Charles estaba observando desde lejos, y aunque sabía que Lando era alguien importante para Carlos, verlos en un abrazo tan afectuoso despertó algo en él que no había sentido antes: celos. Había visto la risa en los ojos de Carlos al hablar con Lando, esa conexión especial que compartían desde sus días en McLaren, y aunque confiaba en Carlos, no pudo evitar que el dolor y la inseguridad lo invadieran.
Más tarde, mientras recogían sus cosas para ir al hotel, Charles estaba visiblemente distante, y Carlos lo notó de inmediato. Al llegar a su habitación, decidió enfrentar la situación.
"Charles, ¿todo bien?" preguntó Carlos, tocando suavemente el brazo de Charles.
Charles desvió la mirada y se cruzó de brazos. "Lo vi, Carlos. A ti y a Lando. Parecía que… que todavía significa mucho para ti."
Carlos soltó un suspiro y dio un paso hacia él. "Charles, Lando es mi amigo, claro que significa mucho para mí. Pero lo que siento por ti es diferente. Es… es algo que nunca sentí antes, ni con él ni con nadie."
Charles lo miró, con sus ojos vulnerables, como si intentara procesar las palabras. Carlos entonces le tomó ambas manos y las entrelazó con las suyas. "Tú eres quien está en mi vida, Charles. Quien ocupa mi corazón. Lando siempre será mi amigo, pero tú eres a quien yo elegí."
Las palabras calmaron a Charles, quien finalmente sonrió, sintiéndose aliviado. "Perdóname. Supongo que verlos juntos me hizo darme cuenta de lo mucho que te quiero y de lo mucho que me asusta perderte."
Carlos sonrió y lo abrazó. "No tienes por qué temer, Charles. Estoy aquí, y siempre lo estaré, contigo."
Aquel momento de celos se transformó en una prueba superada para ambos. La sinceridad de Carlos y el amor entre ellos fortalecieron su relación, enseñándoles a confiar y a valorar lo que tenían. Para Charles, ver a Carlos con Lando ya no era una amenaza, sino un recordatorio de que, aunque el pasado de Carlos siempre sería parte de él, su futuro estaba a su lado.
