A comienzos de 2024, la noticia cayó sobre Carlos como un balde de agua fría: Ferrari había decidido no renovarle el contrato para 2025, y la única opción viable para continuar en la Fórmula 1 era aceptar una oferta de Williams. Para Carlos, la decisión fue difícil de digerir. Ferrari era su hogar y, lo que era aún más importante, el equipo en el que estaba Charles. Sin embargo, sabía que no podía detener el cambio, así que, en un intento por proteger a Charles, decidió no contarle hasta tener una solución clara.
Los días pasaron, y Carlos intentó actuar con normalidad, pero Charles notaba algo raro en su comportamiento. Cada vez que hablaban sobre el futuro, Carlos esquivaba el tema o lo cambiaba sutilmente. Charles lo notaba, pero decidió esperar a que Carlos se abriera.
Sin embargo, la verdad llegó de forma inesperada. En una reunión con sus ingenieros, uno de ellos hizo mención del rumor que ya circulaba en el paddock: Lewis Hamilton sería el nuevo compañero de Charles en 2025. La noticia dejó a Charles en shock. No solo significaba que Carlos se iría, sino que se estaba enterando por alguien más.
Al terminar la reunión, Charles buscó a Carlos con el corazón roto y la mirada encendida de decepción. Lo encontró en el garaje, ajustando sus guantes, concentrado en lo que parecía ser una tarea rutinaria.
“¿Por qué no me lo dijiste?” soltó Charles, su voz apenas contenida.
Carlos levantó la mirada y se dio cuenta de inmediato de que Charles lo sabía. Sintió el peso de la culpa apoderarse de él. “Charles, no quería preocuparme de algo que no podía controlar. No quería que... sintieras que te estaba dejando atrás.”
“¿Dejarme atrás? ¡Carlos, deberías habérmelo dicho! Somos un equipo, fuera de la pista también. Me siento como un extraño en algo que nos afecta a ambos.” Charles apretó los puños, tratando de calmarse, pero la herida estaba abierta.
Carlos, arrepentido, dio un paso adelante. “Lo sé, Charles. Fue egoísta de mi parte pensar que podía protegerte de esto. Tenía miedo de que al decírtelo... nuestra relación cambiara. Pero tienes razón, merecías saberlo.”
Charles suspiró y, aunque las lágrimas brillaban en sus ojos, le dio una pequeña sonrisa. “Solo prométeme una cosa, Carlos. Que cuando estés en Williams, cuando estemos en equipos distintos, no dejarás de ser tú. Que seguirás peleando en cada carrera, como siempre lo has hecho. Eso es lo que más admiro de ti.”
Carlos le tomó la mano, apretándola con fuerza. “Te lo prometo. Y aunque no estemos en el mismo equipo, esto…” dijo, refiriéndose a su relación, “esto es para siempre. Nada ni nadie podrá cambiar lo que siento por ti.”
Ese día, ambos comprendieron que, aunque sus carreras tomarían rumbos distintos, su amor y su compromiso mutuo serían la fuerza que los mantendría unidos, incluso cuando estuvieran en lados opuestos de la pista.