Rebecca
¿Que había pasado con Amaya?Alexander no tenía la más mínima intención de decirme, ni él, ni nadie de su familia. Solo sabía que le habían disparado, joder, le habían disparado. Algo me decía que esto era más que un pequeño atentado, era un problema más grande, un problema en el que Amaya no tenía nada que ver sino su padre, el señor Antonio Davies y no solo él, mi padre también estaba involucrado de alguna manera.
Siempre supe que sus negocios eran un tanto...misteriosos. Papá obviamente nunca me quiso hablar de ello, trató de mantenerme lo más alejada posible al punto de no dejarme escuchar ni una de aquellas conversaciones importantes con sus "socios". Al principio me dió igual, pero ahora, después de conocer a Alexander y parte de su oscuro mundo, del que mi padre intentaba manterme alejada, ya era demasiado tarde para calmar mi curiosidad y estaba segura que lo que le había sucedido Amaya era solo el comienzo del caos.
Me aseguré de que mi padre no estuviera en casa para dirigirme a su despacho. Avancé por el oscuro pasillo, hasta llegar a una puerta de madera que, aunque algo desgastada, tenía el nombre de mi padre grabado en dorado. Empujé la puerta suavemente y entré. La verdad es que no sabía por donde empezar a buscar así que me decidí por las gavetas del escritorio, comencé a abrir una por una. En la primera solo habían algunos documentos que a mi parecer no eran importantes pero de igual forma les eché un vistazo. Abrí la segunda gaveta y encontré más documentos, papeles que decían cosas que yo no entendía. Abrí una de las carpetas y de ella salió un sobre amarillo algo desgastado con un sello que indicaba la muerte de mi madre: 22 de noviembre del 2004 el dia de mi cumpleaños número 2.
Rápidamente abrí el sobre y saqué una hoja que estaba igual de desgastada, parecía ser una carta, una escrita hace mucho tiempo. Pasé mi vista por ella con rapidez, ponía un nombre. Era el nombre de mi madre.
Para mi hermosa Marina:
Las noches sin ti se han vuelto frías y vacías, no sabes cuanto me ha dolido tu pérdida, Marina. Extraño aquellos ojos azules que me volvían loco, tu sonrisa, tu pelo, todo de ti. Me haz dado el mejor regalo que un hombre puede pedir: nuestra hija, Rebecca. Quisiera que vieras lo rápido que está creciendo, todo de ella me recuerda a ti, ojalá pudieras ver como corre por los pasillos de la casa llenándola de alegría con sus risas. Perdóname por haberte arrastrado a este infierno. Por no detenerlo cuando aún era posible, por no haber sabido protegerte. Si pudiera echar el tiempo atrás estarías aquí conmigo y con tu hermosa hija. Nunca debí dejar que te entrometieras en esos asuntos tan peligrosos y ahora lo haz pagado con tu vida. No sabes cuanto me duele tu muerte, Marina, intento ser fuerte cada día por nuestra pequeña Rebecca, la protegeré con mi vida así sea lo último que haga.
Eres, fuiste y serás la mujer de mi vida. Te amo y te amaré siempre
Siempre tuyo, Morgan.
Al terminar de leer la carta, sentí como el aire volvía a mis pulmones. Todo estos años he vivido engañada, mi madre no había muerto en un accidente, la habían matado y lo peor de todo era que aquellos negocios de mi padre tenían que ver con su muerte. Él me había ocultado la verdad, una verdad que yo merecía saber. Sin embargo eso no era todo, había otro papel doblado dentro del sobre y algunas fotos. Las fotos eran de mamá y papá juntos cuando jóvenes y una en donde aparecía yo. Desdoblé el papel que estaba junto con las fotos y empecé a leer.
Lugar: El almacén en la Via San Giorgio, a las afueras de la ciudad.
Fecha: 22 de noviembre de 2004.
Hora: 9:00 PMMorgan
Es hora que resolvamos nuestros asuntos pendientes. Ya sabes lo que está en juego. Nos veremos en el almacén esta noche para discutir los próximos pasos en el trato. No olvides que cada decisión que tomas afecta a todos los involucrados. No falles, o ya sabes quien pagará las consecuencias.
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Atracción Mortal
RomanceTodo en él gritaba peligro, su mirada fría, sus movimientos calculados, el oscuro pasado que parecía envolverlo. Ella lo sabía, pero el peligro nunca la había detenido antes. Para él, ella era intocable. Para ella, él era irresistible. Dos mundos de...