Bocchi revisó la lista de nombres y respiró hondo. Había muchas candidatas para las audiciones de su banda, cada una con una promesa de talento y un toque único que podría revitalizar a la Kessoku Band. Los nervios la invadieron, pero a su lado estaban Hina, Sora y Yui, quienes la apoyaban con miradas de ánimo y sonrisas amistosas.
El primer paso estaba dado, pero faltaba elegir a la tecladista. El plan era claro: encontrar a alguien que no solo tuviera talento, sino que también estuviera dispuesta a conectar con la esencia de la banda y con la historia que estaba detrás de cada canción y acorde.
A medida que las chicas se acomodaban en el salón de ensayo, Hina, quien había asumido una especie de rol de coordinadora en la banda, tomó la lista y leyó en voz alta los nombres. Cada una de las aspirantes entraría una por una, tocando su mejor pieza y luego improvisando junto a Bocchi y las demás.
La primera en entrar fue una chica tímida de cabellos oscuros y gafas, quien interpretó una melodía melancólica en el teclado. Bocchi escuchó cada nota con detenimiento, pero sintió que algo le faltaba. Mientras tocaba, Bocchi se dio cuenta de que aquella chica parecía temerosa de realmente conectarse con la música. La audición transcurrió sin mayores sobresaltos, pero Bocchi no se sentía convencida de que ella fuera la indicada.
Varias aspirantes más pasaron por la sala de ensayo. Algunas tenían un dominio técnico impresionante; otras poseían una energía vibrante, pero la banda buscaba algo más. Necesitaban a alguien con la capacidad de transmitir emociones profundas, alguien que pudiera entender los matices de lo que la Kessoku Band significaba para Bocchi y el legado de sus amigas.
Finalmente, la última chica de la lista ingresó al salón. Su nombre era Mei, una joven de cabello corto y ojos brillantes, quien al entrar saludó con una sonrisa segura. De inmediato captó la atención de todas; su aura era diferente, parecía irradiar una energía especial, algo que Bocchi no había sentido con las otras aspirantes.
—Hola, soy Mei, y estoy muy emocionada de estar aquí —dijo con una voz clara y firme, mientras se sentaba frente al teclado.
Hina, Sora y Yui intercambiaron miradas de interés. Algo en la confianza de Mei parecía prometer que estaba a punto de sorprenderlas. Mei colocó sus manos sobre las teclas y comenzó a tocar una pieza que ella misma había compuesto. La melodía era intensa, evocadora, y transmitía una mezcla de nostalgia y esperanza. Bocchi sintió que aquella canción la tocaba profundamente, como si cada nota lograra resonar con algo guardado en su interior.
Cuando Mei terminó, el silencio llenó la sala. Todas se miraron, y Bocchi, quien sentía un nudo en la garganta, rompió el silencio.
—Esa fue... increíble. ¿La compusiste tú? —preguntó, tratando de ocultar la emoción en su voz.
—Sí —respondió Mei—. Es una canción que escribí en memoria de mi hermana. Ella también era música y me inspiró a dedicarme a esto.
La confesión de Mei resonó en el corazón de Bocchi, quien sentía una conexión inmediata con ella. No solo era una talentosa tecladista, sino alguien que también comprendía la pérdida y la importancia de la música como un medio para sanar.
Yui, quien no solía hablar mucho en situaciones formales, rompió la tensión con una sonrisa cálida.
—Nos encantaría escucharte tocar algo con nosotras, Mei. ¿Estás lista?
Mei asintió, y pronto las cuatro chicas se acomodaron con sus instrumentos. Bocchi tomó la guitarra, Hina el bajo, Sora comenzó a rasguear algunos acordes en su guitarra rítmica, y Yui marcó el compás con la batería. Mei las observó y, con una expresión serena, comenzó a tocar, integrándose perfectamente con el ritmo de la banda.
La armonía entre ellas fue instantánea. Bocchi sintió cómo la música fluía sin esfuerzo; cada integrante parecía entender el ritmo y el sentimiento detrás de cada nota. Mei no solo tocaba el teclado; también comprendía cómo moverse con ellas, cómo adaptarse a cada cambio de ritmo que proponía Yui en la batería, a cada cambio en el bajo que sugería Hina.
Bocchi, perdida en la música, se permitió cerrar los ojos por un momento y sentir la presencia de sus amigas pasadas. Fue un momento catártico, y cuando finalmente abrieron los ojos, todas se miraron con una sonrisa. Mei había pasado la prueba.
Al finalizar la improvisación, las chicas sabían que no había necesidad de hacer más audiciones.
—Bienvenida a la Kessoku Band, Mei —dijo Hina, extendiéndole la mano para oficializar su ingreso.
Mei aceptó el saludo con una expresión de gratitud y emoción. Para Bocchi, era como si la banda se completara de nuevo, y, aunque las heridas aún estaban ahí, sentía que estaba dando un paso hacia la sanación. Con su voz firme, Bocchi finalmente se atrevió a decir en voz alta lo que había estado en su mente durante tanto tiempo.
—Quiero que la Kessoku Band sea un homenaje a quienes nos han dejado, pero también a nosotras mismas. Que nuestra música sea un lugar donde las emociones encuentren refugio, donde cada nota tenga un propósito.
Las demás asintieron, conmovidas por el sentimiento de Bocchi. Sabían que este era el comienzo de algo significativo, algo que no solo recordaría el pasado, sino que construiría un futuro.
Esa noche, cuando todas salieron del salón de ensayo, Mei caminó junto a Bocchi y compartieron una charla sincera. Mei le confesó que sentía un vacío en su vida desde la pérdida de su hermana, y Bocchi, quien comprendía ese sentimiento mejor que nadie, le prometió que juntas harían que la música las ayudara a sanar.
A medida que avanzaban hacia la salida, las luces de la ciudad las iluminaban, y en la quietud de la noche, Bocchi sintió que su vida comenzaba a retomar su curso, esta vez rodeada de personas que la comprendían y apoyaban incondicionalmente.
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Bochi The Rock Alternative: El Resurgir de Las Cenizas
FanfictionTras sobrevivir a un trágico accidente que se llevó la vida de sus tres mejores amigas y compañeras de banda, Bochi se enfrenta a su dolor más profundo. En su lucha por superar el duelo, encuentra apoyo en nuevos amigos y descubre la fuerza para seg...