CAPÍTULO 11: RONAN

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Después de vomitar por tercera vez, consigo ponerme derecho y salir del baño.

Lo que Aberdeen ha contado mientras comíamos, sin duda me ha dejado con el cuerpo del revés para varios días.

No es que no supiera ya que la habían torturado, maltratado o incluso... Eso. Pero oírlo así, de su propia boca, y sobre todo la manera en la que lo ha contado... Tan fríamente, sin dudar, Eso fue perturbador. Por momentos, cuando hablo con ella, pienso que todas sus emociones, o su capacidad de sentir algo, ha desaparecido.

Pero entonces vi como abrazaba a su hermano, como lloraba con él, como lo acariciaba para consolarlo, como, incluso cuando me fui, y me quedé mirando de reojo mientras esperaba el ascensor, no lo soltaba.

Sin embargo, hay algo raro en su interior. Nadie es capaz de soltar un relato como el que ella me contó en el restaurante, sin apenas mostrar emoción en sus ojos. Y sé lo que digo, no deje de mirarla mientras ella hablaba. Por cada una de sus palabras, mi pulso se aceleraba más. Sentí pequeñas arcadas en el momento, pero he sido capaz de aguantarme hasta llegar a casa.

Empiezo a quitarme la ropa, después de todo lo de hoy necesito una ducha.

Yo solo quería saber cómo estaba la capitana, si recordaba algún detalle importante que nos pudiera llevar al paradero de Kovalev, cuando oí como se quejaba de la comida. Pensé que, si le daba lo que quería, hamburguesas, hablaría.

Y vaya que sí ha hablado. Se ha desahogado conmigo, pero bien. Y, por una parte, me alegro, ahora sé los motivos exactos de mi venganza. Pero quizá mi estomago no estaba preparado.

Dejo que el agua helada recomponga mi cuerpo. Más fría, necesito que esté más fría.

Quiero que el agua me saque todas mis ideas, mis pensamientos, todo lo que no sea matar a Kovalev. Decapitarlo, descuartizarlo, arrancarle cada extremidad y mientras, hacerle mirar con sus ojos sacados de las cuencas.

Nada, no sirve. Apago el agua y agarro mi toalla.

La asistenta ya se ha ido, menos mal que tengo el estómago cerrado.

Con el pijama puesto paseo por la casa. Tengo que pensar.

Solo puedo pensar en Aberdeen en ese zulo, siendo torturada.

Será mejor que me haga un té.

Voy descalzo hasta la cocina, sin dejar de pensar en ella. Su cara, asustada, triste, gritando. Todos esos meses... Y yo sin hacer nada.

Me torturo a mí mismo desde el día en que ella apareció, por no haber sido capaz de ser yo quien la rescatara. Me alegro de que consiguiera escapar, pero... Quería ser yo quien le salvara. Quería... ¿Ser un héroe?

Un imbécil es lo que soy, ella está bien ahora, es lo único que debería importarme.

Ver como lloraba al abrazar a sus padres el otro día, y hoy a su hermano, me ha movido por dentro. Está bien, está a salvo, está con su familia...

No debería importarme nada más...

¿Y por qué mierda no puedo dormir? Ni pensar en nadie más que en la capitana desde hace días me contengo cada día para no ir al hospital a comprobar que sigue ahí.

He pasado toda la noche dando vueltas en el colchón, y cuando ha sonado el despertador, yo ya estaba levantado.

Cuando entro en el cuartel, veo un gran alboroto. Desde la entrada oigo a los soldados en el patio realizando su entrenamiento diario.

Los pasillos están llenos de gente cuchicheando. No les basta con haber estado vagueando el último año, a pesar de mi toque de atención, siguen sin hacer su trabajo.

-Lucy, dile a Gálvez que venga a mi despacho, ya.

Necesito desahogarme un poco y gritarle a mi mejor amigo servirá.

-Sí, señor. Señor, tiene una llamada de...

-Hoy no.

Sea de quien sea, no tiene lugar en mi agenda hoy.

Cierro la puerta con algo de brusquedad.

Apenas dos minutos después, Dante entra sin llamar.

- ¿Qué te pasa hoy? ¿Te has dado un golpe al levantarte?

- ¿Por qué siempre tienes que hacer de todo una broma? ¿Sabes que eres militar? Deberías ser más serio.

-Soy serio cuando toca. Tengo que compensar tu cara de amargado.

Se sienta en mi silla mientras yo miro a los torpes soldados correr en círculos.

-Mira eso, qué patético.

- ¿El techo? Es feo, pero yo no diría patético.

-Yo soy patético. -Afirmo.

-Definitivamente, te has dado un golpe, ¿se te ha caigo la alcachofa de la ducha en la cabeza?

-A partir de hoy, -me levanto de golpe -los entrenamientos empezarán antes, y serán más largos. Quiero que sean los soldados sean más rápidos, más fuertes, más ágiles. Entrenarán todo el día si hace falta.

-No son robots Ronan, son chavales.

Me he cansado de tanta réplica, me giro para mirarle y de un manotazo aparto sus pies de mi mesa.

-Y yo soy su jefe, y si digo que a partir de ahora van a correr hasta que se desmayen, lo harán. Van a levantar tanto peso en el gimnasio que van a ser capaces de mover camiones y van a tener tanta destreza con sus armas que no van a necesitar mirar para derribar a su objetivo. Y es a partir de ahora mismo.

Salgo de mi despacho, se me han quitado las ganas de hablar con Dante. No hace más que querer llevarme la contraria.

Comunico que quiero a todo el personal reunido en el patio en diez minutos. A todos, hasta el cocinero hasta los guardias de la puerta.

- ¡ATENCIÓN! -Con mi grito todo el mundo se pone firme. Están tan malacostumbrados que la mayoría de comandantes ya no se cuadra al verme. Y no voy a consentir eso. -A PARTIR DE AHORA, LAS COSAS EN ESTE SITIO VAN A CAMBIAR. EL QUÉ QUIERA SEGUIR AQUÍ, VA A TENER QUE VOLVER A PASAR LAS PRUEBAS DE ACCESO. PRUEBAS MÁS DURAS, MÁS DIFÍCILES Y MUCHO MÁS EXIGENTES. -Me aseguro de que hasta los de las últimas filas me oigan bien. -QUIEN NO SUPERE LAS PRUEBAS, SERÁ RELEGADO A OTRO CUARTEL INFERIOR. A QUIEN NO MUESTRE QUE ES MERECEDOR DE ESTAR AQUÍ, YO MISMO LE DARÉ LA PATADA EN EL CULO QUE LE SACARA DE AQUÍ. -Voy a hacer de este, el mejor ejército del mundo. -NO QUIERO SOLDADOS DE TRES AL CUARTO EN MÍ EJÉRCITO, QUIERO MAQUINAS DE GUERRA, QUE NO DUDEN EN METERLE UNA BALA A SU ENEMIGO ENTRE LOS OJOS SI ES NECESARIO. Y QUE CUANDO LES MANDE UNA MISIÓN, LA CUMPLAN SIN NINGÚN FALLO. -Veo sus caras. Noto como los soldados de rango más bajo se ponen nerviosos al pensar que tienen que volver a hacer las pruebas de acceso, y como los comandantes y capitanes vacilan, pensando que no va con ellos. -DURANTE ESTA SEMANA, TODOS VOSOTROS, SEA CUAL SEA VUESTRO RANGO, PASARÉIS UN DURO EXAMEN PARA ASEGURAR SU RANGO. TODOS. -Ahora sí, sus caras me muestran el terror, el miedo de perder su posición. -Descansen.

Soy el primero en retirarse, dejando a todos dudando, con temor metido en el cuerpo. Justo lo que quería.

Quiero un ejército de elite, no una panda de asfixiados mediocres.

PUEDO, PERO NO QUIERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora