|¦ CHAPTER 3¦|

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|¦ CHAPTER 3¦|
|¦ Tres nuevos problemas.¦|

Aquino se dejó caer en la hierba de la colina, sintiendo cómo el peso de su cuerpo se acomodaba en la pendiente mientras observaba, con calma y frialdad, el movimiento de la aldea tiki que se desplegaba frente a él. Desde su posición, tenía una vista perfecta de los alrededores. Los tikis se movían en formación, y él no pudo evitar notar ciertos detalles que le arrancaron una mueca de aprobación, casi como un gesto de respeto involuntario.

— (Interesante...) — pensó, frunciendo el ceño mientras estudiaba sus movimientos. Los tikis no eran simplemente unos salvajes desorganizados; tenían una estructura. Iban en pequeños escuadrones, cada uno bien armado y con roles definidos. Dos llevaban espadas, otro iba resguardado con un escudo, y uno más atrás, en posición de apoyo, cargaba una cerbatana. Estaban en formación de rombo, moviéndose con una coordinación que revelaba algo de estrategia.

— (… No son tan tontos como pensé…) — se dijo a sí mismo con una sonrisa de lado, aunque sin perder el aire de superioridad.

Activó su habilidad de hiper oído, cerrando los ojos para potenciar sus otros sentidos. De inmediato, un aluvión de sonidos llegó hasta él, y con un poco de esfuerzo, empezó a distinguir cada uno. En su mente, un eco-map casi perfecto comenzó a formarse; cada sonido de paso, cada roce de madera, hasta los susurros lejanos de los tikis fueron ubicándose en su mapa mental. Aquino dejó escapar una leve sonrisa, complacido. Años de entrenamiento, y ahí estaba: un mapa auditivo casi tan claro como si lo estuviera viendo.

Cada sonido le iba mostrando la ubicación de tikis que no estaban a su vista. Algunos se encontraban en los segundos pisos de las cabañas, agrupados en tríos, pero, a diferencia de los guerreros, estos no llevaban armas ni escudos. Aquino entornó los ojos, calculando mentalmente su valor.

— (… Esos son los civiles...) — murmuró para sí mismo, casi saboreando la idea de tener a esos tikis desarmados bajo su dominio. — (Perfecto. Son justo con quienes haré “negocios” una vez termine con esta aldea).

Sin embargo, algo más captó su atención en medio de aquel eco constante. Era un sonido que no cuadraba con el resto del ambiente: un zumbido rítmico, algo que se abría y cerraba. Aquino alzó una ceja, enfocándose en esa dirección y esbozando una sonrisa cuando pudo hacerse una idea de lo que era. La imagen se hacía más clara en su mente; no era un enemigo directo, pero sí algo que podría complicar su entrada.

— (… Vaya, vaya… ¿un cubo flotante?) — pensó, comparándolo con un shulker, aunque sabía que era diferente. Lo curioso es que ese cubo parecía atraer a más tikis armados cada vez que se activaba, como si fuera algún tipo de invocador. Notó cómo tres guerreros más aparecían en formación tras cada apertura, listos para reforzar la aldea.

— (… ¿Un spawner, tal vez…?) — Aquino dejó escapar una risa suave, una mezcla de fascinación y ambición que le iluminó los ojos. La idea de tener un generador de enemigos como ese era música para sus oídos. — (… Esto es perfecto, una granja de mobs de tiki.).

Aquino estaba completamente absorto en sus pensamientos y en el eco map que había formado en su mente, tan concentrado que no notó la presencia de Sylvee, la cual se había acercado a él sigilosamente. El sonido de su voz le hizo sobresaltarse, arrancándole una especie de gruñido mientras dejaba caer la cabeza de nuevo en el césped, visiblemente molesto. La chica de pelo rosa lo miraba con curiosidad que Aquino no entendía ni quería entender. Suspiró, frustrado, y levantó apenas la mirada para encontrarse con esos ojos brillantes, clavados en él con un interés que le resultaba casi molesto.

"Esto no es un equipo, es un orfanato"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora