Después de la intensa confrontación, Luffy y Nami se quedaron un rato en el mismo lugar, en silencio, dejando que el peso de lo que acababa de suceder los embargara. La determinación de Luffy era clara, pero Nami, aún con el rostro humedecido por las lágrimas, se sentía abrumada. Sabía que Sanji había fingido todo para protegerlos, pero eso no disminuía el dolor.
Luffy, agotado y con el cuerpo lleno de moretones, intentó levantarse. Nami, aún conmocionada, lo ayudó a ponerse en pie. Mientras caminaban, ella observó el camino por el que Sanji había desaparecido y murmuró en voz baja, apenas audible:
—No puedo dejarte solo, Sanji...
Esa noche, después de alejarse del bosque, Luffy y Nami encontraron refugio temporal en una pequeña cabaña abandonada. Nami atendió a Luffy en silencio, ocupándose de sus heridas mientras su mente estaba atrapada en los recuerdos de Sanji. Cada sonrisa, cada palabra amable que le había dicho, todos los momentos que habían compartido... todo eso ahora le parecía tan doloroso.
En otra parte, en la residencia de los Vinsmoke, Sanji estaba sentado en la oscuridad de su habitación, mirando hacia la ventana. Su corazón estaba destrozado, y aunque intentaba convencerse de que había tomado la decisión correcta, las palabras de Nami aún resonaban en su cabeza.
"¿Eres un cobarde, Sanji?" Esa frase le quemaba el alma.
Sabía que dejarla había sido lo más difícil que había hecho en su vida. Aunque sus hermanos lo habían visto derrotar a Luffy con frialdad, nadie sospechaba lo roto que estaba por dentro. Cada palabra hiriente, cada golpe que le había dado a su capitán, había sido como una herida para él mismo. Pero lo que más le dolía era recordar el rostro de Nami, la expresión de dolor y decepción que había dejado grabada en su memoria.
—Quizás sea un cobarde... —murmuró Sanji para sí, observando la luna desde su ventana—. Pero es la única manera en que puedo protegerla.
De vuelta en la cabaña, Nami no podía conciliar el sueño. Mientras Luffy dormía profundamente, ella se encontraba mirando el cielo estrellado, pensando en lo que Sanji había dicho. No podía quitarse la idea de que él había actuado así para protegerlos, para protegerla a ella. De alguna manera, sabía que su partida había sido una farsa.
Esa idea le daba un leve consuelo, pero también la frustraba. No podía aceptar que Sanji cargara con ese dolor solo por ellos. No quería que él sacrificara su felicidad solo para salvarlos.
Decidida a no rendirse, Nami susurró al cielo, como si Sanji pudiera escucharla:
—No me importa lo que tengas que decir, Sanji. No te dejaré solo.
Con esa firmeza en su corazón, Nami se quedó dormida, sabiendo que al amanecer volverían a buscarlo.
Mientras tanto, en la residencia de Big Mom, Sanji no podía apartar la imagen de Nami de su mente. El dolor de su despedida, el recuerdo de sus lágrimas y la bofetada que le había dado pesaban en él como una carga inmensa.
Cuando la puerta de su habitación se abrió, pensó que sería uno de sus hermanos. Pero, para su sorpresa, era Pudding, quien entró con una expresión suave y algo preocupada.
—¿Sanji? —preguntó ella, acercándose con cautela—. Te ves... devastado. ¿Es por ellos?
Sanji asintió, incapaz de ocultar el dolor en sus ojos. Pudding se sentó junto a él, manteniendo una expresión comprensiva. Aunque Sanji sabía que ella estaba involucrada en los planes de Big Mom, su voz y su mirada parecían sinceras en ese momento.
—Sé que no quieres hacer esto —murmuró Pudding—. Sé que quieres protegerlos... pero esta es la única forma en que puedes salvarlos, ¿verdad?
Sanji asintió, apretando los puños. La culpa y la tristeza se mezclaban dentro de él.
ESTÁS LEYENDO
sanji x nami ( amor complicado )
Romansabueno estos personajes no me perteneces creditos al autor : oda esta historia la estoy escribiendo yo