"Esto no es un equipo, es un orfanato"

|¦ CHAPTER 2¦|

Y Finalmente, Eon volvió a emitir un silbido, y en el aire apareció otro mensaje:

[[Si nadie se ofrece voluntario, los nuevos héroes deberán avanzar solos. Cada quien tendrá que buscar su propio camino. Este mundo no garantiza nada a nadie.]]

|¦ CHAPTER 2¦|
|¦ La travesía comienza.¦|

Aquino sintió cómo se le encogía el estómago mientras leía el mensaje en el aire. Ese último aviso de Eon era claro y cortante, un recordatorio brutal de que nadie les iba a servir de niñera en este mundo. Miró a su alrededor y notó cómo algunos de esos chicos, la mayoría ni siquiera alcanzaba la altura de su hombro, intercambiaban miradas perdidas y temerosas, claramente sin idea de cómo enfrentar lo que venía. Respiró hondo, con el ceño fruncido y la mandíbula apretada.

Se llevó la mano al pecho casi sin darse cuenta, sintiendo algo que lo descolocaba. ¿Lástima? ¿Empatía? No... eso hacía demasiado tiempo que no lo sentía, y se sentía horrible.

Desvió la mirada rápidamente, apretando los labios y luchando contra una sensación incómoda, una que apenas reconocía. Algo dentro de él parecía querer salir a flote, como un viejo instinto enterrado en sus años de líder. Tragó saliva, y ese peso familiar volvió a hacerle nudo la garganta.

— Yo… —comenzó a decir en un murmullo, su voz apenas audible.

Pero en cuanto sintió que todos giraban hacia él, que esas miradas expectantes y llenas de esperanza se posaban en su dirección, una ola de irritación lo atravesó, borrando cualquier duda en cuestión de segundos. Apretó los puños, sintiendo cómo el enfado iba cubriendo esa efímera compasión. ¿De verdad iban a esperar que él se lanzara a salvarlos? ¿Otra vez? No, no, no. Ese papel no lo iba a jugar de nuevo.

En su mente, las escenas de antaño regresaron con una claridad dolorosa. Recordó los sacrificios absurdos, las noches sin dormir cargando con el peso de un grupo que dependía de él como si fueran cachorros desamparados. Recordó las veces que tuvo que ir a buscar recursos mientras ellos se quedaban a salvo en la base... y cómo esos mismos "protegidos" terminaban convertidos en cargas, en piedras atadas a su espalda. Recordó cada uno de sus rostros, rostros de héroes muertos que nunca aprendieron a pelear. Rostros de héroes inútiles, que habían muerto porque él no fue suficiente para salvarlos, en sus manos o por que no estuvo presente.

"No otra vez" pensó, frunciendo el ceño con una mezcla de resentimiento y desprecio. Si tenía algo claro, es que no volvería a cargar con un grupo de inútiles. No volvería a sacrificarse para que otros sobrevivieran a costa de su propio esfuerzo. No volvería a ser el líder de un grupo que no estuviera dispuesto a dar la cara y luchar con todo. Y mucho menos, a lidiar con el peso de esas pérdidas. Prefería estar solo.

Respiró hondo, luchando por mantener el control de sus emociones. Algo oscuro y amargo asomaba en su mirada. Sin embargo, una parte de él, una minúscula, casi imperceptible, sentía esa misma sensación que nunca lo había dejado ir del todo.

Se dio media vuelta, alejándose de esos jóvenes, fingiendo no notar la desesperanza en sus rostros.

— Que cada quien sobreviva como pueda —murmuró para sí mismo, sus palabras secas y resignadas, dejando en claro que él no iba a cargar con nadie más esta vez.

Aquino giro hacia aquellos jóvenes, y solo negó, y sin más miramientos empezó a bajar la montaña, abría otros momentos en el cual podría ponerse al día con Eon, y pagar algunas cuentas.

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Ya abajo de la montaña, Aquino dejó caer los hombros y soltó un largo suspiro, llenándose los pulmones del aire fresco del amanecer. Sentía ese toque helado en el pecho que despejaba la mente, y casi podía saborear la libertad. Estaba solo, y esta vez no era una maldición, sino un alivio. Nada de grupos de novatos con los que cargar, nada de cuidarle las espaldas a nadie. Esta vez iba a hacer las cosas a su manera, y punto.