6:Distancia

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Alya's POV
Me desperté con el canto de los pájaros, pero ese sonido, que solía traerme paz, hoy me parecía un recordatorio de lo que había ocurrido la noche anterior. La luz del sol se filtraba por la ventana, bañando mi pequeño cuarto en tonos dorados, pero mi mente seguía atrapada en la azotea. Casi me beso con el padre Nicholas. Esa idea me llenaba de confusión y ansiedad.

Me senté en la cama, sintiendo el peso de mi túnica. ¿Cómo había llegado a ese punto? Mi vida estaba dedicada a Dios, y esos momentos de debilidad no debían tener cabida en mi corazón. Con un profundo suspiro, me levanté, decidida a evitar a Nicholas a toda costa.

Mientras recorría los pasillos del convento, mi determinación fue puesta a prueba. Al girar en una esquina, casi choco con él. Su mirada intensa iluminó el espacio, y sentí que mi corazón se detenía.

—Alya —dijo, su voz suave pero firme—. Necesitamos hablar.

En ese instante, mi estómago se retorció. Era tan fácil perderse en su cercanía, pero precisamente por eso debía huir.

—Lo siento, padre Nicholas. Debo ir a... revisar la despensa —murmuré, sintiendo que la mentira se enredaba en mis labios. Sin esperar su respuesta, giré rápidamente.

El día transcurrió como un laberinto. Me uní al padre Cooper en las tareas de la parroquia, buscando consuelo en la familiaridad de su compañía. Aunque Cooper siempre tenía una broma lista y una sonrisa en el rostro, la chispa que había sentido con Nicholas hacía que cada risa sonara un poco más apagada.

—¿Todo bien, Alya? —preguntó mientras organizábamos libros en la biblioteca.

Asentí, aunque mi sonrisa no alcanzó mis ojos. No podía compartir lo que me atormentaba.

—Solo un poco cansada —respondí, sintiendo que la verdad se deslizaba entre mis dedos.

Pero Cooper, en su afán de hacerme sentir mejor, propuso algo inesperado.

—¿Por qué no vamos al taller a pintar un rato? —sugirió, sus ojos brillando con entusiasmo—. Es un buen momento para relajarse.

La idea me pareció atractiva. Siempre había disfrutado de pintar, y trabajar en el taller podía ayudarme a desconectar de mis pensamientos.

—Está bien, suena bien —dije, sintiendo que una ligera sonrisa comenzaba a formarse en mis labios.

En el taller, la luz se filtraba a través de las ventanas, creando un ambiente cálido y acogedor. Mientras comenzábamos a preparar los pinceles y las pinturas, me sentí cada vez más relajada. Cooper se movía con destreza, eligiendo colores vibrantes y riendo mientras me mostraba algunos trucos.

—Mira, Alya —dijo, sosteniendo un pincel con un aire dramático—. Esto es cómo se captura la esencia de la vida.

Me reí mientras observaba cómo dibujaba un paisaje abstracto en la tela. Me sentía afortunada de tenerlo cerca; su alegría era contagiosa.

—Siempre quise ser pintora —confesé de repente, sintiendo que necesitaba compartirlo—. Pero no he tenido la oportunidad.

Cooper me miró, sorprendido.

—¿De verdad? —preguntó, sonriendo—. Entonces, ¡deberías intentarlo!

La conversación fluyó con facilidad, y a medida que pintábamos, la tensión que había llevado todo el día comenzó a desvanecerse. Hablamos de sueños perdidos y de las pequeñas alegrías que encontrábamos en el día a día. No mencionó a Nicholas, y eso fue un alivio. Podía sentirme libre en su compañía.

Nichola's POV
Desde que Alya me había evitado, mi día había estado marcado por una tensión que no podía ignorar. La imagen de su rostro, la forma en que se alejaba de mí, permanecía grabada en mi mente. Cada vez que me encontraba con ella, mi corazón se aceleraba, y el temor de lo que estaba sintiendo me hacía sentir vulnerable. Pero tenía que mantener la calma; mi posición como sacerdote demandaba control.

 F O R B I D D EN   V O W S  -Nicholas Chávez-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora