Capítulo 3

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Despegó mi vista de mi copa de vino cuando Elka resopla por tercera vez, la entiendo se encuentra fastidiada con la idea de pasar un minuto más en la nación de Osher, pero sabe que no podemos marcharnos hasta que no resolvamos el problema que nos trajo aquí, debemos mostrarle a la comandante Corala y a los demás jefes tribales que con Hirio no se juega. Mi padre murió pero eso no quita que sus leyes y normas lo hicieran. En nuestra nación se respeta la lealtad y protegemos a los nuestros, la traición es algo que no dejamos pasar por alto.

—Me produce un profundo asco la manera de actuar tan descarada de la comandante —el ruido de Sempronio al masticar la carne me saca de mis pensamientos. —No me puedo imaginar la cara de su asesino de confianza al enterarse qué será juzgado por Hirio.

—No estará muy contento de saber la traición de la comandante, pero puedo asegurar que le mentira y llegará a saberlo cuando esté ante el consejo de tribus —digo dejando la copa vacía.

—Hablando de ello, que castigo jugoso pensaste para la asesina —sonrió, porque es una prueba definitiva de demostrar que Hirio esta por encima de todas las tribus.

—Llegado su momento te lo contaré, pero antes necesito que envíes un mensaje al carcelero real de que envié a los presos más sanguinarios que tenemos —frunce el ceño pero no dice nada.

—Puedes enviar un mensaje para mi Luciliana —Elka resopla ante las palabras de Sempronio.

—Por que mejor no dejas de reventar tu pansa con esa comida nauseabunda y nos pláticas algo de lo que investigaste sobre el espía.

—Nada, al parecer no ha dejado un rastro que pueda seguir y las personas le temen lo suficiente para decir algo.

—Es una persona que puede causar…

—Fue descrito como un monstruo por nuestro espía antes de morir a mis pies tu que crees. —Frunzo el ceño con disgusto.

De repente el lugar se sume en un silencio sepulcral cuando un encapuchado entra a la taberna y toma asiento en la barra. Intercambia unas palabras con el dueño y luego se marcha volviendo a devolver la música. Mi ceño se frunzo aun más, Osher no es mi nación favorita, de hecho muchas veces escuche a mi padre quejarse de lo desgraciada que era la tribu por su comandante.

En la tribu de Osher es bien sabido que la comandante explota a sus habitantes, no gozan de la mejor comercialización pero Corala se las ha ingeniado para hacer de la nación una de las más prospera a través del saqueo a comitivas extranjeras. Su hijo Cor es un hombre ambicioso, lo se por la manera en como aprovecho la ceremonia para hacer alarde de su pedida de mano a la heredera de Clarke, no me sorprende que su hijo sea igual que ella, se escuchan muchos rumores asquerosos y que todos no son lo suficientemente valientes de replicar.

Mi segundo Sempronio me comentó hace unas semanas que la comandante Corala recluta niños de pequeñas aldeas para entrenarlos y convertirlos en máquinas de pelea para su protección, que su espía sea una de esos tantos niños es algo que no me sorprende. Pero, que difícil debe ser para un niño ser arrancado de los brazos de sus padres para convertirse en asesinos a sueldo.

Esos niños no son los monstruos, el monstruo es el ser que los condena a esa vida miserable.

No me podría imaginar nunca hacerle algo así a mi pequeña princesa Amira, ella es la luz de mis ojos y me destruiría desaparecer el brillo de sus preciosos ojos algún día, de solo pensarlo me siento enfermo.

—Cuanto deseo terminar con esto para volver a nuestra nación —Elka deja la copa vacía en la mesa para levantar su mano y llamar al copero por otra ronda.

Comparto su desdicha, la nación de Hirio no es la más feliz comercializando con Osher, de hecho mi padre siempre dejo claro su descontento con seguir el viejo tratado que beneficia más a Osher que a Hirio. Somos la nación más poderosa del mundo, contamos con grandes embarques que nos posicionan como la mejor de las tribus, por eso Hirio es la reina de las naciones, ahora como nuevo sucesor del trono es algo que planeo mantener y como mi primera acción no voy a permitir que un insulto como este afecte mi gobierno es por eso que he decidido un castigo digno de la nación guerrera para demostrar ante todos que con el rey Roan Fergus nadie se mete.

El dueño llega con otra ronda de vino y Elka no pierde la oportunidad de indagar.

—Quien era el encapuchado de recién —ante la mención el hombre traga con fuerza y limpia el sudor de su frente.

—Disculpe señorita pero no es algo de lo que tengo permitido hablar —frunzo el ceño más interesado. Le lanzó una mirada para que prosiga.

—Veinte monedas para que hables —ante la mención del oro el hombre tiempla. Su esposa llega detrás suyo para mirar que sucede.

—Lo siento no puedo —se marcha dejando a su esposa quien recoge los platos y me mira unos minutos antes de seguir en lo suyo.

—Nadie hablara de ello, así les pague una fortuna, la reina tiene prohibido mencionar sobre su asesino real —toco mi mentón pensativo.

—¿La reina? Así es como se hace llamar por aquí la comandante —asiente sin mirarnos. No me sorprende con las ínfulas de tirana que desprende Corala, pero tomar un título que solo le corresponde a mi esposa es demasiada osadía por su parte, será que deberé hacerle entender que solo existe una reina en todas las naciones: mi reina de armas.

—Era ese el asesino real —asiente limpiando la mesa. Me sorprende que deambule por las calles como sino estuviera acusado de traición, al parecer ese asesino es un temerario lunático que confía demasiado en si mismo o sabe que Corala no puede hacerle nada. Creo en lo segundo, la comandante debe temerle mucho a su espía para no refutar en que Hirio se encargue del castigo. Conociendo que esta es una oportunidad de presumir de los actos de castigos que utiliza.

—Muchos dicen que es un hombre tan horrible que sus dientes se han caído y come carne de los muertos del cementerio, la semana pasa asesino a toda una horda de soldados y se pasea por los callejones del pueblo como si de un fantasma se tratase.

—Nadie sabe cómo luce.

—Nadie, su apariencia harapienta deja mucho que desear para todo el oro que debe poseer, pero las malas lenguas dicen que se acostumbro tanto a su papel que resulta fácil camuflarse con su imagen, es una espía después de todo tiene múltiples caras —Elka deja las monedas de oro en la bandeja de la mujer y agrega dos más entre sus pechos mirándola con atención. —Se hace llamar Dashoas y vive en lo más profundo del cementerio.

Cuando la mujer se marcha los tres compartimos una mirada significativa y se que pensamos lo mismo.

—Corala mantiene a su hombre de confianza alejado de ella, es interesante —levantamos nuestras copas y chocamos en un brindis. Después de todo creo que mi estadía no será tan aburrida.

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