O2: Musa en seda.

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Jungkook terminó de colocar el lienzo en el caballete, asegurándose de que el ángulo capturara la luz que atravesaba el ventanal. Las primeras luces de la ciudad empezaban a encenderse, revelando un paisaje que, para él, no se comparaba con la belleza que estaba por llegar. Preparó también el colchón, alisando las sábanas blancas y ajustando las almohadas, queriendo que todo estuviera perfecto. Su intención era clara, en esta noche, Taehyung sería su musa, la figura que eternizaría en el lienzo.

El silencio de la habitación solo era interrumpido por la respiración contenida de Jungkook, esperando. Finalmente, el sonido suave de unos pasos descalzos le anunció la llegada de Taehyung. Jungkook alzó la mirada y contuvo el aliento.

Allí, en el umbral de la puerta, estaba su esposo. Taehyung llevaba una bata de seda negra que se amoldaba a su cuerpo como una segunda piel, y la tela parecía danzar con cada movimiento suyo. La tenue luz de la ciudad reflejaba en su piel, y aunque la bata le cubría, Jungkook sabía que no llevaba nada debajo. Los ojos de Taehyung, oscuros y profundos, le miraban con esa mezcla de seguridad y vulnerabilidad que siempre lograba desarmarlo.

Jungkook alzó la vista y notó que Taehyung estaba de pie en la entrada, pero había algo distinto en él; sus hombros parecían ligeramente tensos, y su mirada, que solían brillar con una seguridad encantadora, ahora mostraban un atisbo de nerviosismo. Jungkook dejó el pincel en el caballete y se acercó a él con una sonrisa suave, intentando tranquilizarlo.

—¿Estás listo? —preguntó en un susurro, mirando de cerca sus ojos.

Taehyung desvió la mirada por un instante, mordiéndose el labio inferior. Respiró profundo antes de responder.

—No... no estoy seguro, Jungkook. ¿Seguro que esto es buena idea?

Jungkook tomó su mano con ternura, enredando sus dedos entre los de Taehyung. Lo acercó más, acariciando su pulgar sobre su piel y murmurando con una voz llena de cariño.

—No te preocupes. No hay nada que temer —dijo mientras sus ojos brillaban de calidez—. Eres perfecto tal y como eres, y solo quiero capturar eso. Solo sé tú mismo, amor. —besó sus pomposos labios con una pizca de ternura. —Después de todo esto, me encargaré de hacerte mío.

La suavidad de esas palabras fue suficiente para relajar la postura de Taehyung, quien finalmente asintió, dejándose llevar por la promesa implícita en la mirada de Jungkook. Con un movimiento lento, Taehyung deslizó la seda de sus hombros, dejando que la bata cayera con suavidad al suelo, revelando su cuerpo desnudo. La luz suave que entraba por el ventanal acariciaba su piel, delineando cada contorno de su figura.

Jungkook no pudo evitar admirarlo con un silencioso asombro; la forma en que sus clavículas sobresalían con delicadeza, la curva de sus caderas, la suave línea de su abdomen, y el modo en que su piel parecía relucir bajo aquella luz. Cada detalle era una obra de arte en sí misma.

Taehyung, ligeramente sonrojado, avanzó hasta el colchón y se hundió entre las sábanas, mirándolo desde su lugar.

—¿Cómo quieres que me ponga? —preguntó, con un hilo de voz.

Jungkook se acercó al estante y tomó un pequeño pincel de maquillaje, de esos que solía usar para aplicar el rubor en el rostro de Taehyung en ocasiones especiales. Caminó con pasos lentos y seguros hasta quedar justo frente a él, sosteniendo el pincel entre sus dedos.

Taehyung observó el pincel en la mano de Jungkook con una expresión de curiosidad.

—¿Qué piensas hacer con eso? —preguntó, levantando una ceја, claramente intrigado.

Jungkook sonrió y, con suavidad, acercó el pincel al torso de Taehyung, deslizándolo ligeramente sobre la piel desnuda de su pecho, justo donde sus clavículas formaban un delicado arco. Taehyung se estremeció al sentir el suave roce de las cerdas sobre su piel, y Jungkook dejó que el pincel bajara despacio, trazando un camino hasta sus pezones, acariciándolos apenas.

Adiós, amor » TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora