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_____ Ketsueki, estudiante de primer año, ella acompañara a sus compañeros en sus misiones y conocerá a un miembro del clan Kamo muy especial.
Ellos enfrentarán juntos sus problemas y los vencerán para estar juntos, ella es perteneciente a un cl...
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Caminabas por los pasillos de la escuela de hechicería de Tokyo junto a Shoko, disfrutando del aroma del café caliente que ambas sostenían en las manos. Los primeros rayos de sol iluminaban el suelo de tatami y, mientras escuchabas la charla despreocupada de Shoko, te preparabas mentalmente para el día que te esperaba. Era un momento breve, pero valioso, que solías disfrutar antes de la rutina de clases.
—Bueno, parece que es hora de ir a clase —dijiste con una sonrisa, dándole un último sorbo a tu café. Shoko asintió y te dio una palmada en el hombro, como gesto de ánimo.
—Buena suerte con Suguro y Satoru. Ya sabes cómo son con los entrenamientos —te respondió, riendo levemente.
Suspiraste, asintiendo, mientras te despedías para dirigirte al área de entrenamiento. Al llegar, encontraste a tus compañeros, Maki, Toge y Panda, ya listos. Los profesores Satoru y Suguro estaban a un lado, observando con ojos críticos y una actitud que dejaba claro que el día no sería fácil.
—Hoy vamos a trabajar en combate cuerpo a cuerpo. No se preocupen si no les gusta sudar —anunció Suguro, mirando en tu dirección con una sonrisa divertida, casi burlona.
Frunciste el ceño, poco convencida. La idea de sudar y terminar con el uniforme empapado no era lo que más te entusiasmaba. Te giraste hacia Maki, quien parecía casi emocionada con el entrenamiento, y te quejaste en voz baja:
—¿En serio tenemos que hacer esto? Lo de sudar no es lo mío —comentaste, resoplando.
Maki soltó una carcajada, golpeándote suavemente en el hombro.
—Vamos, _____. No seas quejica. Al menos no tienes que practicar conmigo —respondió, con una mirada de desafío que te hizo sonreír, a pesar de todo.
Cuando llegó tu turno de practicar, te tocó enfrentar a Toge. Aunque no eras la mejor en combate cuerpo a cuerpo, te esforzaste en aplicar lo que habías aprendido, sintiendo cómo tus músculos se tensaban y la adrenalina corría por tus venas. Después de una buena cantidad de movimientos y esquivas, el entrenamiento finalmente terminó, dejándote exhausta pero satisfecha de haberlo logrado.
Sin perder tiempo, te dirigiste a la enfermería donde Shoko te esperaba. Apenas habías entrado cuando ingresaron dos hechiceros heridos, ambos lucían agotados y con lesiones graves. Shoko tomó rápidamente a uno de ellos, dejándote al otro.
Concentrándote, activaste tu técnica, No Has de Morir, sintiendo cómo tu energía fluía y se conectaba con el hechicero herido. Con cuidado, comenzaste el ritual, estabilizando sus heridas y guiando la regeneración de sus músculos y huesos. A medida que su respiración se calmaba y el dolor en su rostro se desvanecía, te llenaba una extraña paz; era un momento único de conexión y poder, que siempre te recordaba por qué habías decidido seguir este camino.
Te apartaste un poco, dejándole espacio para descansar. Miraste a Shoko, quien te devolvió la mirada con una sonrisa cómplice, ambos hechiceros ahora en recuperación.
