O1: Tinta derramada

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La sala de divorcio estaba bañada en una quietud casi sofocante, como si hasta el aire hubiese decidido contener la respiración. Jungkook estaba sentado frente a la mesa, la mirada fija en los documentos recién firmados, con los dedos entrelazados sobre el regazo y una expresión de absoluta serenidad que enmascaraba el volcán en erupción que llevaba dentro. Su rostro, tranquilo en apariencia, solo dejaba entrever la sombra de una rabia latente en los bordes de su sonrisa contenida.

Al otro lado, Taehyung sostenía la pluma en su mano, sujeta entre sus dedos como si fuera un peso imposible de sostener. Sus ojos no se atrevieron a encontrarse con los de Jungkook, y, en cambio, se quedaron fijos en el papel, donde el trazo firme de la firma de Jungkook parecía burlarse de él, como una sentencia definitiva de todo lo que estaban perdiendo.

El encargado miraba a ambos con discreción, esperando a que Taehyung finalmente firmara. El tiempo se extendía en silencios interminables, hasta que Jungkook rompió la tensión. Su voz, aunque educada, llevaba un filo oculto que resultaba imposible ignorar.

—Taehyung… firma —pidió, con esa amabilidad tan pulida que solo los conocedores de la furia contenida podían interpretar como una orden. Su tono calmado contrastaba dolorosamente con la chispa de enojo que le ensombrecía la mirada.

Taehyung alzó los ojos solo por un instante, encontrándose con la calma devastadora de Jungkook. Sintió que el peso de sus propias emociones se hacía insoportable. Con un suspiro contenido, inclinó la cabeza hacia el papel y, en un gesto lento y definitivo, estampó su firma, sellando la última página de lo que alguna vez fueron juntos.

Con el corazón roto, Taehyung estampó su firma, sellando lo que, ante la ley, sería la separación definitiva. La tinta fresca se secaba mientras el abogado revisaba cada detalle, observando el papel como quien inspecciona un símbolo de un vínculo que acaba de disolverse. Tras unos segundos de silencio, el abogado levantó la vista y les dirigió una mirada profesional, con una ligera inclinación de cabeza.

—Bien, señores Kim y Jeon —comenzó, con un tono formal pero respetuoso—, el proceso ya está completo. A partir de este momento, su matrimonio queda oficialmente disuelto.

Ninguno de los dos respondió. El silencio en la sala era espeso, cargado de un dolor contenido que se extendía en cada rincón de la habitación. Los rostros de ambos permanecían serenos, aunque Taehyung y Jungkook sabían, cada uno en su interior, el peso real de lo que acababan de escuchar.

El abogado se aclaró la garganta, tal vez en un intento de suavizar el ambiente, y añadió, con una leve sonrisa bienintencionada:

—Recuerden que siempre hay oportunidades para encontrar a la "mariposa" correcta. La vida a veces nos lleva por caminos inesperados.

Taehyung y Jungkook continuaron en silencio, mirando fijamente al suelo. Las palabras del abogado parecían rebotar en el aire, sin encontrar cabida en sus pensamientos. Tras unos instantes, el abogado se levantó con movimientos tranquilos y precisos, organizando los papeles en su carpeta. Cuando estuvo listo para irse, les dedicó una última mirada y, con un tono suave, añadió:

—Les deseo lo mejor a ambos.

Con un asentimiento de despedida, el abogado se dirigió hacia la puerta y salió de la sala, dejando a Taehyung y Jungkook en una soledad casi tangible. El eco de sus pasos se desvaneció, y en ese momento, la sala pareció volverse aún más silenciosa.

Jungkook respiró profundamente, como si el peso de la firma recién estampada en el papel se deslizara en forma de un suspiro. Sin mirar a Taehyung directamente, llevó su mano a su anular, donde el anillo que había usado durante cinco años descansaba aún, frío, pero lleno de memorias.

Adiós, amor » TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora