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La pelea había comenzado, golpes iban y venían dejando charcos de sangre y miembros de los cuerpos inertes en el suelo. El rey no mintió cuando dijo que eran los criminales más fétidos de las tribus. Aunque la tribu de Sylvax se abstuvo de enviar esclavos, puesto que era bien sabido que sus prisioneros eran redimidos para trabajar en la causa de la fabricación de hierro.
Me he mantenido al margen, alerta, atacando solo cuando es necesario. La muerte de mis contrincantes se a reducido por la mano de los otros, la lucha cuerpo a cuerpo es la mejor arma hasta el momento. Al final se que tendré que dar la cara y eliminar a los que queden, mientras tanto aprovecho la ventaja que mi tamaño y contextura física me otorgan para pasar inadvertida entre los demás. Llegado su momento también mataré a la reina o ha Cor nunca se sabe, quizás mate a los dos, lo que si se es que los pecadores deben ser redimidos por su pecado, la traición se paga con sangre.
Observó como un guerrero destripa al último de los que eran de nación Clarke, realizó mis cuentas y ese era el octavo miembro en la arena. Siete más se debaten el puesto al ganador, siete es un buen número supongo que es hora de salir y darle al rey el espectáculo que tanto estuvo esperando, además tres de los que quedan en pie son de Osher y nada me dará más gusto que dejar a la reina fuera del juego.
-Quien será el primer en pagar por los pecados de su reina[1] -. Guerreros sedientos de pelea y de muerte giran a verme. En las tribunas Corala se estremece lo suficiente para lograr verlo. No pierdo detalle de sus gestos, corro al encuentro de sus espadas antes de lanzarle una ultima mirada de amenaza. -Toma estas muertes como la tuya misma. No importa si muero o vivo siempre tendrás mi sombra detrás de ti. [2]
Lanzó mi daga incrustándola de forma certera en la frente de uno de ellos antes de girar y chocar mi espada contra la de otro, de reojo observó a los cuatro peleadores de Hirio notar mi presencia y acercarse, al parecer me estaban esperan y no tengo dudas de que el rey les ofreció un buen tajo de oro si lograban matarme, pero no está en mis planes morir, por lo menos hoy. Pateó a uno mientras dobló mis brazos hacia atrás enterando el filo de mi espada en el estómago de otro.
Solo queda uno de Osher, pero antes de que pueda matarlo uno de los prisioneros de Hirio me golpea los tobillos provocando qué caiga al suelo y golpee mi rostro, escupo la sangre de mi boca y tocó la herida en mis labios con enojo. En las gradas el público está cada vez más en silencio, expectantes a la pelea, logró ver como el rey a abandonado su puesto y ahora se encuentra parado junto a su primera y segundo.
Un chillido sale de mi boca cuando siento el fuerte golpe tras mi espada antes que sostengan con fuerza mi cabello y me arrastren por la arena. Pataleo, aruño y grito con las todas mis fuerzas hasta que llevo mis manos detrás de mi cabeza y clavo mis dedos en sus ojos desgarrando sus párpados con mis uñas.
Me libero y giro en mi puesto encontrando sus ojos desfigurados, no tengo compasión y corto su garganta. Antes de que pueda hacer las cuestas de cuantos faltan recibo un puñetazo qué me envía al suelo para de sentir la opresión en mi cuello, guerrero de Hirió, aruño la arena cortando y despedazando mis dedos, lucho por un poco de aire contra los apretones de sus grandes manos contra mi cuello.
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La Espía de Oro
RomansaSinopsis Ella no es quien dice ser. Se convirtió en lo que no quería ser. Das es una espía y guerrera despiadada que no teme a la hora de matar a los enemigos que la rodean, su único objetivo es servir a su reina, su lealtad está con ella y no sabe...