Bochi The Rock Alternative: El Resurgir de Las Cenizas

Prólogo: El Último Viaje

El viento soplaba suavemente, acariciando las ventanas del autobús mientras avanzaba por la carretera. La emoción dentro del vehículo era palpable. Las chicas de Kessoku Band estaban en su elemento, riendo y compartiendo chistes mientras se dirigían a su próximo gran concierto. Para ellas, la música no solo era un escape, era la manera en que conectaban con el mundo, con el público y, sobre todo, entre ellas mismas.

Bocchi, como siempre, estaba en su rincón, con su guitarra en brazos. Observaba a sus amigas con una sonrisa tímida, incapaz de expresar en palabras lo agradecida que estaba por haberlas conocido. Nijika, Ryo y Kita eran el alma de la banda, y ella, a su manera, sentía que era la pieza silenciosa pero fundamental. Había encontrado su lugar.

—Bocchi, ¿estás lista para darlo todo esta noche? —preguntó Nijika, mientras reía y la miraba desde su asiento.

Bocchi asintió, aunque su estómago estaba lleno de mariposas. Cada concierto la ponía nerviosa, pero sabía que, mientras estuvieran juntas, todo estaría bien. Las bromas y risas continuaron mientras el autobús avanzaba por una carretera que serpenteaba entre montañas.

Pero en un abrir y cerrar de ojos, todo cambió.

Un sonido ensordecedor de frenos, el chirrido de metal retorciéndose y los gritos llenaron el aire. El autobús perdió el control. En medio de la confusión, Bocchi sintió como si el tiempo se ralentizara. La adrenalina golpeó su cuerpo y todo se volvió borroso.

Oscuridad.

Despertó en una cama de hospital. Las luces fluorescentes le dolían en los ojos, y el aroma a desinfectante invadía sus sentidos. Todo su cuerpo dolía, pero no era nada comparado con el vacío que sentía en su pecho. 

Un doctor acompañado de sus padres era lo que vio al despertar y lo primero que pensó al despertar era preguntar que esta pasando y sobre todo donde estaban sus amigas y compañeras de banda.

Su padre con lágrimas en los ojos junto con su madre que agachaba la mirada.

Escucho esas palabras que nunca pensó escuchar, lo que provoco que sintiera como si le arrancaran el corazón. 

Entonces lo supo.

Sus amigas no estaban allí.

Nijika, Ryo y Kita... se habían ido.

Un torrente de emociones la golpeó. ¿Por qué ella había sobrevivido? ¿Por qué el destino había sido tan cruel? Lágrimas silenciosas comenzaron a caer por sus mejillas. Las imágenes del accidente se mezclaban en su mente con los recuerdos de momentos felices, los ensayos, las presentaciones, y las bromas que nunca volverían a oírse. Estaba sola.

Durante los días siguientes, apenas podía hablar. Su familia y algunos amigos la visitaban, pero nada de lo que decían parecía llegarle. Era como si estuviera atrapada en una burbuja, viendo el mundo desde lejos, incapaz de sentir nada más que el dolor abrumador de la pérdida.

Pero, en medio de la tristeza, algo extraño comenzó a suceder. En sueños, veía a sus amigas. No eran visiones dolorosas, sino imágenes reconfortantes, donde Nijika, Ryo y Kita la animaban a seguir adelante. En esos momentos, sus sonrisas eran tan reales que Bocchi sentía que estaban a su lado.

—No te rindas, Bocchi —decía Nijika, con esa energía vibrante que siempre la había caracterizado—. Nosotras siempre estaremos contigo.

Kita, con su alegría contagiosa, asentía mientras tocaba su guitarra en esos sueños, como si nada hubiera cambiado. Y Ryo, siempre calmada y sabia, simplemente sonreía.

Bocchi despertaba de esos sueños con lágrimas en los ojos, pero también con una pequeña chispa de esperanza. A pesar de su dolor, algo dentro de ella le decía que sus amigas querrían que siguiera adelante, que siguiera tocando, que no dejara morir la música que tanto amaban.

El viaje de Bocchi apenas comenzaba. Un viaje lleno de dolor, sanación, y, eventualmente, un nuevo capítulo donde la música volvería a ser su refugio. Aunque ya nada sería igual, sabía que las voces de sus amigas seguirían resonando en cada acorde que tocara.