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En un claro del bosque susurrante de Mondstadt, pocos días posteriores a su encuentro con Amber, la joven procedente de Sumeru, Collei se hayaba sentada en la falda de un árbol dibujaba en la tierra de forma espontánea lo primero que se le venía a la mente, siendo aquello, en este caso una persona.
Quien resultaba ser un miembro de los Caballeros de Favonius que conoció recientemente, un chico de carácter tímido pero amable que se ofreció a guiarla un poco en su visita en la ciudad de Mondstadt ni bien ella mostró un interés especial en los mapas de topografía que él realizaba.
De alguna forma hallaba en él, Mika, algo hermoso, sin contar esa conexión con su tierra al ser, como ella investigó, una pieza clave de los caballeros de Favonius en la primera línea de exploración.
Ella al trabajar como la aprendiz del guardabosques de Sumero Tighnari, tuvo un interés mutuo con el chico, terminando por charlar hasta que llegó Amber.
Causando que recién ambos se dieran cuenta que, con un desconocido prácticamente, habían empezado a platicar como amigos de toda la vida. Sin embargo, aunque ella junto a su querida amiga, no dejo de pensar en ningún momento en él, recordando más que nada los bonitos ojos del usuario de visión cryo.
A diferencia de los propios, que parecían muertos en primera instancia, los del caballero de Favonius lucían brillantes.
Pese a ser tímido, su ilusión por compartir conocimientos con ella broto rápidamente, esos hermosos ojos de un color azul con tonalidad dirigidas al tono pastel llamaban la atención, tenían más vida cuando empezaron a hablar a los treinta minutos de conocerse.
Lo cual si le preguntan era un logro, pero no pudo evitar pensar que es lo que poseían aquellos ojos que tanto la cautivaron.
Resplandecían tal y como las estrellas o auroras boreales son proyectadas contra el hielo.
Podía sentir la paz transmitida por el cielo en sus ojos, una calidez y sinceridad tan bella.
Quizás se acomodo tanto al lado del rubio por aquellos ojos tan amables o porque él fue muy agradable al ofrecerse a ayudarla cuando ella estaba perdida.
Y en su defensa, no todos los días te encuentras a una niña con posibilidad de piromanía cambiando la geografía de la Ciudad de Mondstadt, o quizás ha estado lejos durante bastante tiempo. Y por un demonio, ¿Por qué está pensando tanto en él? No sé supone que sería así.
Inmediatamente sacudió la cabeza tratando de no pensar más en ello, quejándose con ella misma por seguir dibujando en la tierra al chico y sus bonitos ojos.
Afortunadamente pudo pasarlos a tiempo, levantando polvo y tierra, cuando el crujido de las ramas la interrumpió.
“¿Se encuentra bien, señorita Collei?” Preguntó la silueta entre los árboles, con manchas de pólvora en sus mejillas. “Lamento si la interrumpí, estaba revisando nuevamente los desastres de Klee para cambiar los mapas, otra vez.”
“No te preocupes, no interrumpiste nada y si, estoy bien, pero ¿Qué hay de ti? Esa pólvora en tu cara.”
Y el rubor se extendió en su rostro cuando se encontró con el rubio, en cuclillas, frente a frente con ella.
Embobando con esos cautivadores ojos a la aprendiz de guardabosques.
“Tuve que detener a Klee antes de que causará otro desastre, lo de siempre.”
Dijo con cansancio, pero todavía bastante feliz. Hablando con Amber, supo que podía tener confianza en la chica frente a él.
“Uh, debes estar cansado.” Con una sonrisa nerviosa vio cómo el asentía, también nervioso, sacándose la chaqueta y doblando como una almohada.
A los pocos minutos la joven de ojos esmeraldas vio a Mika dormirse, un poco incómodo en el suelo, dubitativa agarró la chaqueta y la dejó tendida en el suelo, apoyando el cuerpo del rubio ahí.
Después, con su rostro cual tomate, posó la cabeza del caballero en sus piernas.
A las pocas horas, ella también despertó con los bonitos ojos de Mika mirándola.
