CAPÍTULO 28: RONAN

11 2 0
                                    

Al señor Aberdeen le gusta hacer bromas. No es que sea muy gracioso, pero no para hacer bromas, de meterse con sus hijos, incluso se ha metido conmigo. Creo que en algún momento me ha llamado mono. Sé que soy ancho de hombros, pero no sé si como para parecer un simio.

A su esposa parece no hacerle mucha gracia que yo esté aquí, pero, por otro lado, está contenta de que su hija haya venido, así que me acepta como acompañante.

El hermano pequeño no me ha mirado mucho, no se separa de su hermana. Me sorprende que Giselle no deja que nadie se acerque mucho a ella; sin embargo, deja que su hermano la abrace. Solo su hermano.

Ahora están los dos arriba, cambiándose. Al parecer su madre les ha comprado pijamas a juego, han insistido un buen rato hasta que ella ha accedido a ponérselo.

Una familia intensa, sin duda.

No sé qué hago aquí.

-Yaaaa. Estamos listoooooos.

Se oyen pasos bajando por escalera. Los hermanos bajan, con el mismo pijama rojo con renos dibujados.

-Ooy, pero qué monos estáis, tengo que haceros una foto. -La señora Aberdeen corre a por el teléfono.

-Mamá, ¿qué talla has cogido? Esto me queda apretadísimo. -Giselle no se ve muy cómoda. Empieza a estirarse la tela para ensancharla.

-Hija, pero ¿qué dices? Es justo tu talla, mira si incluso te hace bolsa en el culo.

Inevitablemente, dirijo mi mirada hacia su trasero. Le queda... Bien.

¡No le mires el culo! No mires, no mires. Joder, me ha pillado mirándole el culo. Disimula.

-Bonito pijama. -Digo, para que parezca que estaba mirando realmente el pijama, y no su culo.

-Cada año se visten iguales, tenías que haberlos visto el año pasado, les compré unos monos de esos de cuerpo entero, ¡del Grinch! Eran tan adorables.

-Como lamento no haberlo visto.

-No llevas mucho en Maine, ¿cierto? -Mientras ellos posan para su madre, el señor Aberdeen está sentando frente a mí en el sofá, y sigue haciéndome preguntas.

-No señor, desde... -No quiero sacar el tema del secuestro. -Desde principios de año.

-Nosotros no somos de aquí, vinimos para estar cerca de Gigi, pero nos encanta. Ya nos hemos hecho a la ciudad.

- ¡Mamá! ¡Gigi me ha mordido!

- ¡Tú me has lamido la mejilla, guarro!

Es gracioso ver como, cuando está con su hermano, la capitana deja de comportarse como un soldado. Ni siquiera se comporta como una hermana mayor. Es como una niña de su misma edad. Supongo que la diferencia de edad entre ellos hizo que ella creciera sola, y ahora disfruta de su hermano.

Además, han perdido un año juntos. Se ha perdido un año de la infancia de su hermano. Querrá recuperar el tiempo.

-Bueno, ya me he puesto el pijama, me he hecho fotos, ¿comemos ya? Me muero de hambre.

-Sí, sí, sí, todos a la mesa.

Está claro que a esta familia le gusta la Navidad. Aunque no lo tengo tan claro con Giselle. Pero a la casa no le falta un solo adorno. Árbol, guirnaldas, luces, calcetines, un cascanueces, lazos, salvamanteles, velas temáticas, incluso he visto un Santa Claus en el jardín cuando hemos llegado.

-Ronan, hijo, espero que te guste lo que hay para comer, mucho son restos de anoche. Hay puré, pastel de carne, pavo...

-Yo como de todo, señora Aberdeen. -Afirmo, sentándome al lado de Giselle en la mesa. No me han dejado otra opción. Creo que sus padres se están confundiendo.

PUEDO, PERO NO QUIERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora