|¦ CHAPTER 4¦|

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|¦ CHAPTER 4¦|
|¦ primera misión. ¦|

¿Por qué mierda me pasa esto a mí? En serio, este no era el plan. Nunca fue mi idea acabar así, en este maldito agujero. ¡¿Cómo dejé que una niña me manipulara?! Y aquí estoy, sin poder romperles la cara a esos pequeños demonios, desquitándome al derrumbar las casas de los tikis como un idiota... Dios santo. Aunque, bueno, tengo que admitir que esta versión de Mictia tiene más ovarios que la Mictia que conocí...

Mictia. . .

Se detienes un segundo, jalando el hacha que se había quedado atascada en la pared de madera. La casa se viene abajo con un crujido sordo, pero ni se molestas en mirar. Deja caer el hacha al suelo, apoyándose en el mango con los brazos cruzados sobre él. Su mirada se pierde en algún punto indefinido, lejos de todo este caos.

Mictia... Aún la recuerdo, je.

Una cobarde, una jodida miedosa que le tenía miedo hasta a su propia sombra. Siempre temblando, siempre escondiéndose detrás de los demás. Una chica que nunca pudo adaptarse a este mundo cruel. Dios, cómo me desesperaba...

Su mano se posa instintivamente en su pecho. Siente el latir de su corazón, pero no es un latido normal. Es un golpe seco, doloroso, como si algo estuviera apretando con fuerza desde adentro.

Recuerdo... Después de la primera dungeon. La revivimos. Dios, todavía puedo ver vividamente cómo la devoraron esas malditas arañas. La esperanza que tenía en los primeros meses... Se le veía en los ojos, en esa sonrisa ingenua que tenía. Pero cuando la revivimos... fue como si todo ese brillo se hubiera apagado.

Mictia... Murmuras para si mismo, el nombre sale como un suspiro, casi sin querer.

Y aun así, siguió en pie. A veces sonreía, intentando actuar como en esos primeros meses, aunque se notaba... se notaba en sus ojos cuando se perdía, cuando esos horrores la atrapaban de nuevo. Todo se reflejaba en su rostro, como si volviera a revivir cada maldito momento.

Levanta el hacha, pero nota un temblor en sus manos. No le gusta. No le gusta sentirte así. Aprieta los nudillos hasta que se ponen blancos, gruñes entre dientes y, con un grito de furia, estampa el hacha contra la pared frente a él de la siguiente choza. La madera cruje y cede bajo el impacto, pero eso no calma la tormenta que ruge dentro de el.

Qué patético... piensa, apretando los dientes. Incluso recuerdo cómo, en un intento desesperado por no perder la cordura, se obsesionó con esos malditos ajolotes. Los cuidaba como si su vida dependiera de ello, hasta hizo un estanque para ellos. Y había uno... uno dorado en particular que adoraba.

La imagen de aquel pequeño animal cruza su mente. Por un momento, casi puede ver a Mictia, arrodillada junto al estanque, cuidando a ese ajolote como si fuera lo único que la mantenía conectada al mundo. Pero la nostalgia se corta con un recuerdo más oscuro, causa al recordar a alguien más, a otro miembro del tema sin alma, y su cagada monumental.

Locochon, maldito lobo estúpido. Por andar jugando y haciendo el idiota, mataste a ese ajolote con una flecha. Y ahí fue cuando Mictia se volvió loca. Completamente fuera de sí. Se convirtió en una carga por meses, perdida en su propia mente...

Con un rugido de frustración, golpea la pared de nuevo, esta vez con tanta fuerza que la madera cede bajo su hacha. El mango se parte en sus manos, dejándole con un trozo inútil. Puta... mascullo, lanzando el resto del hacha al suelo. Se dirige hacia la mesa de crafteo para hacerse otra herramienta, pero se detenés antes de empezar.

Sus manos se posan en cada lado de la mesa, apretando los bordes con tanta fuerza que los nudillos se le ponen blancos.

Pero también fue culpa de Mictia... Poner toda su estabilidad mental en un jodido animal. ¿Qué clase de persona hace eso?

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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"Esto no es un equipo, es un orfanato"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora