6.- Psicologo

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-Dan es increíble -pero eso fue lo que salió en vez de un largo cuestionario.

-Gracias -respondió luego de un silencio.

-Su madre... ¿no ha venido con ustedes?

Frank pudo observar el leve temblor en la ceja izquierda del otro. Inmediatamente supo que había dado, justo en el punto sensible, por lo que esperó todos los segundos necesarios para que Gerard pudiera dar contestación a su pregunta.

-La madre de Dan se fue, poco después de cinco meses de nacido.

-Oh, lo lamento -bajó la mirada.

-Está bien. Ella tenía muchos problemas, ¿sabes? Era... es... -elevó los hombros-. No sé, pero tenía problemas con las drogas. Intenté ayudarla, pero se fue, así que me mudé y empecé una nueva vida con Dan.

Fue como si hubieran prendido un interruptor en su cabeza. Frank se sintió identificado y se encontró a sí mismo agradeciendo mentalmente al señor Bello Destino por no abandonar al afortunado y hermosamente increíble Frank Iero. Todavía le quedaban muchas actitudes de Divo, después de todo, un Divo no se hace, se nace, por lo que, mueres siendo Divo, y amén.

- ¿Fue difícil? -Por fin se atrevió a preguntar.

-Mucho -admitió Gerard-. Cada día un poco menos, pero el principio fue espantoso. Estaba muerto de miedo, ¿sabes? No creí poder hacerlo solo, pero ya sabes, los hijos son una bendición.

Gerard le sonrió. Él sólo bajó la mirada, preguntándose cómo poder amar tanto a alguien para que tu vida sólo gire en torno a él. Vivir por él. Luchar por él...

Y esa era otra situación que apoyaba el hecho de que Frank Iero, tendría que crecer.

"Nunca he amado a nadie más que a mis padres".

- ¿Por qué no le pediste ayuda a alguien, Gerard? -Preguntó mucho tiempo después, cuando el pequeño Dan ya regresaba para que su padre lo sentara y pudiera recargarse contra su pecho.

-Porque es mi hijo. Y yo soy un hombre. No es de mi mamá, ni de mi hermano, ni de ninguna mujer esporádica. Es mío, y si fui tan hombre como para casarme con esa loca y hacer lo de las abejitas y las flores, pues tengo que ser muy hombre para enfrentarme a las consecuencias.

Frank asintió viendo cómo Dan parecía quedarse dormido.

-Bueno, creo que mejor nos vamos. -Declaró el pelinegro con el niño en brazos.

-Gerard, sabes -sostuvo su manga antes de que se pusiera de pie-. Yo... me acabo de enterar que soy papá. La madre me dejó al niño, y yo realmente, estoy aterrado, hombre. Me siento muy asustado, y no puedo ver a ese bulto azul a la cara sin sentir pena. Quiero que sepas, que esto me ha servido mucho... conocerte, digo. -A estas alturas, Frank se encontraba sonrojado-. Y, bueno, gracias.

Frank no se atrevió a elevar la mirada, cuestionando su poder para relacionarse con las personas estando sobrio.

Gerard le ofreció la mano y Frank la tomó, notando algo que se quedaba en su palma.

-Mucho gusto, Frank.

Y luego, le vio irse con el niño en brazos. Tal vez tuviera Dan cuatro años, pues las piernas sobresalían a los costados de Gerard al caminar. El pequeño lo abrazaba del cuello, y cuando se perdieron entre los árboles, Frank se permitió leer la tarjeta.
"Gerard Way: Psicólogo". Y luego, un teléfono. Era predecible, pero aún así, genial. Mañana le llamaría, pensaba cuando su celular hizo el típico ruido.

- ¿Mamá? Sí, ya voy...

Padre Soltero [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora