Cementerio

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Caminabas por los pasillos de la escuela, el eco de tus pasos resonando en el suelo mientras avanzabas hacia la entrada

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Caminabas por los pasillos de la escuela, el eco de tus pasos resonando en el suelo mientras avanzabas hacia la entrada. Llevabas puesto un vestido verde a la rodilla, y tus zapatos de charol blanco emitían un leve brillo bajo la luz. Al salir, encontraste a Suguro y Gojo esperando en la entrada, ambos vestidos de manera casual, algo raro en ellos.

—Finalmente llegas, princesa —bromeó Gojo, lanzándote una sonrisa despreocupada.

—Siempre tan exagerado, Gojo —le contestaste, rodando los ojos, aunque una sonrisa pequeña apareció en tu rostro.

Los tres subieron al auto, y, durante el camino, los adultos mantuvieron una conversación tranquila sobre misiones recientes y estudiantes prometedores. Suguro te miraba ocasionalmente por el retrovisor, asegurándose de que estuvieras bien. Tú, mientras tanto, observabas el paisaje, perdida en pensamientos.

Al llegar al cementerio, el ambiente se volvió silencioso. Caminaste por las veredas hasta una pequeña tienda cerca de la entrada, donde compraste un par de flores, sujetándolas suavemente en tus manos. Suguro y Gojo te seguían en silencio, respetando tu espacio mientras te acercabas a una tumba sencilla, marcada solo con una placa de piedra. Te detuviste frente a ella, colocando las flores con cuidado.

Al principio, el silencio fue solemne. Pero después de unos momentos, una sonrisa irónica se dibujó en tu rostro, y un leve susurro de risa escapó de tus labios.

—¿Qué sucede? —preguntó Suguro, frunciendo ligeramente el ceño.

—¿Algo gracioso, _____? —Gojo ladeó la cabeza, confundido.

Te giraste hacia ellos, la risa aún en tu voz, aunque en tus ojos había algo más oscuro.

—Es que... —soltaste una carcajada breve, sorprendiendo a ambos—. Mi padre y mi abuelo... eran de las personas más asquerosas que conocí. Y, honestamente, merecían morir.

La sorpresa en el rostro de ambos se desvaneció al entender lo que querías decir. Suguro bajó la mirada, y Gojo simplemente asintió, como si comprendieran el peso de tus palabras y el alivio que traían. Con suavidad, ambos se acercaron y te abrazaron por los hombros, brindándote ese soporte silencioso que no necesitaba explicaciones.

—No estás sola, _____ —murmuró Suguro con voz firme.

—Y siempre puedes contar con nosotros —añadió Gojo con una leve sonrisa, palmeándote el hombro.

Te quedaste un momento más, mirando la tumba en silencio, como si finalmente hubieras dejado algo atrás. Luego, te giraste y comenzaste a caminar hacia la salida junto a ellos.

Una vez que terminaron, regresaron al auto, la atmósfera un poco más ligera. Gojo, notando el cambio, intentó desviar el tema.

—Bueno, ¿qué tal un postre después de esta parada? —sugirió con una sonrisa traviesa.

🅱🅻🅾🅾🅳 ( Noritoshi Kamo y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora