-Si, papá. Lo sé, papá. Perdona, papá.
Llevo cuarenta minutos al teléfono con mi padre, y me está dando el sermón de mi vida por no haber ido ayer a cenar con ellos. Mi padre no echa broncas, echa sermones. En otra vida podría haber sido cura perfectamente. Creo que antes de conocer a mi madre se planteó meterse a un seminario.
-Lo intentaré, papá.
Aunque me he metido a la que era mi habitación para hablar, cuarto en el que ahora solo guardo el armario, intento hablar bajito.
-Yo también te quiero, papá, haré lo que pueda.
Me despido, agobiada. Me siento tan mal mintiendo a todo el mundo, y a la vez tan aliviada de que no sepan la verdad. Mi verdad.
No soportaría ver cómo me juzgan con la mirada al ver cómo vivo, o cómo me siento en realidad.
A ellos no les he contado nada de lo que pasé en el secuestro. Lo deducen, seguro. Pero tampoco hemos hablado de ello. Ni creo que lo hagamos.
Salgo del cuarto, y me asusto por un momento al ver el colchón vacío. Cuando me han llamado, he dejado al general durmiendo a pierna suelta en él. Se ha...
Ah, no, está ahí. En la cocina, haciendo café.
-Buenos días.
-Pensaba que se había ido.
- ¿Vuelve a tratarme de usted?
-Bueno, anoche fue... -Raro. -No sabía si procedía volver a tutearle.
-Yo diría, que mientras no estemos en el cuartel. -Me sirve una de mis tazas llena de café. -Puedes tutearme. ¿Hablabas con tu terapeuta?
-No, ¿por qué la llamaría en Navidad?
-No lo sé, anoche me desvelaste gran parte de tu vida. Igual necesitabas hablar con alguien. ¿No tienes fruta o algo así?
-Hay palmeritas en ese armario. Y era mi padre, está algo enfadado conmigo.
Saca las palmeritas de hojaldre, las galletas y las magdalenas y lo esparce todo por la mesa. No sé por qué sigue aquí. Anoche le dije que podía irse, que estaría bien, sin embargo; insistió en quedarse a ver una película conmigo. Él se durmió enseguida, yo llevo despierta toda la noche. Estaba sentada a su lado hasta que me ha llamado mi padre.
Desayunamos en silencio, no sé por qué me siento tan rara. Bueno, sí lo sé. Porque estoy en un apartamento vacío, sentada con mi jefe en la cocina, desayunando, y ha dormido en un colchón en el suelo para no dejarme sola en Navidad.
También hay una pizca de sentimiento de agrado. Aunque me he esforzado mucho en estar sola, está bien que haya alguien que no me deje estarlo.
Mi teléfono vibra sobre la isla de la cocina. Varias veces seguidas.
-Estás solicitada. -Hecho un vistazo a la pantalla. - ¿Tu padre? ¿Sigue enfadado?
-Mi hermano.
- ¿Por qué no le contestas?
-Eres muy preguntón. -Baja la cabeza y se termina el café. -Perdona. No sé qué hacer. Mi padre me ha llamado porque anoche no fui a cenar y mi madre está triste, y ahora mi hermano me pide que vaya a comer, dice que me echa de menos y, cito textualmente. -Cojo el móvil para leer el último mensaje de Theo- "Como no vengas a ponerte el puto pijama de renos conmigo, serás la peor hermana del mundo y te haré vudú hasta que se te caiga el pelo".
-Vaya, tu hermano da miedo, ¿cuántos años tenía?
-13. Y sí, es una gran mente maquiavélica. Pero le quiero. -Sí que me arrepiento un poco de no haber estado anoche con él, vestidos iguales, jugando a la XBOX juntos.
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PUEDO, PERO NO QUIERO
RomanceGigi lleva 10 meses viviendo un tormento, sin vera su familia o amigos, ni la luz del sol. Pero ha decidido terminar con eso hoy mismo. Ronan, lleva 10 meses buscándola, sin embargo, se va a llevar una gran sorpresa cuando Gigi aparece en su puerta...