Capítulo 14

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Alexander Davies

Mi mirada estaba fija en la carretera mientras conducía a alta velocidad por las calles de la ciudad. Tenía que llegar lo más rápido posible donde se encontraban Jane y Javier. Estacioné el auto frente a un edificio desgastado y viejo, ubicado en medio de un barrio peligroso, rodeado de callejones oscuros y con un aire de abandono. El lugar parecía esconder secretos inquietantes, y los cinco apartamentos del edificio parecían más bien prisiones que hogares.

Bajé del auto y, con las manos metidas en los bolsillos, avancé con un aire de tranquilidad que no correspondía al caos que me rodeaba. La sensación de peligro no me afectaba; estaba concentrado en lo que debía hacer. Subí las escaleras del edificio, sintiendo el crujir de los escalones bajo mis pies. Al llegar al último piso, me detuve frente a la puerta de uno de los apartamentos.

Sin pensarlo dos veces, la abrí de una patada, haciendo que el sonido resonara por el pasillo. Dentro, vi a Javier sentado en uno de los sofás mas viejos que su padre con una lata de refresco en sus manos, este levantó la vista sorprendido y exclamó

—¡Hasta que llegas! Pensé que te había pasado algo.—

—Estaba resolviendo unos...—me quedé pensativo unos segundos buscando las palabras correctas.

—Asuntos importantes —completó Jane y yo le dediqué una sonrisa forzada, mientras me lanzaba en el sofá desgastado junto a Javier.

—Eso —

—Y con importantes se refieren a "Rebecca" ¿no? —preguntó Javier, con una sonrisa pícara, no le respondí, simplemente lo observé seriamente insinuando que se callara de una vez, a lo que él entendió perfectamente.

—Bien, ¿tienen lo que les pedí?—pregunté, cambiando al tema verdaderamente importante.

—Sí, jefecito —afirmó Jane, con burla.

Mi semblante permanecía serio, más de lo que me gustaría, esto era algo realmente importante, nada de bromas que podrían mandarlo todo a la mierda. La sonrisa de Jane desapareció instantáneamente al ver la seriedad en mi rostro, ella me conocía lo suficientemente bien para saber que lo importante, es lo importante.

Le arrebaté bruscamente los documentos de la mano a Jane, ella rodó los ojos con desdén para después sentarse de piernas cruzadas en el sofá que estaba al frente. Abrí la carpeta y le dí un simple vistazo, aquí estaba todo lo que necesitaba. Todo lo que necesitaba para destruir al cabronazo de Rossetti.

—Con que Mariana Rossetti —insinué, con una sonrisa de satisfacción.

—Si, tiene una hija —dijo, Javier

—Creemos que no es su única hija, pero por ahora es todo lo que hemos conseguido —añadió Jane, llevándose unos cuantos doritos a la boca.

—Exactamente ¿qué saben de la engendra? —pregunté con curiosidad, mientras observaba los documentos detenidamente.

—Es la dueña de uno de los bares más famosos de toda Italia, "Luna Rossa". Es un lugar conocido no solo por su ambiente vibrante, sino también por ser un burdel clandestino de alto nivel. El establecimiento cuenta con varias habitaciones privadas y lujosas, donde los clientes pueden disfrutar de compañía exclusiva en un entorno más reservado. Llega al trabajo a eso de las 7:00 pm y se queda hasta la 1:00 am, cuando ya no hay más clientes en el bar —explicó Jane con normalidad.

—Hija del padre, con razón —dije, dejando escapar una risa sardónica.

Javier asintió, con una expresión grave en su rostro.

—Y no solo eso. Escuchamos que tiene una actitud desafiante, como si estuviera dispuesta a enfrentarse a cualquiera que intente cruzarla.

Jane se acomodó en el sofá, interesada.

—Eso podría jugar a nuestro favor. Si logramos acercarnos a ella, tal vez podamos descubrir más sobre Rossetti y sus operaciones.

—Exacto —respondí, sintiendo cómo la estrategia comenzaba a tomar forma en mi mente—. Si podemos manipularla o hacer que confíe en nosotros, podríamos obtener información valiosa y debilitar a Rossetti desde adentro.

Javier sonrió, como si ya estuviera imaginando el plan en acción.

—Entonces, ¿cuál es el siguiente paso?

—Primero, necesitamos hacer nuestra investigación sobre ella. Localizar su rutina y encontrar la manera de acercarnos sin levantar sospechas. Quiero saber todo sobre la hija del cabronazo antes de mover un dedo —respondí con determinación.

—Alex, eres el rey de la manipulación —dijo Jane, con una sonrisa pícara que dejaba entrever sus intenciones.

—No, la última vez fue un desastre total —replicó Javier, frunciendo el ceño.

—¿Dudas de mis encantos? —pregunté, con una sonrisa coqueta en los labios.

Javier me sonrió de vuelta con picardía.

—Hombre si fueras mujer, te follo hasta en tus sueños más salvajes —dijo, riendo de manera burlona.

—Calla anda—ambos reímos.

—Concéntrese en ejecutar el plan —recordó, Jane.

Javier y yo dejamos de reír y nos enfocamos en el plan. Si lo mirabas desde cierta perspectiva, no era tan complicado.

—Jane, tú te infiltrarás como bartender, ¿de acuerdo? —ella asintió, prestando mucha atención. —A las 10:30, ni un minuto más ni un minuto menos, tienes que tener listas dos copas de vino. Javier, tú te encargarás del servicio a la habitación. Cuando yo ordene las bebidas, tú las llevarás.

—¿Y cómo harás para llevar a la chica a una habitación y estar allí a las 10:30 con exactitud? —preguntó Javier, con una expresión de confusión.

—¿Te la vas a ligar? —insinuó Jane, alzando una ceja con picardía.

—¡No, idiotas! —exclamé con frustración.

—Bueno, es lo único que se hace en una habitación, ¿no? —dijo Javier con sarcasmo.

—Concuerdo —añadió Jane, riendo.

—Pero ustedes son unos tontos —recriminé, frunciendo el ceño por su falta de seriedad.

Ambos soltaron una risa ante mi desesperación.

—Solo hagan lo que les digo, ¿de acuerdo? Yo me encargaré del resto —dije con un tono autoritario.

—No sé, sigo pensando en que te la vas a...

—¡Cállate! —grité, impidiendo que completara la frase. —Van a hacer lo que les diga y punto. Esta noche vamos a dar un golpe a Rossetti. Y tú, Jane, ve pensando a quién te follas para conseguir la droga.

—Si jefecito —dijo Jane, usando el sobrenombre que tanto odiaba, ella lo sabía y le encantaba hacerme enojar.

Si vamos a hablar de las personas que conocen todas mis imperfecciones y perfecciones, entre esas está Jane. Desde que tengo uso de razón hemos sido amigos, ha estado conmigo en las buenas, en las malas y en la peores, joder que me ha sacado de problemas enormes. Pero
realmente la considero una hermana.

—Alex, ¿estás seguro de que esto va a salir bien? —preguntó Javier, una mezcla de miedo y preocupación se reflejaba en su rostro.

—¿Cuándo me haz visto inseguro de hacer algo?

—Nunca

—Exacto

Soy Alexander Davies, hijo del mafioso más poderoso de este maldito país. ¿Inseguro yo? Jamás. Cuando deseo algo, lo obtengo. Las cosas no se planifican, se llevan a cabo. Nunca debes temer a tu enemigo, nunca muestres debilidad; y si te sientes débil, ¿qué demonios haces aquí?.

—Nos vemos esta noche, no se hagan los desentendidos —anuncié, guardando las manos en los bolsillos de mi pantalón mientras me dirigía hacia la salida del apartamento.

Hoy te jodes Rossetti. Vamos a ver qué se siente que jueguen con la vida de un ser querido, digo si es que los tienes ¿Quién podría existir en ese corazón tan ambicioso?.

Atracción MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora