Me sentí vulnerable al exponer tanto de mí misma, especialmente en un lugar tan serio. Pero a la vez fue liberador. Supongo que es lo que buscamos los artistas, ¿no? Esa mezcla de miedo y libertad.

Marta asintió, recordando sus propios días como artista, antes de que el peso de la gestión y los negocios se interpusiera en su pasión por pintar.

-Te entiendo. Hace mucho que no me siento así con mi propio trabajo. Gestionar la galería me ha absorbido tanto que a veces me olvido de lo que me llevó al arte en primer lugar. -Hizo una pausa, notando la empatía en la mirada de Fina-. ¿Siempre supiste que querías ser artista?

Fina sonrió, apoyando los codos en la mesa mientras hablaba.

-No, para nada. De hecho, me tomó tiempo aceptar que lo que realmente me apasionaba era pintar. Crecí pensando que tenía que tener una carrera más "convencional". Pero con el tiempo, me di cuenta de que nada me llenaba tanto como el arte, así que lo seguí. Y aquí estamos -rió suavemente-. ¿Y tú? ¿Cómo fue para ti?

Marta suspiró, removiendo su café aunque ya no necesitaba hacerlo.

-Siempre quise dedicarme al arte, pero con los años, las expectativas y la presión me llevaron por otros caminos. Terminé abriendo la galería como una forma de estar cerca del arte, aunque eso significara alejarme de mi propia obra. Me encanta lo que hago, pero a veces siento que he perdido la conexión con mi propia creatividad.

Fina asintió, su expresión reflejando comprensión.

-Debe ser difícil encontrar ese equilibrio. Tener una galería es un trabajo enorme. Pero si te desconectas de tu arte, ¿qué queda?

Marta se quedó pensando en esa pregunta, sintiendo que Fina había dado en el clavo. Era exactamente lo que ella misma había estado cuestionando durante los últimos meses. ¿Qué quedaba de su esencia artística si todo lo que hacía era para los demás?

-No lo sé -admitió finalmente-. Creo que eso es lo que me ha estado pesando. Ver tu exposición me recordó lo que se siente crear desde un lugar auténtico, sin pensar en si venderá o no, solo por la necesidad de expresarse.

Fina se inclinó un poco hacia adelante, con una chispa de emoción en los ojos.

-Deberías intentarlo de nuevo. Volver a pintar, pero para ti. Olvidarte del negocio y solo crear por el placer de hacerlo. Quizás eso te devuelva esa chispa.

Marta la miró en silencio durante unos segundos, sintiendo una pequeña chispa de esperanza encenderse en su interior.

-Tienes razón -dijo finalmente-. Tal vez es eso lo que necesito. Retomar el pincel sin pensar en el resultado, solo dejar que el proceso me guíe.

La conversación se desvió hacia temas más ligeros, desde la vida en la ciudad hasta anécdotas divertidas de sus respectivas carreras. A medida que hablaban, Marta se daba cuenta de que, aunque no conocía mucho de la vida personal de Fina, había una conexión genuina entre ellas. No eran exactamente amigas, pero tampoco eran solo conocidas. Era como si compartieran una comprensión tácita, una especie de complicidad que surgía de la pasión por el arte y las experiencias que ambas habían vivido.

Antes de que el tiempo se les escapara, Marta, casi de manera impulsiva, lanzó una invitación.

-Oye, si algún día tienes tiempo, podrías pasarte por la galería cuando no haya nadie. Me encantaría mostrarte algunos de mis trabajos antiguos, esos que nunca llegué a exponer. Podría ser interesante tener tu opinión.

Fina se sorprendió, pero sonrió agradecida.

-Me encantaría. Siempre es fascinante ver el lado más personal de los artistas, más allá de lo que muestran en público.

Marta asintió, sintiendo que esta conversación había abierto una puerta que quizás llevaba tiempo cerrada. Tal vez no era solo el arte lo que necesitaba redescubrir, sino también las conexiones que podía hacer a través de él.

-Genial. Te avisaré cuando sea un buen momento. Me encantaría continuar esta charla en un entorno más tranquilo -dijo Marta, sintiendo que esta nueva relación con Fina podría ser justo lo que necesitaba para reencontrarse con su propia pasión.

-Espero esa invitación -respondió Fina con una sonrisa cálida, recogiendo su bolso-. Ha sido una gran conversación. Siento que aún tenemos mucho que aprender la una de la otra.

-Sí, lo siento igual -dijo Marta, sintiendo una extraña mezcla de nervios y emoción ante lo que podría venir después.

Fina se despidió con un gesto amigable y salió de la cafetería, dejando a Marta sola con sus pensamientos. Miró el reflejo de su propio rostro en la ventana, pensando en lo que había compartido con Fina y en lo que ella misma había descubierto en esa conversación.

Lienzo del alma - MafinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora